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Cine

Manchego al borde de un ataque de nervios

El azar ha puesto a Pedro Almodóvar (y su hermano) bajo la lupa de una presunta operación fiscal justo antes del estreno de su última producción, ´Julieta´. No está en su momento de mayor popularidad. ¿Fue merecida en sus añorados 80 y 90?

Rossy de Palma y la fallecida Chus Lampreave en ´La flor de mi secreto´.

Arranco con los ´papeles de Panamá´. Es uno de esos casos que jurídicamente se prestan a la inversión de la carga de la prueba. Poquísima gente va sólo a ver las compuertas del canal o a los descendientes de los indios Kuna. Por poco tiempo y dinero que movieran los Almodóvar, sólo mojar la puntita del dedo en aguas de ese paraíso fiscal ya huele muy mal.

Pasando de lo personal a lo profesional, el estreno de la última película de Pedro, Julieta, es una buena ocasión para repasar su carrera e intentar entender la polémica que en los últimos años persigue al manchego. Una obviedad: Es más querido fuera de España que dentro.

¿Por qué?

Complejísima pregunta. Dificilísima respuesta porque parece que se mezclan un conjunto de factores personales y profesionales. Genio artístico y mal genio entre algunos que le han tratado. Talento innegado y ambición indisimulada, reconocidos tanto por defensores como detractores. ¿Fuera de España hay menos cainismo, menos celos? ¿O están menos al tanto de la soberbia que mostró en los momentos álgidos de su carrera?

Fundido a negro.

Sigo con esta línea de pensamiento crítico (después intentaré apuntar desde el banquillo del manchego). Uno se pregunta además si su éxito, sus premios, son merecidos. Si se deben realmente a su talento, a la calidad de sus obras, o a que supo ´venderse´ muy bien, a su mezcla de provocación, creación de un mundo muy personal y reconocible y un don innato -eso sí es innegable- para las relaciones públicas. Si su homosexualidad patente influyó mucho, poco o nada en ese éxito. Y si su relación con los espectadores está sufriendo una reacción similar a los amores longevos. Pasados los momentos de flechazo, llega el tedio, la hipersensibilidad ante los renuncios o defectos del otro. Además, su alineamiento político (con partidos de izquierdas) ha sido una muestra de sinceridad pero ha aumentado su lista de detractores.

Fundido a blanco.

El que tuvo, retuvo. Los méritos del manchego están ahí, y muy pocos en nuestro país pueden igualarlos: Oscar a la mejor película de habla no inglesa (Todo sobre mi madre, 1999) y otro al mejor guión (Hable con ella, 2002). Globos de Oro por esas dos películas. Premio al mejor director en el Festival de Cannes por Todo sobre mi madre; y al mejor guión por Volver (2006). Goyas, Césars (franceses), Baftas (ingleses)... IMDB contabiliza 117 premios y 100 nominaciones. En el año 2000 la revista Hollywood Reporter le colocó entre los 100 (puesto 64) directores mundiales más influyentes de ese momento. Alevoso pensar que todo eso se debió sólo a astucia creativa y don de gentes.

Vamos con los temas. Se llegó a considerar a Almodóvar el heredero de Buñuel. No lo comparto porque el maño me parece insuperable, por vida y obra. Sí considero meritoria la elección de temáticas de Almodóvar. Su finura en el retrato de las mujeres. Las madres como inspiración, como reactivos. Denuncia de la represión, dura en dictaduras, sutil en (seudo)democracias, de los marginados, los homosexuales, los buscavidas, los transexuales, los bisexuales. Miradas, personajes, muy abiertos de mente. Sexo y drogas mezclados con folclorismos como cancioneros populares o tauromaquia. Humor negro, anticlericalismo irreverente e inteligente. Dramas sentidos, creíbles incluso en situaciones extremas. Cinefilia buena y bien disimulada, Douglas Sirk, Elia Kazan, Hitchcock... sin renunciar a su estilo. Cultura literaria (ha adaptado a Ruth Rendell y ahora a Alice Munro). Juegos con el espectador como matrioskas (historias dentro de historias)...

Otra cualidad positiva es su energía. Veinte películas en treinta y cuatro años. Un ritmo frenético, con el mérito de que, salvo los últimos filmes, apenas tuvo altibajos. Escribiendo y dirigiendo, doble de trabajo, triple responsabilidad. Mucho olfato además (de los dos hermanos) produciendo otras películas (Relatos salvajes de Damian Szifron ha sido un inesperado éxito). Eso es sana ambición, pasión por la profesión.

Sin embargo, en los últimos estrenos parece que el duende ha comenzado a esquivarle. Los abrazos rotos sonaban impostados. La piel que habito era un tema incómodo, casi desagradable. Territorio Cronenberg, no Almodóvar. Y Los amantes pasajeros fue un batacazo estúpido. Un guión soso, plano, que debería haberse metido en un cajón sin contemplaciones, actores y director desganados.

Reflexión final, antes de ver Julieta. Se detecta cansancio en muchos espectadores. ¿Se ha agotado su mecha creativa? ¿Es el momento de un digno mutis por el foro -cuando pase el escándalo de Panamá-? ¿O tiene todavía -mal que les pese a algunos- buenas historias y emociones por contar?

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