Ser capaz de decir qué es la cultura es como escuchar a alguien autodenominarse artista. Son palabras mayores. No soy capaz de definirla. Tampoco podría describir el amor. Todo aquello que impacta en el espíritu es difícil de explicar. Puedo atreverme a ponerle nombre a algunas de las sensaciones que me provocan. Algunas de ellas pueden ser contradictorias. Por ejemplo, la cultura me inquieta pero también me tranquiliza. Hay frases tan bien escritas, con emociones tan bien especificadas que casi puedes tocarlas con las manos. Ésas me despiertan un runrún en la boca del estómago. De repente, te topas cara a cara con la belleza y eso provoca una mezcla de ansiedad, inquietud, admiración, vitalidad y pasión. Al mismo tiempo, la cultura tranquiliza. Me da seguridad. Es como el amigo que no falla. Que siempre está ahí. Es el libro que te espera por la noche después de un día nefasto. Son los personajes que te entretienen, te hacen pensar, reír y soñar. No decepciona.
Cultura es aquello que expande el espíritu y ayuda a comprender un poco. A comprender la vida, la muerte, las emociones, tus propias entrañas. Después de experimentar cultura eres una persona más grande. Tu ser ocupa más volumen. La cultura incomoda porque te hace cuestionar. A ti misma, a tu entorno. Es dinámica e infinita y, sin embargo, el tiempo que tenemos para abarcarla no lo es. Es como un amante que siempre quiere más y en tus manos está dárselo, o no.
La cultura es amplia. Y es humilde. No juzga si sabes más o menos. Es música, un silencio entre acordes, el gesto de una actriz sobre un escenario, una película o una conversación. Es una invitación al aprendizaje. Una actitud. Son las ganas de conocer. Como el amor, no puede imponerse pero sí sugerirse. La cultura seduce. Cuanto más expuestos estamos a ella, más posibilidades tenemos de enamorarnos. Por eso, las casas deben rebosar de libros y de música. Los pueblos, las ciudades deben estallar en canciones porque, así, las fieras nos amansamos y, de paso, bailamos. La cultura es un camino. Poseer cultura es el fin y, al mismo tiempo, es un medio. Empiezas y no sabes dónde te llevará. Lo importante es comenzar. Cuanto antes, mejor. A más cultura, más capacidad. Más libertad. Es un antídoto contra la soledad. La cultura es aprender a pensar y entender el sentir. Es angustia. Te pone delante del precipicio del conocimiento, la belleza, la perfección y no sabes si serás capaz de comprenderlo todo pero, pese a todo, es la única alternativa. Renovarse, cultivarse, entender y aprender? o morir sin haber sentido ese placer. La cultura recuerda al amor. Conecta y, de alguna manera, justifica haber vivido.
