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Narrativa

Antes de que lleguen las hormigas

´El último de la estirpe´, las narraciones de Fleur Jaeggy

Fleur Jaeggy, por Franco Battiato.

Fleur Jaeggy, autora de origen suizo que vive en Italia y escribe en italiano, llega precedida de una impresionante lista de premios literarios que merece la pena reseñar: el Premio Bagutta y el Premio Boccaccio Europa por su novela Los hermosos años del castigo (1989); el Premio Vailate Alderigo Sala, el Premio Donna Città di Roma y el Premio Viareggio por su obra Proleterka (2001), que además fue elegida "Libro del año" en 2003 por el Times Literary Supplement. Su volumen de relatos El temor del cielo (1994) recibió el Premio Moravia, y El último de la estirpe ha obtenido el Premio Literario Internacional Giuseppe Tomasi di Lampedusa 2015.

El último de la estirpe es una colección de narraciones muy breves, de frases cortas y temática clara. El tema más importante es la muerte en sus varias manifestaciones: "El veneno. El accidente de coche. El fuego. El incendio doloso. Y el sano y sencillo tiro de revólver"; como ejercicio preparatorio, el personaje de Adelaide "una vez metió la cabeza en una bolsita de plástico y se la ató al cuello con un cordón". Consecuencia de esto, otros asuntos preferidos de esta colección son la soledad, el silencio, el insomnio, la nada. Pero si tenemos en cuenta que Jaeggy conoció a Ingeborg Bachmann y a Thomas Bernhard, y que tradujo al italiano a Marcel Schwob y a Thomas de Quincey, su mundo literario no se precipita al vacío, sino que contribuye con páginas magistrales a una fructífera tradición europea de escritura desasosegada.

Jaeggy, en "La heredera", hace jugar a una niña con las llamas en medio de un pavoroso incendio, en "La elección perfecta" la madre, "tras reflexionar sobre las distintas maneras de morir, estuvo absolutamente de acuerdo con su único hijo" en la forma de suicidio que había elegido. En "La visitante" los personajes de los cuadros de un museo se visitan a sí mismos en una "ceremonia de la no existencia: permanecer en la propia cárcel, en la cárcel pintada, y observar la propia nada". Y así, sucesivamente, hasta convertir el mundo en que nos movemos en, según palabras del editor, un escenario apocalíptico.

Decía el crítico francés Michel Riffaterre que la intertextualidad (el diálogo entre los textos) la producía, en gran medida, la persona que lee, con su bagaje literario, y con mucha frecuencia vemos refrendada su teoría. En la última novela traducida de Camilla Läckberg, El domador de leones, la Niña, uno de los personajes centrales, resulta poco convincente, pero hete aquí que es retratada perfectamente en la narración breve de Jaeggy "La heredera", donde otra niña (esta vez con minúscula) "No quiere dinero. Destruir. Sin motivo. Furia [€]. Destruir el universo. Nada tiene importancia. La mirada triunfante y malvada".

La intertextualidad de la colección de relatos de Jaeggy se completa en el título, que puede haber sido tomado de una frase muy citada de Gabriel García Márquez de Cien años de soledad (1967): "El primero de la estirpe está amarrado en un árbol y al último se lo están comiendo las hormigas". Si bien Jaeggy, en la historia que da título a la colección, cita un dicho del cantón suizo de Rhäzüns según el cual "el último de una estirpe suele morir a manos de sus hermanos muertos". En todo caso, la autora lo deja claro, no hay espacio para el optimismo, vivimos atados para perecer, pero antes de que lleguen las hormigas da tiempo a desarrollar el sentimiento trágico de la vida.

FLEUR JAEGGY

El último de la estirpe

Traducción de Beatriz de Moura

TUSQUETS, 192 PÁGINAS, 17 €

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