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La crisis, todavía

La extinción del término ´obrero´ y la conciencia de clase

El historiador Antonio Fernández Ortiz reflexiona sobre el papel de la izquierda en medio de la devastación de la crisis económica

El paro y la solidaridad, dos componentes de la película de Peter Cattaneo ´The Full Monty´.

Antonio Fernández Ortiz, licenciado en Historia, especialista en la URSS y Rusia, ha publicado multitud de artículos en revistas nacionales e internacionales, es traductor y autor de varios libros y posee una estrecha vinculación con Rusia, donde ha realizado diferentes estudios y trabajos en distintos centros de investigación. Comparte a través de esta obra un análisis lúcido y severo sobre la situación de la izquierda española en un momento que como define el título bien podríamos llamar "la era de la confusión", ofreciendo algunas claves de vital importancia para comprender el origen, desarrollo y alcance de esta crisis económica, social y de valores que nos arroja a una individualidad de cuya devastación somos testigos en diferentes terrenos como el laboral, económico y social.

"En España, y no sólo, las clases dominantes a través de las fuerzas políticas que son su expresión de clase, y mediante actuaciones concretas, se han dedicado en las últimas décadas a debilitar y a romper de forma consciente todos los grandes sistemas y subsistemas que permiten la vida de las personas y la reproducción de la sociedad. El desempleo y la pobreza creados por estas actuaciones han llevado a una situación de terrible desigualdad e injusticia social que se ha justificado como consecuencia de una crisis económica, cuando en realidad la crisis no ha sido más que un instrumento de actuación, la forma aparente de manifestarse el proceso de transformación que se está operando sobre la sociedad española", cabe preguntarse entonces cuál es la situación de la izquierda en este preciso momento en el que no vemos faro o anclaje alguno.

"La emigración, la urbanización de la población, la destrucción del tejido industrial, las reformas educativas, la destrucción de la cultura a través de la televisión, la radio y la prensa escrita, el desempleo y la pobreza han conducido a la degradación de los valores del trabajo, a la destrucción de los vínculos familiares y sociales y a una situación de regresión social de grandes grupos de población que ha dejado de sentirse parte de la sociedad. La masiva exclusión social conlleva el aislamiento y la pérdida de los conceptos de unidad y solidaridad. La persona, en su degradación social se aísla, se atomiza, siguiendo los parámetros del modelo antropológico individualista en el que ha sido educada", este podría ser el diagnóstico superficial del momento histórico pero también personal, la crisis de identidad y valores que sufrimos no sólo como individuos sino como entidad colectiva; una vez perdida la conciencia de clase, tan sólo cabe el individualismo, objeto, deseo y herramienta de dominio buscada por el capitalismo que establece las condiciones exactas necesarias para su subsistencia.

Se establece un hecho fundamental: la desaparición no de la clase obrera que ahora podríamos denominar "precariado" sino del término, ese silencio buscado para la desaparición o exclusión de su significado real y lo que implica ("Nadie habla de la clase obrera. Los medios de comunicación, los políticos, evitan nombrarla como si de la bicha se tratara. Al no nombrarla, no existe. Pero, ¿qué es entonces esa masa de personas, trabajadores en activo o en el paro, que vende cuando puede su fuerza de trabajo y es explotada en forma activa o pasiva? Esta presencia no tiene siquiera presencia física definida. Ahora es apenas una ´sombra´ en la sociedad. En esa nueva condición de ´sombra´ deja incluso de ser un objeto de estudio").

Una clase trabajadora "a la que se consideraba portadora de una serie de cualidades éticas y morales como la solidaridad, el internacionalismo, la lucha contra la explotación y la injusticia, cualidades que se la consideraban inmanentes, consustanciales a su propia naturaleza, ha sido derrotada y desmantelada con los cantos de sirena del sistema que estaban llamados a derrotar y superar".

Lo que no alcanzo a comprender es la mansedumbre elegida, la escasa o nula fuerza del asalto a las calles, la denuncia, la protesta, la rebeldía, la lucha, en definitiva, asumir sin más la injusticia creada para el gozo de una minoría. La carencia de una elaboración teórica de izquierda, la falta de preparación y maduración teórica, la comprensión y búsqueda de análisis de la evolución de los acontecimientos desde una perspectiva histórica nos conduce a la sinrazón actual, el caos. Dónde, nos preguntamos, la necesidad y búsqueda de transformación social.

Como bien señala el autor: "El principal problema con el que se enfrenta la izquierda es la reelaboración de una matriz cognitiva que lleve implícita la elaboración de una cultura de la solidaridad y de la unidad que cohesione al nuevo sujeto histórico que se está gestando y que nos permita entender las relaciones y conexiones solidarias en el largo período histórico y en un mundo cada vez más complejo. Proceso desde luego nada fácil, pero no por ello menos urgente y necesario".

ANTONIO FERNÁNDEZ ORTIZ

La izquierda en la era de la confusión

EL VIEJO TOPO, 99 PÁGINAS, 8 €

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