Diario de Mallorca

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La brújula

Cuando la amiga imaginaria se vuelve de carne y hueso

Edith Olivier, por Rex Whistler. BBC

Única chica entre diez hermanos, es muy probable que la inglesa Edith Olivier (1872-1948) compartiese su intimidad en la infancia con una amiga invisible. Olivier, emparentada con el célebre actor, tardó muchos años en publicar su primera novela, aparecida en 1927. Pero fue una bomba. Y la consagró. No es de extrañar, porque una cosa son los inocentes amigos invisibles y otra, muy diferente, la peripecia de la protagonista de Querida niña. Una solitaria y anodina mujer de algo más de 30 años se ve sumida en la más completa soledad a la muerte de su madre. A su alrededor hay criados y una vida confortable, pero nada más. De modo que un día se le viene a la cabeza Clarissa, la niña imaginaria con la que entretenía sus ocios de infancia. Clarissa irrumpe con tal fuerza que hasta es visible para los demás, pero su resurrección da peligroso cuerpo a todo aquello que ella no ha podido ser. Estremecedora.

EDITH OLIVIER

Querida niña

Traducción de Ángeles de los Santos

PERIFÉRICA, 168 PÁGINAS, 16 €

La nipona Yumoto y los correos de la muerte

Los lectores seducidos por los inquietantes merodeos de la japonesa Kazumi Yumoto en torno a la muerte vuelven a estar de enhorabuena por tercera vez en dos años. Para recordatorio de desmemoriados, de poco atentos y de guadiánicos, Yumoto es la autora de Los amigos y Viaje a la costa, títulos publicados en 2015 y 2016 por Nocturna. Si en Los amigos el punto de vista recaía en los ojos infantiles, en Viaje a la costa la flecha era disparada por el regreso de un difunto que decide instalarse con la mayor naturalidad junto a su esposa. En La casa del álamo vuelve la infancia, pero ahora se da la mano con la vejez. El fallecimiento de su antigua casera hace volver los ojos de la protagonista a su niñez, marcada por la muerte del padre, y le devuelve la imagen de una mujer, sosias de Popeye, a la que apenas conoció unos pocos años. La mujer acumulaba en un cajón centenares de cartas que, algún día, ese que al fin ha llegado con su óbito, deberá entregar a los difuntos.

KAZUMI YUMOTO

La casa del álamo

Traducción de Rumi Sato

NOCTURNA, 182 PÁGINAS, 14,50 €

Crimen y decadencia en la novela que confirma a Ferroni

Cuando lleve recorridas dos páginas de Tras la paredes, mi amor, los esclavos nos contemplan, el lector que no recuerde el texto de contraportada tendrá cuando menos dos impresiones. La primera, que el brasileño Ferroni (1974), de quien en castellano ya conocíamos Método práctico de guerrilla, es autor de solidez poco común a quien, para contar más, le gusta jugar con las palabras como si fueran la moneda veloz que el mago voltea sobre sus dedos. La segunda, en parte errónea, que está asistiendo al prólogo de lo que puede ser una historia de amor. Errónea porque la danza nupcial se convertirá pronto en viaje macabro a territorios del Brasil profundo que son predio de una decadente clase dominante. Esta mutación, guiada por arrobas de ceniciento humor, desembocará en un caso policial que es guiño a todos los casos policiales habidos y, además, manual de instrucciones para desmontar a unos personajes lastrados por el miedo a que las tropelías que los sustentan envíen al fin su secular factura.

MARCELO FERRONI

Tras las paredes, mi amor...

Traducción de Mercedes Vaquero

MARESIA, 272 PÁGINAS, 18,50 €

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