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Tres colores: negro

La ficción televisiva ha pasado de una segunda división respecto al cine, a tratarse de igual a igual y, en el caso del género negro en su sentido más amplio, a superar a la gran pantalla

´Juego de tronos´, una de las referencias de la producción televisiva contemporánea. hbo/television 360/grok!

Un puñado de sinopsis, para destacar la novedad de los argumentos:

Breaking Bad narra la vida de un frustrado profesor de química de instituto. Al que diagnostican un cáncer terminal. "De perdidos al río", con la ayuda de su alumno más espabilado monta un laboratorio ilegal de drogas de diseño.

The Wire sigue los escarceos entre policía y varias bandas de delincuentes, intrigas dentro del departamento de policía y corruptelas políticas en Baltimore, una ciudad a 300 kms. al sur de Nueva York con una tasa de criminalidad ocho veces superior.

Juego de tronos adapta unas novelas (George R.R. Martin) de corte futurista-seudomedieval en las que varias comunidades luchan a degüello entre ellas con la amenaza de que unos seres sobrenaturales se abalancen sobre todos ellos cuando llegue un invierno duro de verdad.

Estas tres series están entre las cinco mejor valoradas (con centenares de miles de votos) en el portal de Internet IMDB. (Las otras dos son Band of Brothers, ambientada en la II Guerra Mundial, y el documental Planet Earth).

En Los Soprano (9ª) el jefe de un clan mafioso de Nueva Jersey (ciudad satélite de Nueva York) tiene una crisis existencial. Acude a una psicoterapeuta sin renunciar a sus actividades delictivas habituales.

True Detective (18ª) sigue a fuerzas de seguridad rurales intentando resolver crímenes y aflorando los peores vicios y miserias de su profesión.

House of Cards (32º) narra las intrigas de un congresista norteamericano que decide vengarse por no haber sido promocionado a ministro.

También son muy recomendables Dexter, Better Call Saul (curioso spin off de Breaking Bad, protagonizado por un picapleitos con ética y escrúpulos menguantes y su zumbado hermano), Deadwood o Fargo (logradísimo desarrollo del argumento de la película homónima de los hermanos Coen)

Todas estas series citadas son del presente siglo y tienen muchos nexos de unión. El primero, el más obvio es que todas han provocado unanimidad en críticos (decenas de premios, Emmys, Globos de Oro, etc. todas ellas) y audiencia. El segundo es que han revitalizado el género ´noir´ en el sentido más amplio del término. Como concepto, la evolución final desde el blanco y negro primitivo o el tosco amarillo-cian-magenta de los ´Palcolor´ a las pantallas planas actuales. Estos dramas con trama activa, limitadamente introspectiva, que desarrollan el yin, la cara más sombría del ser humano, han roto las últimas amarras con la etiqueta de que la televisión es la caja boba, un entretenimiento familiar y están tomando unos riesgos creativos que ni el cine alcanza en los últimos años.

El tercero, la causa, el origen profundo de esta explosión de talento y ambición, hay que buscarlo en los promotores financieros/exhibidores de esos proyectos. Todas ellas son partos de cadenas de televisión de pago, HBO (Juego de tronos, Soprano, Wire y True Detective) y la competencia que comienza a subirse a sus barbas, AMC (Breaking Bad), Netflix (House of Cards) o FX (Fargo).

Aunque HBO llevaba muchas décadas asentada como la cadena líder de televisión de pago, el punto de inflexión vino cuando, con las cuentas bien saneadas, decidieron arriesgarse con una serie propia destinada a sus clientes más exigentes. Buscaban prestigio, alardear de que no sólo ofrecían palomitas, y si lograban algún galardón y alguna venta internacional, mejor que mejor. Los Soprano (en 1999 arrancó su primera temporada) fue su espolón inicial y les salió redondo, consiguiendo todos esos objetivos y generando además ventas de DVD por todo el mundo que se han prolongado con otras series.

AMC (American Film Classics) nació en 1984 como una canal más de la oferta de pago. Creció, pasó a ser una cadena de televisión independiente y, en 2008, decidió seguir los pasos de HBO. Su primer experimento, Breaking Bad, fue hoyo en uno, utilizando metáfora golfística.

Netflix es la más joven, aunque nada novata, de esas empresas. Fundada en 1998 para vender DVD por correo, enseguida olfateó el potencial del ´streaming´ para ver películas en tiempo real por medio de la conexión de Internet. Adelantó a los otros mastodontes y, como las anteriores, se ha permitido a lanzar su producción propia. Al acecho, pendiente de un éxito sonado, pronto asomará sus garras el megaimperio Amazon.

Las evidencias de que estas series superan en calidad y éxito al cine son múltiples. Muchos de sus actores pasaron de secundarios a primeras espadas en la gran pantalla: James Gandolfini (desolador su prematuro fallecimiento) Bryan Cranston, Idris Elba o Emilia Clarke por citar un puñado de ejemplos. Cierro con una boutade de Brian Raftery en la revista tecnológica Wired: "Si le preguntan a un extraño cual es la mejor película en lo que va de año, podría responder Juego de tronos. Ahí parece que hasta los caballos se van a liar a navajazos entre ellos."

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