Diario de Mallorca

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Extranjero, Sísifo, Nobel

El indomable Albert Camus

María Santos-Sainz ha rescatado su trayectoria de reportero y articulista

Albert Camus, leyendo un periódico.

­­Quizás la mejor presentación que pueda hacerse de Albert Camus sea la que efectuó a su familia Francine Faure, matemática y pianista, con la que Camus se casó en Lyon en diciembre de 1940: "Es tuberculoso, no tiene dinero, carece de oficio, no se ha divorciado todavía y ama la libertad". Lo del divorcio debía referirse a su efímero primer matrimonio, que apenas duró 27 meses, demasiado prematuro y errático para permanecer.

¡Qué gran libro ha escrito María Santos- Sainz! El rescate de la vida periodística de Camus -desde sus inicios en el Alger Republicain hasta sus memorables editoriales de Combat- es un acierto que María Santos resuelve con absoluta contundencia. Su libro Albert Camus, periodista es una crónica biográfica de la trayectoria mediática de Camus, un referente intelectual en la Francia de la postguerra, un espíritu indomable que jamás nadie pudo callar o sobornar. Hoy, el inolvidado estuche con sus obras completas que editara Alianza se cotiza muy por encima de los 500 euros en Iberlibro. Ojalá que el estudio de María Santos contribuya a una reedición de este preciado tesoro.

La recuperación de la figura inmensa de Camus -Premio Nobel en 1957, respetuoso con la Academia, escritor de un discurso de aceptación leído y recordado por varias generaciones de hombres y mujeres libres- es además valiosa y oportuna. En mitad de la tormenta perfecta que amenaza al periodismo en la actualidad en todo el mundo, la experiencia de Albert Camus, su "periodismo de intencionalidad", puede ser hoy un ejemplo a seguir por quienes desean practicar el ejercicio de incomodar al poder sin obviar la responsabilidad colectiva de la sociedad. Camus, que definió el periodismo como "el oficio más bello del mundo", afirmaba que eran cuatro las cualidades que debía tener el periodista: "Lucidez, desobediencia, ironía y obstinación". Un manual de supervivencia moral en tiempos de rentabilidad y mercantilismo, cuando las grandes cabeceras tradicionales han perdido recursos, credibilidad y lectores, mientras que los nuevos medios digitales se mueven entre el conformismo de la precariedad y una estudiada complacencia con sus fieles seguidores. Si los primeros han caído en la esclavitud de la rentabilidad, que les ha supeditado a los poderes políticos y económicos, los segundos se deslizan peligrosamente por la senda que marca la nueva democracia de audiencias, sometidos a las peligrosas rigideces del pensamiento único que con sagrado fanatismo profesan los indignados con el sistema y el mundo.

Y es que este libro sobre el periodismo de Albert Camus, sobre su vida -desde los arrabales de Orán hasta las invitaciones rechazadas para acudir a los palacios del poder- es sobre todo una extraordinaria reflexión sobre el oficio, sobre el compromiso, sobre la coherencia. Sus editoriales en Combat -un total de 138- son estudiados en liceos y escuelas de periodismo. Su espíritu crítico -tan discutido entonces por intelectuales tan respaldados como Sartre y Simone de Beauvoir- estuvo por encima de cuestiones coyunturales. Camus siempre tomó partido por los más débiles, precisamente porque sabía perfectamente de donde había salido: de un entorno sin cultura, de una familia sin vocabulario, de unos barrios sin libros, ni futuro ni esperanza. Su carta a su maestro tras la consecución del Premio Nobel, una carta que se hace viral cada cierto tiempo, es un homenaje a los valores republicanos que le permitieron salir de la nada para convertirse en un periodista de raza, incómodo con el poder, y en un polemista casi irrebatible.

Rescata María Santos diversos episodios poco conocidos de la carrera de Camus. Y sobre todo el caso Hodent, que hizo de Camus el Zola del siglo XX, de la misma manera que Zola se convirtió en el Voltaire de finales del siglo XIX. En su Argelia natal un oscuro caso de corrupción le permite investigar y utilizar los recursos de su oficio para desvelar la verdad, informar al jurado y lograr la libertad de un hombre inocente acusado en falso por los intereses habituales de los terratenientes y sus ramificaciones en la administración pública. Un ejercicio de honestidad que conseguiría sus objetivos, aunque no siempre tuvo éxito en sus quijotescas empresas y su defensa de la verdad.

Camus y España

Para Camus, España era como su segunda patria. Su madre descendía de emigrantes menorquines. La Guerra Civil le hizo comprender la fragilidad de las ideas cuando se enfrentan a la fuerza bruta. La derrota de la República le marcó profundamente, le dolió como a pocos en la Francia titubeante y neutral de aquellos años. Y su romance sonado con la actriz María Casares no fue sino la prueba evidente de su querencia española. Max Aub, que huyó de España para recalar en un terrible campo de refugiados en Argelia y que pudo conocer a Camus en persona, dijo de él que "fue el que fue gracias a la guerra de España". Un diagnóstico muy certero.

Los numerosos textos y artículos de Camus relacionados con España fueron recopilados por Juan Manuel Molina y han sido publicados bajo el título de ¡España libre! por la pequeña editorial La Linterna Sorda, que también ha reunido otros textos desordenados de Camus en el volumen La sangre de la libertad. El fantástico libro de María Santos- Sainz ha visto la luz gracias a una campaña de crowdfunding, de micromecenazgo, impasible el ademán de grandes y pequeñas editoriales de prestigio ante la posibilidad de contar en su catálogo con una obra de estas características y con tanto recorrido. Un síntoma, quizás.

La lectura del libro de Santos-Sainz, además de reivindicar la figura eterna de Camus, lanza preguntas de transcendencia y profundidad sobre el oficio de periodista. Cita a Régis Debray, que decía que la legitimación que buscaban muchos intelectuales pasaba por el filtro de la visibilidad mediática. Palabras que invitan a repasar La desfachatez intelectual, el polémico ensayo de Ignacio Sánchez Cuenca, y de paso a echar un vistazo a otros textos recientes que han pasado desapercibidos en España: la reflexión que escribió Katherine Viner, directora del Guardian, y que publicó aquí el ya desaparecido (¡Ay!) Ahora Semanal (Cómo la tecnología está matando la verdad); el análisis que alumbró en la web Voxeu la economista Julia Cage (autora de Salvar los medios de comunicación) y que correlacionaba la caída de los ingresos publicitarios con el desmantelamiento de las redacciones; y por supuesto el estudio del think tank británico Demos sobre la política post-verdad ("post-truth politics") y que llevó a su portada The Economist. A todo esto nos conduce Camus, a preguntarnos sobre el periodismo, la coherencia, la honestidad y la verdad. La leyenda del indomable Camus está a su alcance. No les va a defraudar.

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