Cuarenta años y contando. Sesame Street, el programa infantil estadounidense que con su técnica de enseñar jugando ha trascendido todas las fronteras y culturas, cumple este próximo martes cuatro décadas con la misma frescura con que sus coloridos personajes iniciaron la por aquel 1969 revolucionaria tarea de intentar promover un mundo más tolerante y educado a través de la pequeña pantalla.

"Es uno de los cinco programas de televisión más influyentes de todos los tiempos", asegura el experto en cultura popular Bob Thompson, de la Universidad de Syracuse.

"Ha tenido una enorme influencia tanto social como artística, de hecho, no hay nada como ello en la televisión de hoy en día". Una muestra de su influencia: el homenaje que durante días los creadores del buscador de internet Google le han estado haciendo, colocando cada día a uno de los personajes de Sésamo en su página principal.

Y es que ningún otro programa se puede jactar de haber sido emitido en más de 120 países, desde Australia a Bangladesh pasando por prácticamente toda América Latina, con más de una veintena de producciones locales para adaptar el formato y personajes a las idiosincrasias regionales.

Así, Sesame Street se convirtió para siempre en Barrio Sésamo para los millones de niños españoles que crecieron desde la década de los 70 viendo el programa, mientras que para sus coetáneos latinoamericanos es Plaza Sésamo.

Hasta el punto de que pueden llegar a iniciarse acaloradas discusiones acerca de cuál es el ´verdadero nombre de los personajes como Kermit, la verdísima rana que en España es y será para siempre Gustavo y en América Latina se conoce como René, o los de la indisoluble pareja Epi (Enrique) y Blas (Beto).

Se les llame por el nombre que sea, el hecho es que millones de pequeños en edad preescolar aprendieron las diferencias entre "aquí y allá" con Coco, a contar gracias a la paciencia del Conde Draco (Conde Contar) o a resolver problemas básicos de matemáticas con el insaciable monstruo comegalletas Tricki... o Lucas.

O, más recientemente, las medidas de higiene básicas para evitar el contagio con la nueva gripe H1N1.

En Israel, Rechow Sumsum promueve entretanto con sus muñecos Mahmud y Noah la tolerancia entre musulmanes y judíos, mientras que en la versión sudafricana Talakani Sesame, en el aire desde 2002, Kami, un personaje infectado con el virus VIH, lucha contra la discriminación frente a los enfermos de sida en un país donde esta enfermedad se ha convertido en una auténtica epidemia.

Algo inamovible, eso sí, en todas sus versiones: el nombre Sésamo, propuesto por uno de los guionistas en referencia al "¡Ábrete Sésamo!" de Las Mil y Una Noches con que, al igual que en la fábula árabe, los responsables del programa han logrado, desde la emisión del primer capítulo, el 10 de noviembre de 1969, abrir mágicamente las puertas de la imaginación y el saber a incontables de niños en todo el planeta.