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Cine

Un año más, un 'grapat' de buenas películas

Pontificar si el cine va a más o a menos es tan fácil como injusto. Más que un resumen categorizado y categórico del cine de 2017 propongo el equivalente a un menú de degustación, para los que puedan acceder a esas películas en vídeo o plataformas digitales.

Un año más, un 'grapat' de buenas películas

Cuatro películas rompedoras, potentes e incómodas (premiadas en varios certámenes):

The square (Rubén Ostlund). En su primer nivel es una crítica feroz del mundo del arte contemporáneo, obsesionado con epatar, provocar que en transcender. En un segundo escalón desnuda a su protagonista, un yuppie refinado, un tiburón con aletas de delfín. En una tercera, la que alude al título, dispara contra todos nosotros. Tenemos unos marcos vitales en los que nos sentimos muy cómodos y cuando nos salimos, o nos sacan, nos desquiciamos. ¿O no?

El sacrificio de un ciervo sagrado (Yorgos Lanthimos). La venganza es un impulso irracional pero muy humano. Todos exigimos confiar en el sistema judicial, hasta que nos da un sopapo con una resolución que consideramos injusta. Hay cientos de películas sobre la ley de Talión en su versión más tosca. Lanthimos acude a una más refinada, el mito griego de Ifigenia. Realización con un aire muy Kubrick más un punto sobrenatural que recuerda a Buñuel.

Get out (Jordan Peele). Una vuelta de tuerca, con llave de fontanero, al tema del racismo. Una pareja joven, ella blanca, él negro. Un fin de semana con los padres de ella se convierte en encerrona de grupo supremacista blanco. El riesgo, y acierto, del director/guionista está en mezclar, drama social con terror y comedia. Asusta, divierte y arrea un batazo final, literal, a los racistas.

The disaster artist (James Franco). Recién estrenada, menos provocadora e incómoda que las anteriores pero muy original. Ejemplo supino de que las buenas historias salen de los rincones más impensados. El dramedia del actor/director/guionista/pintor/filólogo James Franco recrea el rodaje de una película de ínfima calidad. Un divertido recordatorio de que hasta el cine malo no deja de ser arte.

Cuatro películas muy sensibles sin caer en lo almibarado:

El día más feliz en la vida de Olli Maki (Juho Kuosmanen). Historia real. 1962. El boxeador finés Olli Maki se prepara para pelear por el título mundial. Pierde por no estar mentalmente al 100%. O mejor dicho, lo estaba, pensando en su novia. ¿Egoísmo por decepcionar a todo un país, o sentido común por descubrir el verdadero sentido de la vida?

Manchester junto al mar (Kenneth Lonergan). Un drama, intenso, comedido, introvertido, sobre el derecho a la expiación. Se acerca, roza en su tratamiento, a la obra maestra del tema, el Lord Jim de Conrad.

Your name (Makoto Shinkai). Anime (animación japonesa) y ciencia ficción cercana. Un chico y una chica que no se conocen de nada mezclan sus vidas de una forma muy sorprendente hasta que un cometa les une. Un filme muy original y sensible que esquiva, cuasi milagro, la larguísima sombra de Hayao Miyazaki.

Moonlight (Barry Jenkins). Ganó el principal Oscar por contar una historia de afroamericanos humildes con tono casi de cine de autor asiático. Como Get out (aunque diferente) se sale del molde.

Dos taquillazos:

Dunkerque (Cristopher Nolan). Nolan logra (con innegable, eso sí, prepotencia anglosajona) transformar un episodio de indecorosa huida en un golpe de épica y solidaridad. Impresionante ambientación, fotografía y actuaciones, reforzadas con la grave música de Hans Zimmer.

Blade Runner 2049 (Dennis Villeneuve). Para los babyboomers es demasiado fácil anclarse en que la versión de Ridley Scott es insuperable. Para los millenials, los jóvenes actuales, es una gran película.

Dos documentales:

I am not your negro (Raoul Peck). James Baldwin fue un escritor que conoció a y sufrió por las muertes de los activistas Medgar Evers, Martin Luther King y Malcolm X. Raoul Peck deja que Baldwin hable todo el tiempo, con fragmentos de entrevistas o textos recitados por actores contemporáneos. Emotivo recordatorio de que el racismo pervive casi con la misma fuerza en el siglo XXI.

David Lynch: The art life (John Nguyen, Rick Barnes, Olivia Neergard-Holm). Indaga en la vocación inicial del creador, la pintura. Cómo sigue marcando el proceso creativo del cineasta, y por qué le hace tan especial.

Y tres comedias para cerrar (dos españolas):

La gran enfermedad del amor (Kumail Nanjiani) Dramedia de un monologuista aguantando el tipo ante la grave enfermedad de su novia. Perfectos desconocidos (Alex de la Iglesia) Cena de amigos reventada por esos cacharritos diabólicos llamados smartphones. Muchos hijos, un mono y un castillo (Gustavo Salmerón). La madre de Salmerón es más divertida aún que la de Paco León. Curiosísimo documental.

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