Diario de Mallorca

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Paseo de ronda

Buenas noches y buena suerte

Imagen de ´Winter´s Tale´ (´Cuento de invierno´).

Declan Donnellan nos trajo a sa Màniga una maravilla de King Lear, a cargo de la Royal Shakespeare Company Academy (la "cantera" de Stratford-upon-Avon) hace un montón de años. Hacía de Lear un soberbio Nonso Anozie, quien luego (uno de sus personajes) pretendió en vano la blanca mano de la madre de dragones, la que no arde, etcétera, ya saben ustedes a quién me estoy refiriendo. Aquello fue en noviembre de 2002 y debió ser una de mis primeras críticas para este diario, según mis cálculos. Menos mal que la gente de teatro lee bastante a Shakespeare, porque entenderle en inglés del siglo XVII resulta un poco arduo. Quince años más tarde, esa otra delicatessen que fue el sábado, en el Principal de Palma, Winter´s Tale, el penúltimo texto del dramaturgo británico.

Claro que también existe la posibilidad, como dejó escrito aquel crítico, de cerrar los ojos y dejarse arrastrar por la música de las palabras del bardo, aunque uno no entienda ni patata. Al gran Dario Fo le escuchamos una supuesta parrafada shakespeariana que no era inglés, desde luego, pero lo parecía. Qué razón tiene el vecino de aquí arriba, el de la ´Plagueta de notes´, programando a los participantes de la Festa de la Poesia a cada uno en su idioma, así sea euskera o esperanto. Uno les escucha como se oye una canción y vuelve a aquello que la poesía fue en un principio.

Aprendimos a jugar al teatro con los títeres de la cachiporra y siguen generando nuestra fascinación. De ahí el éxito de cada convocatoria del Festival Internacional de Teatre de Teresetes, además de que tampoco abundan las propuestas a donde llevarse uno a "la canalla" (me fascina esta expresión de Cataluña). El sábado, en el patio de La Misericòrdia de Palma, me tocó una de las compañías mallorquinas participantes en esta XIX edición, El peix lluent, de Conte Contat, con un joven público encantado de la vida.

Llevan decenios otorgando los premios Mastropiero. Ahora les ha tocado a ellos, el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades. ¡Bravo, maestros! Quien conoce a Les Luthiers ama a Les Luthiers y cada velada con ellos constituye un privilegio. Aunque verles en Buenos Aires, como me ocurrió hace veinte años, ya roza el éxtasis celestial.

En fin. Ha sido un decenio de conducir este cuaderno de cultura, con nombre de castillo redondo y que invoca el espíritu de Gaspar Melchor de Jovellanos, y espero que a ustedes, al otro lado de estas páginas, sus contenidos les hayan servido para recrear el espíritu. Cambio de guardia. Buenas noches y buena suerte.

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