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Narrativa

Hogueras en la ciudad

Nueva York es una ciudad tan intensa y fascinante que suele convertirse no solo en el escenario de múltiples novelas, sino, a veces, en una suerte de protagonista coral destinado a mostrar el espíritu y la problemática de los Estados Unidos

Pere Gimferrer (a la izquierda) con Garth Risk Hallberg, en la fiesta de Sant Jordi en Barcelona, el 23 de abril.

John Dos Passos en Manhattan Transfer (1925), Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades (1987) o Don De Lillo con Submundo (1997) son ejemplo de novelas, todas ellas voluminosas, que han intentado recrear el alma de una época a través de la relación establecida entre un grupo de neoyorkinos y la ciudad que les alberga. A la notable extensión de estas historias, se une una voluntad de experimentación estilística y de ruptura de las convenciones más clásicas del relato que busca esa excelencia literaria que las convierta en el sueño de todo escritor: alcanzar el reconocimiento de haber logrado otra Gran novela Americana. Solo que la Gran Novela Americana, si dejamos tranquilo a Herman Melville y a su ballena blanca, a mi modo de ver, no tiene ni por qué alcanzar las mil páginas, ni perderse en senderos expresivos laberinticos. Desayuno en Tiffany´s de Capote, El guardián en el centeno de Salinger o El gran Gatsby de Fitzgerald, además de ser casuales historias neoyorkinas, no llegan a las trescientas páginas, responden al canon más clásico de los relatos, y están en la cumbre indiscutible de la narrativa americana. Pero escribir tochos inmensos, continúa estando tan bien visto como apreciados son los autores que se meten en tales trabajos, léase Michael Chabon o David Foster Wallace.

Ciudad en llamas de Garth Risk Hallberg (Random House, 2016) es la nueva candidata a ser el novelón de la década: mil páginas, estilo endiabladamente elaborado desde la posición omnisciente del autor con acusada vena poética, recurso a textos manuscritos, reproducción de documentos, fotografías y fancines como material adicional para contar la historia, son los rasgos más visibles de esta obra que opta por el protagonismo de una docena larga de personajes, cuyas vidas se cruzan sorprendentemente, y pretenden ser una suerte de mosaico social, algo extremo, del Nueva York de la década de los setenta. Concretamente del periodo que va de la Navidad de 1976 a julio de 1977. Un periodo marcado culturalmente por la eclosión del movimiento punk, por la rebelión contracultural suburbial, por los incendios que escondían turbios intereses inmobiliarios en la ciudad, y por el ambiente de crisis que habían dejado las secuelas de la guerra de Vietnam y el escándalo Watergate. Garth Risk Hallberg, en este turbulento Nueva York, nos cuenta la historia de un grupo marginal de jóvenes, músicos, pintores, fotógrafos, aspirantes a novelistas, amenazados por el impacto de las drogas y la atracción de la anarquía y su extraña relación con los personajes del gran mundo que llevan las riendas en la Gran Manzana. Una historia compleja, plagada de asombrosas coincidencias, desmenuzada con todo tipo de detalles y digresiones que se imbrica, cómo no, con la aparición de un crimen que se va revelando como un nexo trágico entre todos los personajes y que conduce a un clímax final muy poderoso: el del célebre apagón del 13 de julio de 1977 que sumió a la ciudad en el caos, debido a las oleadas de vandalismo que se sucedieron y a unas pérdidas económicas que superaron los mil millones de dólares. Entre la ficción y la prosa documental, este capítulo dramático del apagón, se erige en el pasaje clave de la novela donde todas las preguntas y enigmas planteados comienzan a desvelarse dando un buen impulso a una historia excesiva que, en muchos momentos, amenazaba con estancarse en el prolijo detallismo de su ambición globalizadora. Detalle curioso; mientras Risk Hallberg nos entrega esta "novela estanque" más que "río" sobre la ciudad de los rascacielos, reaparece , gracias a los dioses, Fin de semana en Nueva York de Josep Pla (Destino, 2016): un monumento a la sencillez y la claridad expresiva, una obrita maestra de la literatura de viajes, llena de sentido común y de tan sabias consideraciones que parece que fue escrita ayer y no en el lejanísimo 1954.

GARTH RISK HALLBERG

Ciudad en llamas

Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

RANDOM HOUSE, 984 PÁGINAS, 24,90 €

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