No tienen bastante con creer que a alguien le interesa la insulsa vida de Mario y Alaska, dos tipos que propalan el cuento de que la suya es el paradigma de lo moderno, de lo chachi piruli, aunque para su boda, según fotos, eligieran el mismo traperío matador de la gente con peor gusto del vecindario, prueba de que el casorio vuelve tarambana y horteras a rancios modernillos con olor a batallas del abuelo, sino que una cadena, la más lanzada, crea que el día a día de Ana Obregón en Miami puede ser carne de docu-reality, perdonen la bárbara cursilada de un término que se usa con la estulta ignorancia del que cree manejar conceptos de precisión científica. Aunque tratándose de nuestra bióloga más jaranera, hasta puede tener sentido mezclar Anita, docu-reality, y ciencia. ¿Qué nos contará ese documento extraído de la realidad de la señora? Su día a día, pero en Miami. Su cotidianidad, sus gustos, sus amistades, sus encuentros con celebridades, sus pensamientos, en fin, una intensidad que ansiamos, necesaria y urgente. Se anuncia que si la cosa llega a feliz firma, la cosa tendrá 8 o 10 entregas. ¿Tan pocas? Puede que alguien crea que con una sesión sea suficiente, incluso que sobra la mitad. No lo creo. Cuando se da con el magma de la calidad, del interés público, de lo nunca visto, hay que explotarlo. Si Mario Vaquerizo y Olvido Gara tienen derecho a alucinar, también lo tenemos los espectadores con ofertas atrevidas. ¿Anita a los altares? Sí, pero no crea que estará sola, que hay lista de espera.

Veo 7, una menos

Con el cierre de Veo 7 a finales de mes no sólo se cierra el grifo de una TDT de facha intachable. Se cierra de golpe la posibilidad de que la cadena, en un intento de repescar a una audiencia que apenas se dejó pescar por la ficción continuada y salvaje, pudiera ver la interesante vida de Pedro Jeta Ramírez, que tiene un docu-reality que te cagas. Lorito. Ya se dice, por supuesto con muy mala leche, y pecando más de lo debido, que el tal Eduardo Inda, que al parecer hacía del Marca una cita con el amarillismo más ramplón y el sensacionalismo más chuminero –ignoraba, tonto e indocumentado que soy, que hasta a lo deportivo llegara el espíritu Sálvame–, apenas ha tenido tiempo como director de Veo 7 de desprestigiar más la cadena, pero sí de llevarla a la ruina en apenas un mes.

No da pie con bola

Allá ellos. Que se maten, se besen, se insulten, o se preñen. Algún día, si no en Veo 7, que parece que no, en otra cadena, alguien tendrá que escribir como merecemos la vida de don Pedro tratando de averiguar qué pasa por la cabeza de un tipo para no dar pie con bola, para hacer lo blanco negro, para hacernos ver que si tienen que cerrar el insultante garito no es por una programación necia, redundante, plomiza, chuchurrida, tendenciosa con ínfulas de ecuánime y objetiva, manipuladora y chatarrera sino por culpa de los otros, del bajo consumo, de la crisis, quizá de que en la pública se emiten bebedizos para atontar al pueblo lelo como Gran reserva o de que en Telecinco Paolo Vasile ha dado con la fórmula perfecta, crear un santoral de pacotilla con cuatro euros, dejarlos que hablen como si defecaran, triturarlos, y volver a usar esa hez como plato de primera, en fin, que la culpa del cierre de Veo 7 la tiene Zapatero. ¿Queda claro?

A falta de un santito de primera, rehíla esperando hornacina. Ya vemos que Pedro Jeta no tendrá ni docu ni reality, y como fenómeno televisivo sólo lo veo aspirando a entrar en el –otro término para orinarse encima- talent-show que de nuevo prepara Telecinco, empeñada en descubrir habilidades del personal. Se dice que tal vez vuelvan a contar con Risto Mejide como jurado al darse cuenta de que nadie llama tonto del culo a los tontos del culo mejor que él. El publicista no dice ni que sí ni que no, pero mientras va por los platos selectos y le cuenta a Eva Hache que algo que le fastidió mucho de joven fue tener que disimular su cara de placer cuando le hacían una mamada en la biblioteca de la universidad. Con menos razones que esa le van a hacer un biopic a Mario Conde. Por cierto, biopic. ¿Por qué lo llaman biopic cuando quieren decir película biográfica? Es que me enciendo. Bueno, pues se les llena la boca y el teclado con biopic, a riesgo de que el corrector salte de indignación. Mario Conde. Es la nueva estrella de la derecha más entusiasta. La breve serie ya tiene actor, Daniel Grao, el de Acusados, el ayudante de la jueza Blanca Portillo. El exdelincuente, modelo para esa España que no sólo no condena la corrupción sino que la premia, firma libros, aconseja a los jóvenes, maúlla en la tertulia de referencia de este despropósito, va a tener programa propio, y le cuecen una serie biográfica de sus "Días de gloria". Este menda es el Dioni con brillantina, y con birrete de doctor honoris causa. A ver si en el biopic sabemos qué fue del dinero.

Ramplonas factorías

Visto lo visto, que le hagan otra película a Rocío Jurado es hasta vulgar. Que si se nos rompió el amor, que si la ola, que si ay, mi niño, qué arte, que si mi Ortega Cano. Una santa en vida no puede ser más que santa en la muerte. Y aburre. Pero las factorías sin imaginación echan humo escribiendo guiones, buscando caras que remeden al original, y cadenas que se disputen la farfolla. Cuando digo cadenas, digo Telecinco y Antena 3. En estos saldos de la creación se confunden. Da igual que lo de la campeona del uso del amor sea para las esferas podridas del salvaje oeste de Vasile, que lo de Rocío Dúrcal también acabe en ese pudridero, o que en Antena 3 estén de fiesta porque pronto, muy pronto, Belén López –Pelotas, Motivos personales- será más Isabel Pantoja que la fugaz novia de Julián Muñoz, que también tiene su sitio en la trama. Tanto es así que el bodrio se llama Hoy quiero confesar. Aparece Encarna Sánchez, la turbia amiga de la tonadillera, la adelantada que desde las ondas montó un chiringuito a la derecha de toda convivencia, la hipócrita que olfateó estos tiempos de paredón ideológico. En este santoral ramplón, pecador, oscuro, entre zafio y bobo, casi nunca ejemplar ni edificante, no podía faltar la más grande, la que inventó la venta a cachos de su vida, su miseria, su gloria y su derrumbe, Carmina Ordóñez. Que San Biopic, a los vivos y a los muertos, los tenga a todos a su derecha.