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Narrativa

Hombre rico, hombre pobre

Dos caras de Nueva York a través de las vidas de dos hermanos

Hombre rico, hombre pobre

En Nueva York, probablemente como en pocos otros lugares en el mundo, conviven la mugre y la gloria. John Freeman -escritor de éxito y antiguo editor de Granta- es tan consciente de esto como su hermano Tim -durante un tiempo persona sin hogar en la ciudad que nunca duerme-, de ahí que la historia de ambos diera a este libro tan dickensiano título. Como todas las buenas historias, la de Nueva York es una historia de familia.

"Hace algunos años compré un piso en Manhattan con el dinero que me había legado mi abuela (€). Mi abuela apareció del más allá para sacarme de una clase social y meterme en otra", nos cuenta John. "Entre tanto, al otro lado de la ciudad, mi hermano menor vivía en un albergue para indigentes".

Por su parte, Tim nos dice: "Es más difícil recordar las circunstancias que me llevaron a ser un sintecho que recordar la experiencia de ser un sintecho. Estaba enfadado por una herencia familiar, estaba enfado con mi padre, era infeliz con mi vida€ y, sobre todo, siempre había querido vivir en Nueva York".

Y es también Tim, con su prosa transparente, quien mejor nos define la costra que hay tras el esplendor de una ciudad fascinante: "Creo que la ciudad que siempre me atrajo fue la Nueva York inalcanzable (€). El consumidor medio del país está expuesto semanalmente a cientos de referencias de la ciudad que generalmente muestran su lado positivo, divertido, rico y glamuroso. Nos muestran al joven bohemio hipster, a la modelo chic y a la sofisticada mujer de mundo. Lo que estas referencias no suelen plasmar son las largas colas en las oficinas de la asistencia social, ni a los niños que duermen en albergues, ni a la madre soltera que vive de prestaciones sociales y recibe una orden de desahucio, ni a los inquilinos de un edificio que se quedan sin gas porque el casero no ha pagado a la empresa suministradora".

Efectivamente, Nueva York es la historia de dos ciudades, la rica y la pobre, y de las personas que la habitan y la visitan. Y este libro, con las historias que los escritores que viven o vivieron en esta ciudad nos cuentan -unas reales, otras ficticias-, da fe de que hace falta una sobredosis de energía para salir adelante allí. Escritores consagrados -Junot Díaz, Jonathan Safran Foer, Teju Cole, Zadie Smith, Edmund White- conviven aquí con otros desconocidos para nosotros -la jovencísima Chaasadahyah Jackson, es solo un ejemplo-, y en sus muchas historias siempre son preferibles las más directas y autobiográficas -que pocas veces coinciden con los nombres más famosos- a las más literarias.

Relatos como los de Rosie Schaap tras la barra de un bar o el de Akshil Sharma, cuyo bagaje familiar, de emigración y pobreza en Queens, le enseñó a valorar tan bien las cosas que dejó un suculento puesto como banquero de inversiones para convertirse en escritor, son las que hacen que este libro merezca la pena.

Y es que ya se sabe, Nueva York, Nueva York, ese lugar, lo dejó escrito William Maxwell, donde se pue­de llorar por la calle en perfecta intimidad.

JOHN FREEMAN (ED.)

Nueva York: Historias de dos ciudades

Prólogo de Antonio Muñoz Molina

Traducción de Magdalena Palmer

NÓRDICA, 397 PÁGINAS, 22,95 €

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