Aunque el mercado del disco, del CD como soporte físico, vaya camino de ser algo residual aún tiene adeptos en el mercado clásico. Los artistas quieren seguir reivindicando sus versiones de las obras de repertorio y las discográficas, de momento, apuestan por continuar trabajando en soportes que todavía tienen una salida que imagino debe tener algún margen de rentabilidad, especialmente porque los costes se han reducido mucho e incluso hay algunos que pagan por grabar, hasta el punto de que determinadas casas ahora ven negocio en todos aquellos que continúan con la idea de lanzar los discos y asumen los gastos.
Universal, a través de dos de sus sellos más conocidos, Decca y Deutsche Grammophon, acaba de lanzar dos trabajos muy diferentes y con gran interés para los melómanos.
El pianista brasileño Nelson Freire vuelve al piano de Johannes Brahms, compositor que marcó su primera grabación en 1967, en los inicios de una carrera internacional. Revisita la "Sonata para piano número 3 en fa menor op. 5" y lo hace desde una espléndida madurez interpretativa, con una mirada a la obra sosegada, de hondo calado dramático y emocional. En el disco encontramos también dos piezas del opus 76 además de intermezzos, baladas y valses con el objetivo de dar una mirada general al pianismo brahmsiano. Es un trabajo en el que Freire reivindica su mirada particular sobre el autor, en un compendio de gran belleza expresiva, en un acercamiento serio que nos sumerge en uno de los legados clave para el instrumento.
La violinista española Leticia Moreno continúa, de forma paulatina, su amplia carrera internacional en la que el trabajo con grandes formaciones orquestales y maestros de primera línea es una constante. Este disco, realizado con la London Philharmonic Orchestra, bajo la dirección de Andrés Orozco-Estrada, se centra en el universo creativo del compositor argentino Astor Piazzolla, cuya música sigue cautivando en todo el mundo con vigor extraordinario. Sensacional Leticia Moreno en esa obra magistral que son "Las cuatro estaciones porteñas" con los arreglos de Leonid Desyatnikov, en versiones de enorme exuberancia y con todo el empuje y garra que la obra precisa. La violinista madrileña se recrea en la misma y emerge como una solista inconformista, nada acomodaticia. En el disco no podían faltar "Oblivion", "Le Grand Trango" o "Milonga del Ángel", entre otras, con un resultado de conjunto de relieve.
