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Ensayo

Los medios y la batalla final

Julia Cagé, profesora del Instituto de Estudios Políticos de París.

Aún pueden verse en el horizonte las llamas humeantes del mortero y a los últimos soldados horadando con sus palas la arena que una vez fue su trinchera, cuando todo era posible y los medios de comunicación, especialmente los de papel, eran vistos como los prestatarios de un servicio público tan esencial como la sanidad o la educación. Pero hete aquí que internet ha revolucionado el patio mediático, dando una puñalada mortal en el lomo de periódicos y revistas y multiplicando, como un reguero de pólvora, la lista de agoreros que preconizan el fin del papel. Pero esta crisis cibernética, que se coaliga con la económica en una máquina de engullir medios cuasi perfecta, también afecta a radios, televisiones y sitios web informativos, que no pueden rentabilizar su inversión porque la publicidad en el ciberespacio aún no pesa tanto como en papel. "¿Qué hacer?", se preguntaba Lenin ante la necesidad de confrontar la teoría con la praxis marxista y concretar los efluvios comunistas en acción directa. ¿Qué hacer con los medios? ¿Hay salvación? Julia Cagé, economista francesa doctorada por la Universidad de Harvard y profesora del Instituto de Estudios Políticos de París, acaba de proponer una vía de solución que pasa por refundar los medios, respaldándolos con una fórmula mixta a medio camino entre las fundaciones y la sociedad por acciones, una reelaboración teórica con mimbres de la economía social del conocimiento que recoge el crowdfunding y bebe de la filantropía para cuadrar el círculo y poner en el centro de la diana la independencia periodística, los intereses de los lectores a ser bien y verazmente informados y los naturales deseos del socio capitalista de recoger algo de lo invertido en forma de beneficios

En el ensayo Salvar los medios de comunicación, prologado por el economista Thomas Piketty, la autora hace un repaso mediático por las grandes cabeceras mundiales y la crisis que arrastran desde los cincuenta en cuanto a caída de facturación publicitaria y tirada, un descenso a los infiernos mediáticos acelerada, tal vez, por la crisis de internet y la enorme depresión financiera de la que ahora nos recuperamos tímidamente. Viene a mantener que los medios siempre superaron sus cíclicas crisis de identidad y falta de liquidez y que esta no es más que otra de esas brechas en la que el periodismo debe lograr financiación sin perder su esencia, como contrapeso democrático del poder político. Hay menos periodistas trabajando, sí, pero las nuevas plataformas digitales necesitarán de periodistas que sigan contando historias - "moviendo el culo y saliendo a la calle", que diría Gay Talese, uno de los grandes-. Sin embargo, no han funcionado las cooperativas de redactores, tampoco ve con buenos ojos el altruismo financiero de grandes hombres de negocios que ahora se han metido a editores -un riesgo para la independencia periodística- y, por supuesto, concluye con bastante precisión que la caída de ventas y difusión tiene que ver con que menos periodistas en plantilla es igual a menos calidad y a una mayor desafección de los lectores. Eso es así. Por tanto, para favorecer un trampolín que permita a los medios, especialmente a los de papel, mirar con esperanza tímida al futuro es necesario hallar una respuesta en la hibridez de los factores que sustentan el negocio periodístico: seguir haciendo periodismo libre e independiente y ganando dinero para reinvertirlo en el periódico o revista y dar beneficios a los accionistas. Y eso puede conseguirse con esta propuesta a medio camino entre la fundación (que respalda a grandes grupos alemanes, esencialmente) y las posibilidades del non-profit bien entendido y el negocio capitalista de siempre. Accionistas con menos poder de decisión, lectores empoderados y redactores libres e independientes.

Aboga, eso sí, por un redefinición de las ayudas a los medios y por una regulación estatal de esta nueva fórmula híbrida de sociedad mediática. No es una propuesta cerrada sino que ahora, sostiene, es cuando hay que empezar a debatirla.

JULIA CAGÉ

Salvar los medios de comunicación

Traducción de Joan Rimbau

ANAGRAMA, 144 PÁGINAS, 14,90 €

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