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Teatro

Mañana en la batalla piensa en mí

Los espectros en las obras de William Shakespeare

Imagen del ´Ricard III´ que estrenará Iguana Teatre en noviembre.

Cuando hace veinte años Javier Marías (después Premio Formentor) publicó su novela Mañana en la batalla piensa en mí, dejó caer que el título era una cita de Shakespeare, mas no de qué pieza. No había entonces Google, hoy hubiera bastado teclearlo. Sin embargo, cualquier persona de teatro la hubiera podido identificar como perteneciente al último acto de Ricardo III, cuando los espectros de las víctimas de Gloucester acuden a desearle el peor de los finales.

Probablemente el fantasma más célebre de la obra shakespeariana es el padre de Hamlet en Hamlet. De hecho, la pieza arranca con los comentarios de los centinelas de Elsinor sobre las apariciones de esa ánima en pena. Por fin el príncipe danés se encuentra con él y aquí se produce una escena que, si Shakespeare no hubiese muerto hace (exactamente) cuatro siglos, casi se podría calificar de absurda o surrealista. La honda tragedia del fantasma (asesinado por su hermano, que le ha robado trono y esposa) se conjuga con las bromitas de su vástago, en un delirante (y denso) juego escénico.

En Macbeth, el espíritu de Banquo, que acaba de ser asesinado, se le aparece a su verdugo en el banquete en que éste celebra su soberanía usurpada. Sin embargo, aquí es Macbeth el único que lo ve, con el desconcierto manifiesto de sus invitados. Lady Macbeth (la inteligente de la pareja) no tiene más remedio que sacarse una excusa de la manga: "Mi señor padece eso a menudo desde la juventud (€) El trance es momentáneo; un instante, y vuelve en sí".

Nada menos que diez fantasmas se presentan en la tienda de Ricardo III, la víspera de la batalla de Bosworth, en la que perderá el cetro y la vida. Están los de los príncipes de la dinastía rival (Enrique VI y su hijo Eduardo), pero también los de su hermano y sus sobrinos asesinados en la Torre de Londres, los de los cortesanos que fue quitándose de en medio y hasta el de su desgraciada esposa Ana. Con ciertas variantes, todos ellos pronuncian una misma maldición: "Mañana, en la batalla, piensa en mí. Desespérate y muere".

No son los únicos seres sobrenaturales que se asoman a las páginas del bardo. Están las criaturas demoníacas a las que Juana de Arco (una hechicera, para el británico) alimenta con su sangre en Enrique VI y, por supuesto, las brujas de la tragedia escocesa. Edward Gordon Craig no consiguió seducir a María Casares, pero sí abordó estos personajes evanescentes en su estudio sobre Los fantasmas en las tragedias de Shakespeare. Al fin y al cabo, como le dice Hamlet a Horacio, "hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que puede abarcar tu filosofía".

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