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Arte

Los confines de la pintura

Gregor Hildebrandt. Luise Müller-Hofstede

La etapa de las discusiones sobre el rumbo de la pintura como expresión artística parece ha remitido, hasta nueva avalancha. Viendo los trabajos pictóricos del momento, parece claro que hemos llegado a lo que ya empieza a conocerse como la "post-pintura" una expresión cuyo prefijo parece haber hecho fortuna en otros ámbitos como la economía, la política y el periodismo. Así, la propuesta del Centre Cultural Contemporani Pelaires para este verano trata de mostrar tres aportaciones a la "post-pintura con pintura" con el objetivo claro de disolver las distancias, por lo menos entre sus protagonistas.

La propuesta la conforman dos artistas británicos y un alemán. Idris Khan (GB, 1978), resulta el más joven de los tres y muestra una pequeña serie de trabajos de una gran intensidad monocromática, ilustrada con textos difícilmente legibles, cuya estructura crea una dinámica que parece fluir hacia el centro geométrico del cuadro, como una fuerza centrípeta absorbiera el poder de las palabras.

Riguroso en el uso cromático, toda la obra expuesta obliga al espectador a buscar una distancia entre la obra y él, al tiempo que, la curiosidad de éste, le acerca para descifrar el contenido escrito, un juego de alianzas que nos permite descubrir como esta repetida frase queda estampada sobre la tela dejando incluso una pequeña huella en forma de relieve brillante que de lejos es solo una estela luminosa abocada a ser devorada por el foco central.

Gregor Hildebrandt (Bad Homburg, 1974) propone una lectura híbrida entre la abstracción pura y la iconografía gestual, dejando entrever un cierto paralelismo entre su obra y la de Khan, pese a que ambas difieren en la resolución. Su obra desprende un lirismo en el que el gesto deviene un elemento indisociable del conjunto, a menudo conseguido por la superposición de la pintura; en otros cuadros, fruto de un delicado raspado de la pintura, deja al descubierto una dinámica interna al borde del minimalismo.

La ausencia casi del color, con predominio del blanco y negro y algunas sombras grises, hace más austera su propuesta, acentuando su voluntad de llevar cada pintura hacia límites imprevistos. Para ello se apoya en la música y el cine no tanto como inspiración y si en el uso de los materiales vinílicos de cinta VHS o de casete, una forma de expresar sus afinidades resolviendo éstas de forma plástica.

Sorprende, en principio, la inclusión de Rachel Howard (Easington, 1969) en el trio de artistas ya que su obra parece alejada de los postulados que definen la obra de los otros dos artistas. Sea como fuere, la obra de esta artista británica surge de la técnica más clásica, o sea, la pintura al óleo sobre tela. Desde un punto de vista formal, su pintura propone una visión tridimensional basada en la acumulación de capas que cubren o desvelan elementos de fuerte dimensión decorativa, eficaces en su intención pictórica aunque excesivamente insípidos, ya que su aportación carece de mayor trascendencia.

Tres propuestas pictóricas unidas por una sensibilidad común con resultados alentadores, aunque sería conveniente poder celebrar una exposición individual de cada uno de ellos, así celebraremos completamente el gusto por la pintura.

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