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Visiones terrestres i celestiales

Constelaciones ilustradas

Contemplar el cielo es siempre gratificante, tiene su poesía. Pero no debemos dejar de lado que aquí, en la Tierra, continúan existiendo lugares a reivindicar. África, por ejemplo.

Constelaciones ilustradas

Dejados atrás los espectros del Día de Difuntos y con las saturnales navideñas, los hados nos regalan cinco tentaciones ilustradas para viajar desde las historias que narran las estrellas hasta los dominios de la ultratumba. El trayecto incluye paradas en los relatos árabes de Sherezade, en los cuentos que tras la Peste Negra imaginó Boccaccio y en un jardín maléfico brotado de la pluma de Carlos Fuentes.

Constelaciones. El conocimiento de la bóveda estelar no ha cesado de ampliarse desde que Ptolomeo compusiera en el siglo II a. de C. su catálogo de 48 constelaciones, donde agrupó a más de un millar de estrellas. El bello Atlas de las constelaciones guía al lector por los cielos de la noche a través de textos e ilustraciones que permiten identificar 88 grupos de estrellas y conocer las historias, tejidas a lo largo de los siglos, que las acompañan hasta hoy.

Sherezade. El historietista francés David B., cuyo Epiléptico (La ascensión del gran mal) es obra de culto para muchos devotos del cómic, ha buceado en Las mil y una noches para dibujar y escribir Hâsib y la reina de las serpientes. La historia de un joven leñador que, abandonado en un bosque, cae en el hechizo de la fascinante monarca de los ofidios se convierte en manos de David B. en un virtuoso festival de color, fantasía y aventura.

Decamerón. Ya saben, diez jóvenes

-siete damas y tres caballeros- se recluyen en una villa de las afueras de Florencia para ponerse a salvo de la Peste Negra de 1348. Durante diez días cuentan una historia cada uno. Diez de esos cien relatos, seleccionados y prologados por el profesor brasileño Maurício Santana, e ilustrados por su compatriota Alex Cerveny, se alojan en un cuidado volumen que reclama un espacio propio en cualquier biblioteca. Ultratumba. Adelantado a su tiempo, Machado de Assis (1839-1908) hizo hablar a un difunto para tomarse todo tipo de libertades, incluidas las estilísticas, a la hora de desnudar a la clase dirigente brasileña de finales del XIX en las extraordinarias Memorias póstumas de Brás Cubas. El vanguardismo de algunos de sus recursos encuentra magnífica resonancia en las ilustraciones de la portuguesa Mariana Rio. Los peligros del jardín. Fue en 1962 cuando Carlos Fuentes alumbró este relato en el que un joven historiador decide responder a un anuncio que solicita secretario, sin sospechar que su morada de acogida le conducirá al jardín de todos los maleficios. El particular uso del collage que caracteriza a la chilena Alejandra Acosta amplifica al extremo la desazón generada en el lector por el texto.

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