En el mes de marzo de 2014 Google presentaba su sistema operativo Android Wear, una versión modificada de su aclamado software para teléfonos inteligentes, que iba a cambiar la forma en la que se concebía el segmento de los dispositivos ´ponibles´ -wearables en inglés-. La idea tenía su lógica: si en el sector de la telefonía Android era el claro dominador, habiendo superado a la todopoderosa Apple y su iPhone -al menos en lo que a unidades vendidas se refiere-, ¿por qué no hacer lo mismo con la fiebre que estaba por llegar, la de los relojes inteligentes? Muchos fueron los que dijeron que se subirían al carro en aquel entonces, y algunos los que auguramos un gran éxito si ese carro se llenaba de dispositivos. Pero eso nunca ocurrió.
Más de dos años después, los diferentes relojes creados por todas las marcas que sí subieron al carro caben en una caja de zapatos, y de las ventas, nunca más se supo. Nadie ha dado cifras oficiales, y el único dato al que se puede tener acceso es el que da la consultora IDC, quien afirma que en 2015 Apple vendió 11,6 millones de Apple Watch, mientras que los dispositivos con Android Wear aparecen englobados -posiblemente- en el apartado "Otros" ya que no aparecen en la lista de los más vendidos. ¿Dónde están Motorola, Casio, Sony y algún otro fabricante?
LG y Samsung, que fueron de los primeros en construir dispositivos con Android Wear han abandonado la plataforma, con Samsung volviendo a su sistema Tizen para sus ´ponibles´. Y lo mismo pasa con Sony o Huawei: nada se sabe de futuros lanzamientos con Android Wear.
El futuro va camino de ser múltiplataforma. Cada marca crea sus productos y sus sistemas operativos, compatibles con las dos plataformas móviles dominantes -iOS de Apple y Android- sin dejar en manos de terceros ninguna parte del desarrollo. Todo apunta a que Android Wear acabará en el mismo lugar que las Google Glass... ¿Se acuerdan de ellas?
