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Experiencia de una alumna en el método Pilates

El proceso es lento y hay que ser constante. Hay momentos en los que tu cuerpo se revela

Allegro en pilates.

Llevo haciendo Pilates desde hace unos diez años, empecé porque quería conocer mejor mi cuerpo y así favorecer mi propio desarrollo personal. Al principio fue complicado entender cómo llegar a controlar movimientos que hasta ese momento eran inconscientes, "movimiento pélvico", "activar el corsé abdominal", realizar flexiones o abdominales sin tensar cervicales, eran conceptos muy alejados en mi día a día.

Poco a poco fui mejorando con la práctica no sólo en las sesiones de Pilates sino también en mi día a día. Aplicando los principios de Pilates mejoré mi higiene postural y llegué a poder manejar pesos que nunca antes hubiera podido (mejorando la técnica y no tanto incrementando músculo).

He mejorado en equilibrio, fuerza y resistencia; he aprendido a experimentar el trabajo muscular, sin tensión pero intensamente y desde el control. Algunas molestias como de cervicales han desaparecido, ahora identifico enseguida la acumulación del estrés y tensiones en mi cuerpo y con la práctica consigo aliviarlas e incluso hacerlas desaparecer sin que vaya a más, como contracturas o lesiones más graves.

El proceso es lento y hay que ser constante. Hay momentos en los que tu cuerpo se revela y aquí juega un papel fundamental la persona que te guía en tu práctica. En mi caso mis profesoras, han sabido entenderme y motivarme durante todos estos años sin cesar en su empeño aunque en muchas ocasiones no se lo he puesto nada fácil. Flexibilidad, escucha activa, constancia, confianza, adaptación a la situación de cada persona, aceptación de la diferencia, comunicación asertiva y en positivo, han sido las claves para mi fidelidad a la propia práctica del Pilates.

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