El llamado "internet de las cosas" -IoT, del inglés Internet of Things- va a irrumpir este año con una fuerza inusitada. Esta nueva forma de tecnología se refiere a todo tipo de objetos físicos que son capaces de recoger datos para su posterior análisis.
Los relojes inteligentes y las pulseras que monitorizan la actividad son tan solo la punta de lanza de toda una nueva generación de objetos que están conectados permanentemente. Máquinas expendedoras, coches, motos o edificios conectados se encargarán de monitorizar nuestra vida y, en función de ello ayudarnos con el día a día. Como si de una película de ciencia ficción se tratara, los coches autónomos capaces de conducir solos o los edificios que nos reconocen y nos informan de si nuestros hijos han vuelto o no del colegio son ya una realidad. Y esa conectividad que crecerá exponencialmente a lo largo de los próximos años implicará una necesidad más que evidente: una forma de conexión mucho más eficaz, rápida y segura. Se llama 5G y está a la vuelta de la esquina.
