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Memorias

Paredes con palabras

Sasha Abramsky cuenta en ´La casa de los veinte mil libros´ la adicción de su abuelo a la letra impresa recreando, a la vez, las voces de un mundo perdido que destacó por su inteligencia

Paredes con palabras

Sasha Abramsky es periodista y profesor en la Universidad de California en Davis, colaborador de The Guardian y otras publicaciones, autor de varios títulos de éxito entre los cuales figura una de las más aclamadas biografías sobre Barack Obama (Inside Obama´s Brain). Pero el más importante de ellos, también el más emotivo, es el que ha devuelto su pasado a la vida, dedicado a su abuelo, Chimen, un adicto a la letra impresa que reunió en su casa en los alrededores de Hampstead Heath veinte mil libros y a muchos destacados intelectuales de su tiempo, Harold Shukman, Eric Hobsbawn e Isaiah Berlin, por citar tres ejemplos.

En el hogar de Hillway Street, Chimen Abramsky, profesor de Estudios Judíos en el University College de Londres, y su esposa Miriam, fueron los anfitriones de incansables charlas de la inteligencia británica de izquierdas y comidas perfumadas por las ideas. El nieto las ha reconstruido en un libro delicioso que acaba de publicar Periférica y que incluye cuatro grandes trazos producto de la curiosidad, la memoria y la indagación: sobre la familia, la política, el ámbito judío y la literatura. "Cuando entrabas en la casa, te recibía un torrente de aromas que competían entre sí: el olor de los patos asándose, el burbujeo de la grasa al ir calentándose el horno; el maravilloso aroma de la sopa de pollo, tan saturada de sal que parecía el Mar Muerto; bizcochos de chocolate horneándose; un compacto pan de centeno cortado en rebanadas; y el áspero olor de los arenque en salmuera en sus botes de cristal". Eso y, naturalmente, los libros sobre las mesas, las sillas, en las estanterías, en cualquier esquina. Papeles manuscritos, la colección de filosofía política de Everyman Classics, de Aristóteles a Marx, y los Ensayos históricos de Macaulay. Paredes de palabras que, como escribe Abramsky, proporcionaban protección contra la locura del mundo exterior o, al menos, mapas de carreteras para circular por el caos. Al final de su larga vida -murió en 2010 a los 94 años- Chimen había logrado que cada habitación de la casa, excepto el baño y la cocina, estuviese cubierta del suelo al techo con estantes de libros en doble fila, y sólo unos pocos huecos en los que colgaban cuadros y fotografías. En el suelo de la sala de estar y en el comedor se amontonaban pilas inestables con más volúmenes que resultaba imposible clasificar. Se convirtió en la biblioteca privada más grande Inglaterra.

Ateo, hijo de un famoso rabino, Chimen Abramsky nació en 1916 cerca de Minsk, pasó sus primeros años de adolescencia en Moscú mientras su padre estaba internado en un campo de trabajo siberiano por ejercer proselitismo religioso. Más tarde, cuando concluyó la condena y la familia recibió la autorización para abandonar el país, emigró a Londres, donde descubrió los escritos de Karl Marx y se involucró en la política de izquierdas. Asistió brevemente a la Universidad Hebrea de reciente creación en Jerusalén, hasta que la Segunda Guerra Mundial le hizo interrumpir sus estudios. De regreso en Inglaterra, se casó, y durante muchos años él y Miriam, su esposa, se ocuparon de una respetada librería judía del East End londinense. Cuando los nazis invadieron Rusia, en junio de 1941, Chimen se unió al Partido Comunista, convirtiéndose en una figura destacada dentro de él. Fue miembro hasta 1958, cuando, por fin, reconoció las atrocidades cometidas por Stalin. Entonces tuvo que reinventarse a sí mismo como pensador liberal, humanista, profesor y experto en manuscritos de la casa de subastas Sotheby.

En La casa de los veinte mil libros, de Sasha Abramsky, se deja oír el eco de las voces que llevaron al nieto a escribir sobre los abuelos y el mundo perdido que les rodeaba. Recrea de modo exhaustivo el ambiente intelectual construido alrededor de los libros antiguos, el pensamiento, la ortodoxia basada en la yeshiva, el hasidismo místico, la Ilustración judía conocida como la Haskalah, los juegos de ajedrez, los dominós rusos, los alimentos de Europa del Este, el té caliente, la familia y las largas noches alimentado el espíritu y promoviendo el debate político. Un hermoso libro sobre la cultura, muy bien escrito y magníficamente documentado. Como cuenta su autor, le ayudó a entender cómo la historia no está hecha sólo de recuerdos sino también de documentos y cómo en ella tienen su papel tanto los grandes personajes y pensadores como las personas que han permanecido en el anonimato.

SASHA ABRAMSKY

La casa de los veinte mil libros

Traducción de Ángeles de los Santos

PERIFÉRICA, 366 PÁGINAS, 22 €

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