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Dislocaciones

¿Existe la armonía de las esferas?

La cuestión que vertebra el argumento es la antigua cuestión de si hay orden o más bien caos en el universo

Robert Schumann, autor de Humoresca.

La concesión hace poco menos de dos semanas del Premio Diario de Mallorca a la profesora Alícia Sintes por sus investigaciones sobre las ondas gravitacionales y lo que, según ha declarado a la prensa, supone poder escuchar ecos de "un evento que pasó hace 1.000 millones de años" trae a colación la antigua relación entre física y música ya tratada por Pitágoras, Cicerón y Kepler entre muchos otros. ¿Existe la armonía de las esferas? ¿Hacen música los anillos de Saturno o las órbitas de otros cuerpos celestes? ¿Se pueden oír estos sonidos a pesar de haberse originado hace miles de años?

A pesar del subtítulo (En busca de la armonía de las esferas) el libro aquí reseñado no es una monografía de astronomía sobre esa supuesta "armonía de las esferas", sino un ensayo de tema musical sobre decenas de ocasiones en que el universo suena. Russomanno utiliza esa búsqueda como una excusa (excursus, excursión, digresión) para ofrecer al lector su interpretación de unos veinte hitos de la historia de la música que, según él, presentan casos de la "música invisible" que rige el universo. El resultado es una invitación a la escucha de la mano de un experto que tiene el don de la narración.

Todos los capítulos empiezan con un párrafo autobiográfico. El más relevante para su argumento es la entrañable historia del autor cuando de jovencito leyó que los famosos anillos de Saturno retratados por el Voyager al ser posteriormente plasmados en los surcos de un vinilo, reprodujeron un fragmento de la Ofrenda musical de J. S. Bach. A pesar de lo espurio de la anécdota, esa noticia despertó su curiosidad y ahora, casi cuarenta años después, sigue siendo una motivación detectivesca. ¿Es posible que el universo suene? La premisa del autor es que sí. Algunos lectores dibujarán un guiño de escepticismo (yo entre ellos), pero sin duda seguirán leyendo la seductora prosa de Russomanno, como cuando seguimos leyendo un thriller a pesar de conocer su desenlace.

La cuestión que vertebra su argumento, aunque él no llega a expresarlo así, es a mi entender la antigua cuestión de si hay orden o más bien caos en el universo. Russomanno cree que hay orden y que éste es una expresión musical que a veces se oye (una composición musical, por ejemplo) y a veces no (los anillos de Saturno). El orden armónico del universo hace que algunas piedras "canten", como quiso demostrar Marius Schneider, el musicólogo esoterista, en sus estudios sobre los capiteles de Sant Cugat. Los delfines y otros cetáceos también cantan y crean música, leemos en otro capítulo; también las ranas, añade el autor, "son cantoras de una música superior" (p. 141). Y como es sabido "los pájaros cantan para marcar el territorio y para atraer a las hembras" (p. 165). Todo en la naturaleza expresa ese orden musical que Russomanno intuye que es la lógica del universo.

¿Y la "música invisible" del título? A mi entender Russomanno usa "invisible" a veces textualmente (como algo que no se puede ver) y a veces figuradamente (como algo imperceptible al oído, o sea inaudible). Un capítulo se centra en el Concerto delle donne, un grupo vocal exclusivamente femenino en la Ferrara del s. XVI que solo podía cantar para sus mecenas y sólo ellos, un ejemplo, por lo tanto, de música inaudible e invisible al resto de la humanidad por ser rigurosamente secreta. El conocido miniaturismo de Webern -algunas composiciones suyas duran escasos segundos, como se sabe- es otro ejemplo de música inaudible/invisible porque, en su brevedad, se proyecta más por insinuación que por expresión directa. La Humoresca de Schumann incluye una melodía escrita (visible, pues, al pianista) pero que no se debe tocar (inaudible al público). Los siglos XX y XXI han dado otros buenos ejemplos de lo mismo en la micropolifonía de Ligeti y el fractalismo de Francisco Guerrero. Russomanno explica estos tecnicismos sin pedantería y con elegancia. ¿Son música pues estas ondas gravitacionales que la Dra. Sintes y su equipo han descubierto? Bueno, todo depende de cómo definamos "música". Lo que sí queda claro es que desde tiempos inmemoriales se ha intentado encontrar esta relación entre el fenómeno físico y el arte musical.

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