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Paseo de ronda

No le digas a mi madre que soy artista

Debate en el Espai Fleming, el pasado viernes.

El jueves 7 me correspondió moderar la mesa redonda sobre Pedagogía teatral, con motivo de los diez años (¡felicidades!) de la Escola Superior d´Art Dramàtic de les Illes Balears (ESADIB). Intervenían Juan José Montaño, director general autonómico de Ensenyament Superior; Martí Fons, secretario académico de la ESADIB; y Anna Estrada y Rafael Ruiz, responsables respectivos del Institut del Teatre y la Real Escuela Superior de Arte Dramático, que son algo así como el Barça y el Madrid, pero en enseñanza escénica. Ruiz se refierió al "síndrome Piscator", que consiste en avergonzarse de ser artista; por el director de escena de ese apellido que, cuando le preguntaron en las trincheras de la I Guerra Mundial por su ocupación en la vida civil, prefirió responder que se dedicaba a otra cosa. Me acordé de lo que decían de este gremio: "No le digas a mamá que soy periodista, ella cree que toco el piano en un burdel".

El viernes 8, artistas y gestores culturales se reunían en el debate Emergents vs emergits, emergits vs submergits, "primer encuentro intergeneracional de la cultura", en el Espai Fleming de Palma, a iniciativa de Andreu Carles López, Paco Espinosa y Miquel Martorell. También en este encuentro me toca el papel de moderador y, curiosamente, también sale a relucir la consideración social del artista. Bueno, pues yo sí les reconozco: a Pep Canyelles, Margalida Escalas, Horacio Sapere, Patxi Echeverría, Ferran Aguiló€ y un muy largo etcétera.

Nos ha dejado Miquel Duran Pastor, una de esas personas que reunían las condiciones de narrador y de intérprete de la Historia contemporánea: esa que es la que hemos vivido nosotros mismos. Van desapareciendo los artífices de la Transición, aquel pequeño milagro, ahora bastante denostado. Éramos más jóvenes. Con el tiempo, los recuerdos los vamos almacenando en un arca, para sacarlos y darles brillo en las tardes de lluvia.

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