Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un humanista de nuestro tiempo

Todorov, con Biel Mesquida, ante una obra de Barceló. Esperança Camps facebook

A la muerte de Tzvetan Todorov, uno de los grandes pensadores europeos del último medio siglo, abruma un poco el sencillo repaso de una bibliografía que supera los cuarenta libros, casi todos traducidos al español. Y, al tiempo, no deja de deslumbrar su estimulante capacidad para proponer desde distintas disciplinas (la lingüística, claro, que está en el origen de su tarea intelectual, pero también la filosofía, la historia o la crítica de arte) una muy meditada y medida defensa del humanismo a propósito de algunos de los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo.

Lector exhaustivo de Montaigne, Rousseau o Benjamin Constant, es un heredero, a su manera templada, de varias de las líneas de preocupación filosófica de la Ilustración. Como conoció el estalinismo de su Bulgaria natal (nació en Sofía en 1939, pero en 1963 estaba ya en París), no se dejó tentar por los abismos utópicos que están, de manera embrionaria, en ciertos postulados ilustrados.

Lo suyo, como decimos, fue un insistente intento de recuperar por distintas vías confluyentes la idea humanista de justicia, pero no como imposición unilateral, sino como "coincidencia" a partir de un diálogo universal de culturas que son capaces de ponerse de acuerdo entre lo que está bien y lo que está mal.

Minucioso conocedor de los formalistas rusos, sobresaliente semiólogo que llegó a tener el apoyo de Barthes, teórico estructuralista de altos vuelos (ahí está su Poética, por ejemplo) o gran exégeta de la figura de Mijail Bajtín y de su principio dialógico, Todorov fue capaz, pese a ese pedigrí, de escribir un libro tan estupendo como La literatura en peligro. Da la alarma ahí por los abusos de un árido fundamentalismo semiológico que ha hecho de los textos literarios su víctima. Miró también hacia Rembrandt y Goya.

A partir de La conquista de América, la cuestión del otro, Todorov pone su potente foco en problemas de tanto calado como el de las relaciones y choques culturales, la bondad y la maldad como atributos humanos, el pensamiento europeo, la idea del hombre desplazado o cómo nos puede llevar al despeñadero el recurso del temor al que viene del lado sospechoso de la frontera. ¿Dónde está la génesis de toda manifestación de la barbarie? El filósofo (lo era también, aunque tomara distancia) pensaba que en el odio. Su obra es, además, un aviso ante lo que consideraba como una peligrosa deriva de nuestras democracias cuando empiezan a aceptar la xenofobia y ahogan el pluralismo.

Compartir el artículo

stats