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Poesía

Mientras quede memoria

´Tiempo de balcones´, último premio Paul Beckett de poesía, es el segundo libro de Luis Moreno (Madrid, 1966) tras ´Defensa de la noche´, que obtuvo el Gerardo Diego en 2005

El poeta Luis Moreno, Premio Paul Beckett por ´Tiempo de balcones´.

Poeta sin prisas por publicar, Moreno propone en su libro una sencilla mirada elegíaca ante la frágil realidad del ser humano, no exenta ni de una aspiración trascendente -que se anuncia desde el epígrafe inicial de Ramón Andrés ("El cielo es cuanto queda de nosotros")- ni de una constancia solidaria que busca la lucidez en medio de las miserias colectivas.

"Cose el tiempo a su enagua/ cristal de azúcar./ Pura precariedad, permanecemos", dice el poeta, y es la consideración de la fugacidad la que a lo largo de todo el libro sirve de estímulo al esfuerzo de la escritura por recrear la plenitud del instante, la intensidad del sentimiento amoroso, el valor del acto creador de belleza en todo arte. El poeta elabora sus imágenes con una clara voluntad de expresar su aspiración a la plenitud en pos de una mística de lo real. Así, en "Íntima quiromancia", el dedo "gota a gota señala a las estrellas,/ luz salpicada sobre la espalda herida/ del ciervo inalcanzable de la noche".

Pero la elevación hacia la luz celeste de la que parten las primeras imágenes del libro en la sección primera, "El envés del azogue", no es más que un punto de arranque para afianzar la radical afirmación de lo inmediato humano, su daño y dignidad inextricables. Se crea así un juego de perspectivas cambiantes de la imaginación vertical que el magnífico poema "Deconstrucción de Tiepolo" clarifica: frente a las perspectivas en contrapicado del pintor veneciano, el poeta afirma: "El cielo de la tarde/ reflejado en un charco/ es mucho más hermoso/ que el alto de la luna y las estrellas./ Flotan en estas nubes/ insectos diminutos/ mientras aquellas cruzan inasibles,/ y el azul toma aquí color de vida,/ color de media tenue/ y zapato gastado".

No es la referencia a los cielos de Tiepolo la única ocasión en que Luis Moreno recurre al apoyo en el arte: en "Un temblor en los dedos" la música de Ernesto Halfter propicia una imaginación visionaria de armonía mientras el sonido dura. De igual manera, en "Contemplación de El Bosco" -ya en la sección central del libro, significativamente titulada "Los días estrechos"- el estímulo visual propicia la expresión visionaria de un despojamiento en la intuición de la mortalidad: "un dios amnésico dispone la lluvia,/ el fuego, el hambre,/ sobre el tablero curvo de su mente/ y, sin prisas, empieza a concebir el reglamento/ de lo que pueda, acaso, ser la nada,// o el futuro". En sintonía con este, el poema "Pateras", inmediatamente después, y evocando con los Argensola el desengaño barroco -"Es mentira el azul./ El azul lo tiene la mirada,/ lo pone la mirada sobre el mar para alejar el miedo"-, acude a una triste realidad contemporánea para evocar la difícil aspiración a la precaria salvación colectiva.

En la sección final, "Confianza del náufrago", el poema "Lucien Freud, autorretrato" enlaza el realismo crudo del pintor inglés con la sobria constatación de la escéptica pero esperanzada lucidez con que el libro se cierra: "Se oxida la manzana mordida mientras me miro en el espejo. Suena la vida/ rota, gotea/ interminable/ contra la porcelana del/ retrete./ No son precisas más metáforas:/ basta mirar el mundo". Y, sin embargo, "Memoria y sueño y todavía", cerrando el libro con ese "todavía" machadiano, pone una nota esperanzada más allá de las certezas racionales: "en defensa propia se miente/ para sobremorir mientras/ nos quede memoria/ y/ sueño/ y/ todavía". Con toda su riqueza de matices de la que estas líneas son sólo una muestra Tiempo de balcones consolida una convincente escritura de madurez poética.

LUIS MORENO

Tiempo de balcones

Premio Paul Beckett

FUNDACIÓN VALPARAÍSO, 56 PÁGINAS

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