Diario de Mallorca

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Narrativa

El hogar de los ancestros

´Los antepasados´, una muestra de la escritura de orfebre de Mary Ann Clark Bremer

Fotograma de la película de Spielberg sobre Abraham Lincoln.

Desde 2012 la editorial Periférica está enfotada en descubrirnos la obra de Mary Ann Clark Bremer (1928-1996), una rareza preciosista que ella dejó minimalistamente organizada en cuadernos de notas. Le toca ahora el turno a la novela Los antepasados, que como todas sus obras tiene algo de pastiche o, más bien, de collage, con ese tono autobiográfico y confidencial, con esos fragmentos de obras literarias ajenas que se introducen en la propia para explicarla y dar razón de lo que es: la búsqueda constante de cierta belleza y el intento de comprensión de un mundo incomprensible, en el que acechan el amor y la muerte, pero en el que también caben la belleza del invierno suizo contemplado al calor de la chimenea, los acogedores anaqueles de algunas librerías de viejo parisinas, neoyorquinas o suizas y, por supuesto, la capacidad de un jarrón de cristal para avivar algún lugar de la memoria que conduce al hogar de los ancestros.

En esta nueva entrega vuelve a aparecer el dolor por la pérdida de Saul (el marido de la autora), pero los auténticos protagonistas son los bisabuelos (Ann y el Ruso): "Uno de mis bisabuelos perdió medio pie izquierdo en la primera batalla de Bull Run, pero encontró el amor en la joven que cuidó cada día de sus heridas tras ser alejado del frente con una simple cura de urgencia. Mi bisabuelo, que también había luchado en la Guerra de Crimea -pues había nacido en Rusia y, más tarde, emigrado a América-, conoció por aquellos días al presidente Abraham Lincoln gracias a uno de sus amigos, el fotógrafo Mathew Brady". Y por supuesto, también en esta entrega estará muy presente el amor, ese amor callado e imposible, distante y melancólico, tan propio de Bremer. Un amor al que ni la bisabuela Ann ni el fotógrafo Mathew Brady serán ajenos.

Otro personaje central de esta novela es la tía abuela Josephine, sufragista, liberal e incomprendida por su padre desde la cuna a la sepultura, pues el Ruso era incapaz de entender el suicidio más que como un acto de cobardía: "Nunca volvió a hablar de aquella hija". Josephine, ese personaje "herido por la vida", hace bueno uno de los aforismos de Mary Ann Clark Bremer: "Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón".

En 1906 se produjo un gran terremoto en la ciudad de San Francisco, y para el Ruso, que por entonces ya era un anciano, fue una nueva oportunidad de hacer negocios a la vez que alcanzaba la condición de benefactor de la ciudad: "Dos de sus barcos, que solían fondear en la vecina bahía de Oakland, se hallaban en Bodega Bay (€). Por telégrafo se ordenó a aquellos barcos que partieran hacia San Francisco y ´se pusieran a disposición´ del alcalde Schmitz. Mi bisabuelo en persona habló por teléfono con éste y le ofreció todos los barcos de que disponía en ese momento, además de los dos que se encontraban en Bodega Bay".

Es curioso observar cómo la orfebrería que Mary Ann Clark Bremer utilizó para poner en pie su escritura consigue, tanto tiempo después, convertir su obra en una especie de miniatura con la que nos deleitamos entrega tras entrega.

M. A. CLARK BREMER

Los antepasados

PERIFÉRICA, 80 PÁGINAS, 12 €

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