Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cómic

Una lluvia dura va a caer...

Hace años se publicaba una historieta en la que Bob Dylan, flamante Premio Nobel de Literatura, no salía precisamente bien parado

Una lluvia dura va a caer...

En España se incluyó en un extraño álbum underground, editado por los mismos que sacaban Star, una revista alternativa muy adelantada a su época. Mosik, así se llamaba el experimento, estaba dedicado a la música y reunía tanto artículos como historietas donde se criticaba la decadencia de algunas estrellas glam, se burlaban de Elton John, Dave Gibbons (luego famoso por Watchmen) dibujaba "Vince Eugene", con un alter ego de Elvis Presley que acababa convertido en dictador, entre otros disparates. Corría el año 1976 y el volumen facilitaba una rápida actualización a sus lectores respecto al complejo panorama del rock contemporáneo. Allí descubrí a Iggy Pop, Lou Reed y demás representantes de la moda juvenil. Aunque realmente lo que me atraían eran las historietas, entre las que destacaba una: "Las venturas de Zimmerman".

Lo que llamaba la atención de aquel relato corto es que estaba dibujado por Neal Adams, a quien adorábamos tras descubrirlo en X-Men, Los Vengadores y algunas portadas de la DC. Adams era un dibujante "serio" y sorprendentemente realista. Por eso resultaba brutalmente inesperado encontrarlo en un cómic en el que, entre otras viñetas, había algunas donde se sugería que Joan Baez le hacía trabajitos orales a Dylan en la ducha. El tono era desenfadado y de un humor salvaje y abundaban las escenas con el respetable músico buscando inspiración en el retrete. Aunque parte del material de Mosik provenía de editoriales inglesas, "The Ventures of Zimmerman" tenía otro origen, una enloquecida revista americana.

National Lampoon había nacido en la universidad y sus fundadores estaban decididos a no dejar títere con cabeza. En los setenta, la combativa actitud hippie de la década anterior había dejado paso a una fría ironía. Una vez que la seriedad de los cincuenta ya había sido arrinconada, tocaba desafiar los nuevos tabús y ampliar los límites de la burla. No estaban dispuestos a sustituir a las viejas monjas por otras nuevas así que aquellos jóvenes airados comenzaron a lanzar sus dardos contra todo aquello que fuera popular o estuviera de moda, sin prestar atención a su prestigio y sin atender a corrección política alguna (todo eso vendría después). Releer National es como respirar aire fresco, se percibe la tremenda libertad con la que fueron creados sus contenidos. Mayoritariamente la revista estaba constituida por artículos. Pero pronto contrataron a dibujantes, los mejores del negocio porque pagaban buenos sueldos. El éxito y la popularidad de la publicación se tradujeron en unas tiradas cada vez más elevadas. Para los dibujantes suponía la oportunidad de facturar productos de calidad, con total libertad en cuanto a lo que quisieran incluir en sus viñetas.

En 2003 la revista Comic Book Artist dedicaba un número a National Lampoon, incluyendo una jugosa entrevista con Adams. El dibujante comentaba algunas de sus entregas, como sus episodios sobre "Son-O'-God", un nuevo Cristo sobre la Tierra, adecuadamente irreverente, y, por supuesto, su Zimmerman, que apareció en el nº 31 (Octubre, 1972). Como curiosidad su superhéroe judío luchó en otra entrega contra Son-O'-God. Adams comentaba que él era muy formal y que apenas sabía nada de los temas de moda que le hacían dibujar. Ni siquiera sabía que Zimmerman era el verdadero nombre de Dylan.

Explicó que por momentos le parecía que dibujaba un panfleto anti-semita ya que el artista era presentado como un cantante folk cuya identidad secreta es la de un super-ejecutivo que consigue sacar pasta de todos sus proyectos. Más allá del tufillo anti-judío, lo que subyace es el característico reproche de todo intelectual desde su departamento universitario, cada vez que algún autor deja de ser maldito y alcanza el éxito: "¡Te has vendido!". Pero, si se olvida todo eso, esa biografía en clave de comedia de Dylan puede disfrutarse sin complejos. Es muy divertido ver cómo se enfrenta a los hippies que pretenden impedirle sacar pasta ("Música gratis, ¿dónde se ha visto?"), cómo saca a los Beatles de Estados Unidos y tantos otros disparates. La splash de presentación corría a cargo de Andru y Esposito y en ella las burlas antisionistas subían de tono. Pero el resto era muy recomendable y realmente incidía en la contradicción que persigue a todo cantautor o creador antisistema: ¿qué hacer una vez que la sociedad que cuestionabas te ha recibido con los brazos abiertos, asegurándote fama y fortuna? La respuesta sin duda roza la esquizofrenia.

Compartir el artículo

stats