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Cine

Supersaturados

Las trillonarias recaudaciones de las adaptaciones al cine de cómics de la editora Marvel y el intento de coger su rebufo por parte de la DC han provocado una nueva resurrección de los superhéroes que roza, por la inercia, el límite de saturación

Los tres superhéroes de ´Batman contra Superman´, de Zack Snyder.

Batman contra Superman: el amanecer de la justicia ha provocado uno de los divorcios más sonados -recientes- entre críticos y público. Dato empírico: Rottentomatoes, el portal que agrupa a los principales críticos anglosajones y un creciente número de foráneos, le otorga un mísero 28% de pulgares enhiestos. En IMDB la nota media de 164.000 internautas/espectadores es 7,4 sobre 10. ¿Pedantes contra paseantes? ¿Ricos contra -intelectualmente- pobres? ¿Desquicie o paradoja?

Buceemos un poco en la historia de los convidados de piedra, los superdotados protagonistas de esas histori(et)as. Los superhérores se auparon y se asentaron en lo peor de la crisis del 29 y tras la segunda posguerra mundial. Cuando mucha gente pasaba grandes penurias y con tasas de crimen elevadas, ofrecían un escapismo cómodo. Salvapatrias sin vicios humanos ni egos sobrehumanos.

En la segunda mitad del siglo XX el interés tuvo altibajos. A finales de los 80 se comenzó por fin a buscar al público no infantil o no fanático del género con Watchmen como obra destacada, emblemática y crítica. En la década y media del presente siglo el género se ha reanimado. Causas evidentes: geopolíticas (crisis económica, declive de los imperios ruso y americano, persistencia de muchos terrorismos -el islamista ha sido apartado de la ficción por la hipersusceptibilidad de sus creyentes-). La mejora brutal de los efectos especiales gracias a la informática. Y el éxito del salto al cine de la Marvel, con guiones muy sólidos y muchos actores de primera fila. En taquilla, esa productora sobre todo ha logrado la alquimia de aunar, convertir, a leales y escépticos.

Para mantener el listón alto, guionistas e ilustradores se han aplicado en diferenciar a los superhéroes. Entre ellos y con los humanos. Por un lado, los superpoderes que son su seña de identidad. Por otro, rasgos humanos para que sean mucho menos que extraterrestres. Tras las últimas entregas apreciamos que comparten el ying y yang, altruismo y egoísmo, decisión y precipitación, modestia y paranoias.

Por ahí bien. El caballero oscuro (Cristopher Nolan, 2008) unió por fin a público y crítica, mostrando a un hombre atormentado, al borde de tirar la toalla ante uno de los malvados más logrados de la historia del cine, un Joker magistralmente encarnado por Heath Ledger.

Si el lifting de Batman, o Spiderman (digna también la versión de 2002 dirigida por Sam Raimi con Tobey Maguire) gozan de buena salud, Superman sigue añorando a Christopher Reeve. Su encarnación de 1978 es la más valorada. La penúltima de Zach Snyder, bueno...

El caso es que mejor o peor criticadas, el respetable ha respondido. Al constatar su glotonería por este género, o como mínimo la laringe abierta, las productoras se han lanzado a tumba abierta en su caza. Sin casco, sin frenos, sin retrovisor, ¿sin mapa? Productos de digestión ultrarrápida y nutrición (intelectual) ínfima. ´Crowd-pleasers´; literalmente, ´gustamultitudes´.

Batman contra Superman es el mejor/peor ejemplo de este año. La editora/productora DC no ha logrado reunir/mostrar un talento equiparable al de su rival por (hipótesis) ¿desidia? ¿incompetencia? ¿soberbia? de los productores. Han juntado dos machos alfa en una ratonera. Lo probaron antes en cómic, es cierto; como también que sus peleas y sus reconciliaciones suenan muy falsas, un ´trágala´ más en la larga lista. Para los no fanáticos de ese género es aburrida.

O no sólo los fanáticos, porque la recaudación, como he señalado al inicio, va disparada. Pero es evidente, para cualquiera con un mínimo de inteligencia, que el éxito se debe más al efecto placebo, escapismo puro y duro, que a su calidad, entendida como un mínimo de coherencia en el argumento y chicha en los personajes. El ´vale todo´ no debería valer; El caballero oscuro ha demostrado lo contrario.

Este gatillazo de Batman y Superman ha sido el último torpedo de una santabárbara aún bien surtida. Para este y los próximos tres años están en marcha dieciocho películas de superhéroes sólo de estas dos productoras (Marvel y DC).

¿Responderá el público? Sospecho que sí (con alguna excepción) porque la presión mediática para promocionarlas no regateará impactos. La única buena noticia es que entre medias de tanta épica hay sitio para el humor, la moderada irreverencia. Kick Ass (Mathew Vaughn, 2010), o las muy recientes Ant Man (Peyton Reed, 2015) y Deadpool (Tim Miller, 2016) nos recuerdan con gracia lo que todos sabemos y nadie puede decirles a la cara a los superhéroes. Que son lo que son, les guste o no nos guste. Feriantes de un sofisticadísimo circo.

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