Diario de Mallorca

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Intrigas varias

Del horror y la belleza

Misterios alrededor del robo del cuadro "El origen del mundo" de Courbet

Javier Lasheras.

"Hay mujeres que guardan un secreto incluso después de muertas". Esa es una de las frases que jalonan de enigma con gotas de pasión Las mujeres de la calle Luna, de Javier Lasheras, un thriller lleno de intriga y obras de arte. En esta novela, que obtuvo el LXIII Premio Ateneo Ciudad de Valladolid, el robo en el Museo de Orsay del cuadro "El origen del mundo", de Gustave Courbet, coincide con el asesinato de diferentes mujeres en medio de un París invernal y desabrido, que pierde su visión idilíca para convertirse en un territorio difícil ,donde un asesino y unos ladrones componen la realidad cotidiana de un comisario misántropo y una teniente ambiciosa tentados por las caras inciertas de la ficción. Las fauces del mal dejando rastros en los labios de cada crimen.

La novela conjuga, entre otros, dos elementos básicos en la vida y literatura universal como son el sexo y la muerte.El autor lo explica así: "En Las mujeres de la calle Luna"he intentado que el lector fije el punto de mira en varios aspectos de la actualidad: el yihadismo, la emigración o el mundo del arte entre otras cuestiones. Y también que se pregunte sobre la mirada del hombre hacia las mujeres, sus razones, sus pasiones y sus múltiples gradaciones. Pero sobre todo he querido que los lectores asistan a esa extraña deriva, a ese delirio como error necesario del que hablaba Carlos Castillo del Pino, que nos lleva a rechazar la realidad para crear supuestas verdades que sirven para justificarnos en el transcurso de nuestras vidas. Es decir, por qué, cómo y cuándo nos engañamos a nosotros mismos. Y entre todo esto, la mirada y el deseo, Eros y Tánatos, la ambición y la soledad, son parte de los conflictos sempiternos a los que se enfrentan los personajes del libro. Y es que no hay mejor thriller ni mayor intriga que el de la vida cotidiana de cada persona. Estamos determinados por decisiones que escapan a nuestro libre albedrío. Y por paradójico que suene, no siempre son decisiones ajenas". El cuadro "El origen del mundo", pintado en 1866, fue un polo de atracción para Lasheras. A partir de ahí urdió una trama laboriosa. "Desde la primeva vez que vi este cuadro me di cuenta de que no se trataba de un desnudo más en la Historia del Arte. Además de las peripecias y los distintas manos por las que ha pasado este lienzo durante 150 años, el sexo de la mujer expuesto en primer plano, un sexo que se deja mirar pero que al tiempo nos mira e interroga, no pasa inadvertido ni deja indiferente a nadie. De hecho, hoy mismo, el significado de esta obra y su uso en Facebook se está dirimiendo en los tribunales de justicia en Francia. Es obvio que existe una relación entre lo biológico y lo cultural, entre lo que vemos y lo que deseamos. Y el resultado de esta relación puede ser interpretado como un peligro para una sociedad que se decanta de nuevo por la corrección social y la uniformidad apolínea. En fin, que en cuanto la vi me enamoré de ella. A partir de aquí, de este encuentro, tuve que crear una historia que no tuviera nada que ver con otras que se han contado partiendo de esta misma obra de arte, como son las de Jorge Edwards y Pierre Michon. Y en cuanto a la trama sólo puedo decir que disfruté mucho, tanto planeándola como escribiéndola".

Las mujeres de la calle Luna podría catalogarse como una novela que toca armoniosamente distintos géneros literarios, así lo subraya Lasheras en la concepción y escritura de la novela. El autor explica que "por necesidades del guión esta novela ha aparecido en el mercado como una novela negra. Aunque para ser exactos, y sutiles, en la portada ya se advierte al lector que es un thriller que rebasa las fronteras del género. Cada lector es libre de pensar en qué otros géneros se adentra. Pero, por si resulta clarificador, añadiré que esta novela también tiene algo que ver con lo que en el mundo anglosajón denominan la metaphysical detectives story. Es decir, una narración donde las digresiones tanto profesionales como privadas del comisario Danglade y la teniente Millet, que dirigen las investigaciones, alcanzan tanta importancia como las causas finales de las mismas. Esto provoca que se abata, o cuando menos se diluya, la idea de frontera entre realidad y ficción. Además, la novela negra tiene la flexibilidad que buscaba para contar esta historia. En Las mujeres de la calle Luna, me valgo del género negro para arrimar el ascua a mi sardina, porque esos elementos digresivos del texto trascienden los misterios de las tramas policíacas. Por supuesto que hay elementos que son genuinos como la presencia de un comisario derrotado e insomne, la reintrepretación de una femme fatale o esas persecuciones trepidantes por las calles de París. Pero al mismo tiempo se ahonda en el universo de cada personaje porque me interesaba abordar las relaciones entre la mirada y el deseo, el sexo y el pudor o entre la verdad y la mentira en tanto que sustancias de las que esos personajes, al igual que nosotros, están hechos".

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