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Cuentos

Cuentos ineludibles e inolvidables

Una muestra de la maestría narrativa del estadounidense O. Henry

Cuentos ineludibles e inolvidables

La editorial asturiana KRK nos trae una opción estupenda para empezar el trimestre de otoño, que es, junto con el de invierno, el de los buenos propósitos; la opción es dedicar los largos anocheceres a la lectura de las magníficas narraciones breves del escritor estadounidense O. Henry, nacido William Sydney Porter en 1862. O. Henry convirtió el cuento en su medio de expresión literaria y escribió más de seiscientos, publicados en periódicos y revistes a lo largo y ancho de su país, retratando a la gente común de su entorno en medio de aquellos pequeños avatares de la vida que constituyen un hito en su prosaico discurrir. Gema Vives, que seleccionó y tradujo las veinte narracions de esta cuidada edición, destaca en la introducción "la asombrosa capacidad de O. Henry para inventar argumentos y su irreverente sentido del humor".

Efectivamente, las narraciones de O. Henry son tragicomedias, como la vida misma que él conocía: cómo, si no, se puede sobrevivir a la orfandad, la tuberculosis, el infra/empleo y la estupidez humana, si no es riéndose de la pobreza y la miseria, de las miserables habitacions en que hay que buscar cobijo y de la absurda ostentación de quienes tienen dinero. O. Henry no pierde ocasión de hacer crítica social; cuando en Un cuento inacabado alguien acusa al narrador de pagar un salario tan paupérrimo a las jóvenes trabajadoras que las empuja a venderse al mejor postor para sobrevivir, él, escandalizado, contesta que es solo el "tipo que prendió fuego a un orfanato y que mató a un ciego para robarle la calderilla".

Los cuentos de O. Henry están tan extendidos, han sido traducidos a tantos idiomas y aparecen en tantas antologías, que muchos de ellos y algunas de sus anécdotas forman parte del imaginario occidental sin que reconozcamos su procedencia. No sólo acuñó el término de "república bananera", si bien con un sentido no peyorativo, para describir Honduras, donde residió durante un año y escribió su única "novela", compuesta de narraciones entrelazadas, Cabbages and Kings (1897), sino que suya es la conocida historia La última hoja, en la que un pintor entrega su vida para reproducir una hoja de hiedra sobre una pared que invite a una joven amiga a seguir viviendo. Su maestría para dar un giro hasta cierto punto inesperado al final de las narraciones, le valió que se conozca dicha práctica como "un final a lo O. Henry". En Ni rastro del fantasma, O. Henry hace un guiño a El fantasma de Canterville de Oscar Wilde, donde el fantasma no consigue espantar a nadie y es manipulado por todos. El fantasma del autor estadounidense constituye una vergüenza para la familia, no por aparecerse, sino por hacerlo en la guisa de un humilde antepasado albañil, en vez de elegir a un egregio personaje del mismo apellido.

No podía faltar El regalo de los magos, el más famoso de sus cuentos, según Vives, y, sin duda, el que aparece en más antologías. En esta narración, cuyo eje es el amor mutuo de una pareja, no falta ni sobra detalle; todo lo que se cuenta es oportuno y necesario para que entendamos lo que motiva a Della y a Jim a actuar como lo hacen. Como en otros cuentos del mismo autor, no importa el desenlace, previsible desde el momento en que sabemos de los dos "tesoros" que alberga la casa, lo que nos importa es la breve historia del día de Nochebuena en un pobre apartamento de Nueva York.

En muchas de las narraciones de O. Henry se cuentan físicamente los peniques y se hacen prospecciones monetarias del peculio familiar, como en el mismo principio de El regalo de los magos: "Un dólar y ochenta y siete centavos. Nada más. Y sesenta centavos estaban en peniques". Esta escasez de posibilidades es la que dicta la trayectoria vital de muchos de los personajes de este autor, quien, en Un cuento inacabado, dedica un largo párrafo a especificar la economía imposible de Dulcie, el personaje principal, que termina rindiéndose a la fatalidad, ante la dificultad de hacer frente al frío y al hambre.

Mientras, los ricos no necesitan mucha elucubración para vivir como les apetece, ni muchas palabras para trazar su retrato: "Piggy, por ejemplo, solo requiere dos palabras", y su propio apodo le define. O. Henry escribe en la estela de los grandes cuentistas de habla inglesa, que llenan nuestros ratos libres de retazos de vida inolvidables; entre ellos se cuentan Sherwood Anderson, Katherine Mansfield, V.S. Naipaul, Henry Lawson y, últimamente, Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013.

El cine también se ocupó de O. Henry: en 1952 los conocidos directores Henry Hathaway, Howard Hawks, Henry King, Henry Koster y Jean Negulesco se reunieron para rodar en blanco y negro cinco cuentos en O. Henry´s Full House (conocida como Lágrimas y risas en español). En la película destaca el magnífico Charles Laughton en la versión de El himno y el poli (narración contenida en la antología que reseñamos), con una aparición breve de Marilyn Monroe. Un valor añadido para amantes de la literatura es la aparición de John Steinbeck en el film como introductor de cada cuento.

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