El nuevo intendente del Palau de les Arts de Valencia, el director de escena italiano Davide Livermore, no busca el acomodo en sus actuales responsabilidades líricas. En poco más de un año ha conseguido centrar la actualidad del equipamiento en su actividad lírica, sorteando etapas duras y muy negativas para la marcha de la que se ha convertido en una de las más relevantes casas de ópera españolas.
Como apuesta a tener muy en cuenta de la temporada en curso, Livermore ha presentado una nueva producción de Idomeneo y ha querido alejarse de las habituales versiones historicistas ante un argumento que permite jugar con holgura con la dramaturgia. Una visión de la obra futurista y descarnada, con el mundo interestelar como telón de fondo, le da nueva vida a una trama, minuciosamente trabajada en sus aspectos dramáticos, con fuerte carga expresiva y adecuados soportes en su discurso narrativo en el que la parte visual, con una impactante videocreación a cargo de D-Wok y una coreografía valiente y contemporánea a cargo del ovetense Leonardo Santos. La naturaleza y su poder mandan y el poder tiembla ante su fuerza desmedida, ante sus caprichos sin control. Con ese sustrato de fondo, todo adquiere una visión tremenda, casi telúrica.
Desde el foso Fabio Biondi aportó, al frente de ese sensacional instrumento que es la Orquesta de la Comunidad Valenciana, una versión llena de matices, rica e imaginativa en la que las texturas melódicas mozartianas brillaron especialmente. Es un verdadero lujo contar con el maestro Biondi en un repertorio que afronta con criterio y especialización. Esa misma calidad fue extensible al impecable coro de la casa. El reparto, de alto nivel, redondeó la velada. Lo capitaneó Gregory Kunde, uno de los escasos milagros vocales de nuestro tiempo, que afrontó el rol de Idomeneo con la bravura y la excelencia que son habituales en sus interpretaciones. Estupenda, en carácter y expresión, Monica Bacelli como Idamante y bien resuelta la Ilia de Lina Mendes. También Carmen Romeu destacó como una Elettra vital, arriesgada y de fuerte presencia escénica. A ellos hay que sumar tres intérpretes procedentes del Centro Plácido Domingo de perfeccionamiento musical que el propio Palau alberga -Emmanuel Faraldo, Michael Borth y Alejandro López-. Una muestra más de los magníficos resultados que está adquiriendo este proyecto ya consolidado. Entre todos fraguaron uno de los más sólidos resultados artísticos de la temporada en curso.
