Diario de Mallorca

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Crónicas que hacen historia

Describir la realidad

Coinciden en las librerías tres volúmenes que se sitúan entre el reportaje, la crónica, el análisis y la historia. Ofrecemos sendas reseñas

Fábrica Ford.

A medida que avanza la lectura del libro dos cuestiones se cruzan en la mente del lector ¿Qué hay de novela en todo esto que estoy leyendo, o es que todo es descripción de una realidad? Y por otra parte ¿quién es ese personaje? Reportero local de un periódico de Praga, presidente de un club de fútbol, soldado del Ejército Real en la primera guerra mundial, voluntario en la guerra civil española€ Y es que nuestras editoriales nos habían ofrecido muy pocas ocasiones de leer y conocer a Egon Erwin Kisch.

Muy pronto nos sorprende la capacidad que tiene este autor de describir la realidad. El lector tiene la sensación de palpar una verdad. Nunca pretende impactar, nunca cae en rencores ni odios, nunca cae en polémicas, nunca busca provocar, sólo contar, sólo relatar, sólo presentar una verdad. Una verdad que nos asombra, como insinúa el título del libro.

Estos reportajes son fruto de la observación, de un cuaderno de notas lleno de detalles tomados desde una extrema sensibilidad y un punto de vista peculiar. El mismo Kisch nos lo va diciendo "No es la historia oficial la que nos ha abierto los ojos. Ha sido la literatura€" Una jornada que un parte de guerra dice simplemente "Nuestro ejército del sur ha conseguido reforzar sus posiciones en la desembocadura del rio Drina" es en el reportaje de Kisch una dramática lucha de un soldado para subirse a una balsa y no morir aplastado y ahogado. Huyendo de las versiones e historias oficiales Kisch retrata el mundo mirando a los olvidados del mundo: una mujer violada y el alma destrozada, un verdugo en Viena, un leproso y una leprosería en México, un preso de Spandau en Berlín, un campesino que vende sus tres vacas para alistarse en las Brigadas Internacionales en Austria, un mafioso enterrado en China. En Madrid, en plena Guerra Civil, se atreve a visitar el museo El Prado con las paredes completamente vacías y hacernos ver en la oscuridad la inquietante mirada de Velázquez pintando las meninas o la trémula camisa blanca del cuadro de Goya. En Hollywood visita el estudio de Chaplin y su obsesiva persecución de la perfección y en Detroit la humillante cadena de producción de la fábrica Ford con un señor Ford "que no fuma" y no te puedes imaginar lo que supone que no fume. En Verdún recuerda que Goethe prefirió relatar la guerra desde los sillones de sus señorías y olvidarse de que la guerra son "seres humanos que perdían la vida o quedaban mutilados€ represalias, saqueos, requisas€ se devastaban campos y poblaciones enteras." Goethe se atrevió a presentar la versión oficial y Kisch arremete contra él la crítica más despiadada "un prosista amanerado, un dramaturgo a menudo flojo, un erudito medianejo, un súbdito ejemplar, un siervo rastrero de príncipes y en hombre envidioso y egocéntrico€"

El libro no se lee de una sentada. Tras cada relato, que no se extiende más de una quincena de páginas, necesitas cerrar los ojos, descansar la imaginación y la mente como cuando has contemplado un buen rato una pintura hiperrealista. Cierras los ojos y lo vuelves a ver en la oscuridad hasta que desaparece. Después puedes seguir leyendo o mirando otro cuadro.

Kisch tiene mucho interés en defender y demostrar que estos reportajes son literatura. Son periodismo pero también literatura. Literatura de la realidad, no novela, ficción o invención. "La verdad es la más noble de las materias primas del arte y la precisión es el mejor modio de crear una obra de arte." Se ve a sí mismo como el escritor de la verdad, que a partir de la verdad crea una obra de arte añadiendo la fantasía lógica para mantener la tensión del relato, pero sin prescindir jamás de la verdad.

Cree tanto en este reportaje hiperrealista que cree que acabará matando a la novela. "Yo creo que llegará un día en que lo único que la gente querrá leer sobre el mundo será la verdad. ¿Novela psicológica? No, reportaje."

Muchos libros empiezan con un Prefacio y no nos llama la atención. Nos pone en la pista, en el escenario, en el ambiente o en el tema que vamos a encontrar. Este libro no tiene Prefacio. Tiene un Posfacio. Parece que Francisco Uzcanga traductor y preparador de esta edición se sintiera obligado a resolver el interrogante que se plantea en las primeras páginas del libro ¿Quién es este personaje que presenta estas filmaciones narradas? ¿Quién es realmente Egon Erwin Kisch? Aquí encontraréis a este checo que escribe en alemán, a este judío errante, a este comunista convencido que después de comprobar y narrar que el siglo XX, entre guerras, se desmorona, parece suspirar un "siempre nos quedará Praga" y nos deja unas páginas de una calidad que le colocan en un ranking muy alto de la literatura alemana. Quizá junto a este otro judío nacido también en Praga y que escribía en alemán y se llamaba Franz Kafka.

Quiero terminar dando las gracias a la editorial "minúscula" y a Francisco Uzcanga por esta cuidadísima traducción, selección y presentación de Egon Erwin Kisch.

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