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Centenario

Blanco y negro, cáustico y cándido

Recién cumplido el centenario del nacimiento del escritor Roald Dahl, su originalidad y su genuino sentido del humor siguen encandilando a jóvenes de todas las edades y a cineastas de todas las tallas, como Spielberg o Wes Anderson o Tim Burton

´Charlie y la fábrica de chocolate´, de Tim Burton.

Homicidio. Hombre mata a mujer con objeto contundente. La policía no tiene dudas del autor pero debe encontrar el arma homicida. Tras haberse desfondado rebuscando por toda la casa, el acusado ofrece a los policías unos bocados de cordero asado. Mientras se deleitan con la comida el inspector comenta: "A lo mejor tenemos el arma delante de nuestras narices". Él no lo sabe, el espectador sí, que el arma homicida había sido ese mismo pernil, sólo que en su gélido estado anterior. Cordero para la matanza es un episodio emitido en 1958 de la serie Alfred Hitchcock presenta. Argumento y guión: Roald Dahl (escribió otro guión y el argumento de cuatro más para el maestro del suspense). Ese argumento está recogido además en una de las colecciones de relatos publicadas por el escritor.

Sorpresa: En uno de los primeros días del rodaje de El puente de los espías, cuando Mark Rylance estaba todavía asimilando que estaba a las órdenes del director de E.T., Tiburón o La lista de Schindler, Spielberg le ofreció un papel para su siguiente película, The BFG (en español Mi amigo el gigante) de Roald Dahl. Tendría que convertirse, con mucha ayuda informática, en un empático monstruo que adopta una niña. Aceptó y la película, deliciosa, se estrenó este verano. Para los versados en la lengua inglesa, el lenguaje farfullante del bigardo es delirante.

Intermedio. Para el que quiera conocer la vida de Dahl, además de documentarse en la red virtual recomiendo encarecidamente sus dos libros de memorias de juventud y paso a la edad adulta: Boy, relatos de la infancia son recuerdos agridulces desde el parvulario hasta su primer empleo. Volando solo detalla con igual sensibilidad su trabajo en Kenia para una compañía petrolera y su alistamiento como aviador en la II Guerra mundial. Su relato de la batalla de Atenas (12 cazas ingleses contra 152 aviones alemanes) encoge el corazón. Ambos libros están editados aquí por Alfaguara.

Predestinados. El cineasta Tim Burton y el actor Johnny Depp comparten con Dahl debilidad por asombrar y provocar. Se unieron (artísticamente, el escritor falleció en 1990) en el filme Charlie y la fábrica de chocolate (2005). No es una obra maestra pero es más fiel al espíritu del autor que la blanda versión anterior (1971) protagonizada por Gene Wilder. La actuación de Depp, en palabras de un colega, es una mezcla de Michael Jackson y el sonámbulo de El gabinete del Dr. Caligari. La guinda, los pegadizos temas como el de la llegada a la fábrica o August Gloop Oompa Loompa y los guiños paródicos a Busby Berkeley o Stanley Kubrick.

Travesuras. Otro niño grande en todos los sentidos del término (que por cierto, visitó Palma hace poco) es el menudo actor y ocasionalmente director Danny DeVito. Dirigió Matilda en 1996. La historia de una niña con poderes especiales que apoyada por su madre se enfrenta a los dirigentes del colegio mantiene la frescura, la acidez, el inconformismo de la obra de Dahl. Una obra más con toques de humor negro para que los niños abran sus mentes y no se limiten a los blandiblús de Disney.

Una de melocotones. James y el melocotón gigante es otra obra del ex aviador filmada (1996) por Henry Selick. Para los neófitos, Selick es el currito que se pegó la paliza en la producción de Pesadilla antes de Navidad para que Tim Burton se pusiera las medallas (la idea fue suya, es cierto). Selick no tiene la chispa (genuina) de Burton pero no desperdicia la ídem de Dahl. Muy recomendable también.

El zorro. Otro cineasta reciente de culto que no ha podido resistir el humor fino y ácido de Roald es el tejano Wes Anderson. Con Fantástico Mr. Fox (2009) hizo su principal excursión en el género animado (en este caso la técnica stop motion -muñecos movidos fotograma a fotograma-). Sin llegar a desbordar como otros filmes del director, mantiene su imagen de marca (planos frontales equilibradísimos, música juguetona de Alexandre Desplat) sin perder la esencia del escritor.

Perenne. A este puñado de películas hay que sumar La maldición de las brujas (Nicolas Roeg, 1990) protagonizada por Anjelica Huston (otra de la misma cuerda). La selección evidencia que Roald Dahl no ha germinado aún ninguna obra maestra en el cine, pero los citados (mayúsculos) cineastas que han llamado a su puerta son prueba suficiente de la admiración que despierta. Como autor no ha perdido ni un gramo de vigencia, sigue siendo una delicia leerle. En la gran pantalla aguanta el tipo por su originalidad y la mezcla de irreverencia, candidez, finura y negrura

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