"No sabía que te gustaba tanto Metallica". Fue lo que me dijo mi amiga cuando le comenté distraídamente que P. Estelrich me había pedido una reseña de Nacer, crecer€ para Bellver. Quizá yo tampoco lo sabía, simplemente porque es una de esas preguntas que jamás me he hecho. O porque tal vez la pregunta sea: "¿Y cómo no me va a gustar Metallica?". De la misma manera que es imposible que no te guste Led Zepellin o Pink Floyd o Deep Purple. Porque Metallica es el rock de los 80 y 90, y del rock actual también; la letra de los sueños y los fracasos de varias generaciones, perdidas, y veces halladas, la banda sonora de las noches de whisky y decibelios, de los recuerdos de pelo largo, que cantaban los Burning. Este primer tomo es todo lo que pasa antes de que se alce el telón y suenen los primeros acordes de Hit the lights. Una historia colectiva -que abarca desde los inicios, o para ser más exactos, de cuando el grupo no era ni un zigoto, hasta la publicación del mítico Black Album (1991)- es precisamente eso: recuerdos recopilados por dos críticos musicales ejerciendo de fans, frustraciones -algunas ha habido- y grandes sueños que tomaron forma; y también una década larga de rock duro, de chicos malos con la estética glam propia de la Bay Area, de pandillas, alcohol y alguna que otra droga, de camerinos llenos de fans y autobuses en gira, de anécdotas y conciertos modestos que incluyen a bandas rivales y amigas(Mötley Crüe, Black Sabbath, Saxon, W.A.S.P, Motorhead, Bon Jovi€). Ahí están los primeros acordes que resonaban en el Trobadour o el Marquee, la primeras peleas, y las segundas, las primeras destilaciones de ego, los que se quedaron por el camino (Ron McGovney, por ejemplo) y los puntos de inflexión que acompañan a todo artista que llega a tocar el cielo (la incorporación de Cliff Burton, la primera portada de la Kerrang!, Ride the Lightning, la gira de Kill´Em All for One€). Y ahí está también ese pedazo de cielo, el que se saborea cuando llegan los premios, muchos, el platino o un Madison Square Garden lleno hasta la bandera. "Se vendieron" dijeron algunos; "evolucionaron, perfeccionaron la técnica y empezaron a seducir a las masas" sostendrán la mayoría. ¿Y qué más da? Son Metallica, y hay nombres que se explican por sí mismos, ‘Nothing else matters´.
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Música Heavy