Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cine

Blanco como el amarillo de su piel

La reciente ´Dr. Strange´ y la inminente ´La Gran Muralla´ han vuelto a encender la polémica del denominado ´whitewashing´ ­-blanqueo de personajes-, como síntoma de chovinismo occidental

Tilda Swinton en una secuencia de la película ´Dr. Strange´. MARVEL/WALT DISNEY

Hipótesis inicial: Ese blanqueo ¿es sólo un pecadillo, una excusable treta de los productores para amortizar sus inversiones, o pena mayor por fomentar los prejuicios raciales? ¿Es admisible cuando se trata de comedias o parodias? Repasemos un puñado de ejemplos.

El jeque (G. Melford, 1921). Rodolfo Valentino encarna a un jeque árabe. Una secuela en 1926 (El hijo del jeque). Entre medias, El ladrón de Bagdad (Raoul Walsh, 1924). Otro galáctico galán del momento, Douglas Fairbanks, encabezó una deliciosa historieta entresacada de las 1.001 noches.

Siendo realistas, sin Valentino o Fairbanks las tres películas no se hubieran rodado. Y nadie levantó la voz en su momento, el travestismo de razas no llegó ni a pie de página. Las películas merecen una indulgencia, por la presencia imponente de Valentino o el vitalismo de Fairbanks.

Charlie Chan. El detective hawaiano de origen chino fue muy popular entre los años 30 y 50 del XX. Lo encarnaron sucesivamente actores blancos, Warner Oland, Sydney Toler, Roland Winters y J. Carrol Nash. En 1981 resucitó con La maldición de la Reina Dragón y un actor entrañable, Peter Ustinov. Por pasadas que estén las películas, gran parte de su gracia reside en ese evidente falsete del reparto.

El guateque (Blake Edwards, 1968). Peter Sellers embadurnado para simular a un actor secundario indio sigue siendo delirante. Aunque hay un cierto desdén, un abuso de estereotipos hacia los nativos de India, Sellers es LA película. Un one man show, como dicen los anglos. Inimaginable con otro actor. Por otro lado, ¿conscientemente?, se evidencia la xenofobia de los asistentes a la fiesta, y no sólo porque el personaje sea tan lelo y patoso.

Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille, 1956). Charlton Heston encarna a Moisés y Yul Brynner a Ramsés II. Clásico entre los clásicos, por encima del bien y el mal. Hay un remake reciente, Exodus, dioses y reyes (Ridley Scott, 2014) con actores británicos, australianos, norteamericanos y un británico de origen indio (Ben Kinglsey) haciendo de egipcio. Sostiene Scott que fue imposible reunir un elenco de aborígenes con un mínimo de talento y gancho comercial. Todas las películas bíblicas y todos los peplums (ídems en serie B) son flagrantes casos de blanqueo. ¿Excepto€?

€La vida de Brian (Terry Jones, 1979) Curiosamente no figura en la entrada de Wikipedia sobre este tipo de blanqueo artístico. ¿Porque es una parodia pura? ¿Porque la sátira del cristianismo vampiriza todo lo demás?

Sed de mal (Orson Welles, 1958). Charlton Heston encarnando a un policía mejicano. Siendo muy cuestionable la elección, Heston, hay que reconocerlo, era un pedazo de actor.

Desayuno en Tiffany´s (Blake Edwards, 1961). Mickey Rooney interpreta aun estereotipado japonés. A Majority of One (Mer­vyn LeRoy, 1961), Alec Guinness interpreta a otro japonés. Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), Alec Guinness interpreta al príncipe Faisal. Ejemplos difíciles de justificar.

El año en que vivimos peligrosamente (Peter Weir, 1982). Weir tomó una decisión muy polémica al elegir a una mujer norteamericana (Linda Hunt) para meterse en la piel de un fotógrafo (varón) indonesio. Le criticaron desde el primer día por ese blanqueo e inversión de sexos. Sin embargo Hunt bordó su papel, y recibió un merecidísimo Oscar.

Dr. Strange (Scott Derrickson, 2016). Tilda Swinton interpreta a una maestra de artes orientales. Por sus rasgos faciales (acentuados con el rasurado total de cabellera), su piel casi cerúlea, sus expresivos ojos, Swinton parece ´casi´ oriental. Y es una soberbia actriz.

La Gran Muralla (Zhang Yimou, 2017). Recién estrenada y aunque no se trata exactamente de blanqueo, merece ser comentada.

Ingredientes argumentales: China, época medieval, construcción de la gran muralla, monstruos, un mercenario occidental poniendo orden, o inteligencia, a la defensa frente a las bestias. Salsa rosa: Producción china, director chino, presupuesto estratosférico. Paradoja en la degustación: Hollywood cada vez hace más guiños al público oriental en sus grandes producciones. Aquí ocurre a la inversa, los chinos han tenido que ceder el protagonismo a un actor occidental (Matt Damon) para asegurarse una recaudación digna en nuestro hemisferio. Vamos, que se han vendido. La pistola humeante: ninguno de los seis guionistas tiene apellido oriental.

La conclusión (mi conclusión) es que ni tanto ni tan calvo. Hay casos en los que es evidente el rodillo cultural de Hollywood u otros países occidentales. Y que son lícitas las peticiones de que se intente (al menos) buscar actores locales cuando la etnia del personaje es muy diferenciada. Con las comedias entramos en la marisma de las sensibilidades. ¿Cuándo es una gracia tolerable y cuándo una broma xenófoba? El humor ha tenido siempre esa dualidad, un punto de crueldad y un efecto ansiolítico, ayudando a aplacar ánimos encendidos y relativizar posiciones enconadas. ¿Bula entonces a las comedias y condena a los dramas? ¿Si? ¿No?

Compartir el artículo

stats