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Ópera

Wagner en el desguace

La Fura dels Baus trae al Real su peculiar visión de ´El holandés errante´

Imagen de la puesta en escena de ´El holandés errante´.

En los grandes circuitos líricos sin duda es La Fura dels Baus uno de los reclamos artísticos de mayor peso, especialmente en las casas de ópera que marcan el mejor pulso creativo. El colectivo catalán ha sabido encaramarse a lo más alto del podio con las adecuadas dosis de provocación y audacia, generando una sugestiva paleta expresiva que ha aportado otra mirada sobre los títulos más conocidos del repertorio. La Fura no sigue una línea única de trabajo, Carlus Padrissa y Àlex Ollé trabajan de manera diversa, aunque no contrapuesta, porque hay un hilo común "furero" que aglutina y es seña de identidad indiscutible.

Terminaba el 3 de enero el Teatro Real de Madrid su apuesta wagneriana con doble aliciente, por una parte el debut en este ámbito de Pablo Heras-Casado, una de las grandes revelaciones internacionales en el campo de la dirección actual, y la peculiar versión de El holandés errante de Alex Ollé, en una coproducción de las óperas de Lyon, Bergen y Lille que ahora recaló en Madrid.

Quien espere aquí una versión tradicional de la obra, de su hermético romanticismo, es indudable que este no será su acercamiento predilecto. Ollé busca otro camino, nada convencional, pero que al fin acaba atrapando por su discurso coherente, bien construido desde un espectacular alarde tecnológico. Discusión aparte está en cuanto se acerca su mirada al espíritu primigenio wagneriano. Ahí ya cada cual tendrá su propia opinión y muy cada una de ellas.

La maldición eterna del Holandés la lleva Àlex Ollé al puerto de Chittagong, en Bangladés, uno de esos lugares "infernales" de nuestros días, una especie de punto negro en el que arma la historia con especial intensidad, entre el despiece de los buques mercantes y el afán de poder de riqueza, mezclados con el miedo a un vacío existencial que envuelve la acción hasta hacerla asfixiante. La desolación escénica se equilibraba por la búsqueda de un lirismo vigoroso por parte de Heras-Casado desde el foso. Aunque con algún pasaje falto de profundidad expresiva, su lectura fue acertada en líneas generales. Es un autor del que el joven maestro puede sacar mucho y bueno en el futuro.

En el reparto, brilló con luz propia Ricarda Merbeth que cantó una imponente Senta, flexible vocalmente, de una presencia escénica total. Samuel Youn encarnó un holandés correcto y firme, si bien un tanto inexpresivo. Acertado el Daland de Dimitry Ivashchenko y más que notable el Erik de Benjamin Bruns. Roger Padullés cumplió como timonel y muy a tener en cuenta Pilar Vázquez, que llevó el rol de Mary al primer plano en una certera velada wagneriana.

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