La editorial Cátedra nos tiene acostumbrados, desde su fundación, a acompañar muchas de sus obras de reveladores estudios críticos que suponen una gran ayuda para el lector con ganas de conocer más. En esta línea, hay que aplaudir el brillante, perspicaz y profundo estudio crítico de la personalidad y la obra de Rafael Azcona (Logroño, 1926-Madrid, 2008) que para la edición de El pisito ha realizado Juan A. Ríos Carratalá. El estudio, que supera en algunas páginas a la novela, indaga en este tímido escritor que, pese a que nunca quiso darse importancia, retrató la España de los 50 con igual o mayor agudeza que los jóvenes autores del realismo social de su generación.
Juan A. Ríos Carratalá menciona la "pereza mental" a la que aludió el critico Miguel García-Posada, para explicar el olvido de la narrativa española de humor en esos prolíficos años 50 por parte de la critica académica.
A finales de los 90, con la publicación en Alfaguara de Estrafalario/1, que incluía las novelas cortas Los muertos no se tocan, nene, El pisito y El cochecito, revisados por el autor, comenzaba una labor de reivindicación de este gran escritor, en un segundo plano perpetuo no solo por su aversión a todo tipo de publicidad y autobombo sino también por su brillante labor de guionista de cine, cuando la paradoja es que algunos de los éxitos más recordados se basaron en sus novelas, como la que nos ocupa o El cochecito.
Las penurias de una España atrasada, poblada de personajes tiernos y estrafalarios, atrapados por la escasez y las pacatas normas sociales, se despliegan con tino en El pisito. Esta inolvidable Novela de amor e inquilinato, como reza el subtítulo, es un retrato tan certero de su tiempo como lo fueron El Jarama, Nuevas amistades o los cuentos de Ignacio Aldecoa. Hora es de retirarse la venda de los prejuicios y disfrutar del gran Azcona.
