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Historia

Uso y abuso del siglo XVIII catalán

Roberto Fernández Díaz reflexiona sobre la deformación política del pasado en el libro que ha merecido el Premio Nacional de Historia

´1714´. musical producido en Barcelona en el tercer centenario del asedio borbónico a la ciudad.

Roberto Fernández, catedrático de Historia Moderna de la Universitat de Lleida y uno de nuestros más destacados modernistas, profundo conocedor de la historia del siglo XVIII en Cataluña, ha recibido el Premio Nacional de Historia de 2015 por su libro Cataluña y el absolutismo borbónico. Sin duda, por su planteamiento (un riguroso análisis de la historiografía catalana sobre el Setecientos catalán desde el XVIII hasta hoy) y la tesis que mantiene el libro (el uso y abuso con que la historiografía nacionalista catalana ha tratado la actuación borbónica en Cataluña durante esa centuria) es, sin duda, un libro oportuno en el contexto del pulso secesionista que la Autonomía catalana está planteando al Estado español.

Desde luego, alguien podría malpensar que en vez de oportuna, esta obra no es sino una muestra de oportunismo por parte del autor, dada la actualidad de la cuestión catalana. Lo que hay que descartar en este caso porque estamos ante un libro que su autor comenzó a preparar hace siete años. Y aún más. Si así fuera sería lo de menos porque lo que le da validez es su riguroso y aprovechable o contenido y los propósitos que le han guiado. Porque, además de haber demostrado la manipulación político-ideológica con que esa historiografía catalanista ha tratado la etapa del absolutismo borbónico en Cataluña, el autor desarrolla, además, en sus páginas. una oportuna, pertinente y profunda reflexión sobre el mal uso de la Historia como justificadora y legitimadora del presente político. Mal del que ha adolecido en gran medida esa historiografía nacionalista catalana sobre el siglo XVIII que el autor ha analizado y constituye el núcleo de su libro.

Abuso y deformación historiográfica que no sólo el autor constata entre los historiadores catanes del siglo XVIII (Antonio de Capmany y Llacert Dou), sino, sobre todo, entre los del siglo XIX a través de la historiografía romántica nacionalista catalana e integrista (Bofarull y Torres i Bages, respectivamente). Esa historia filonacionalista catalana continúa hoy con una actualizada historiografía catalana de cuño nacionalista, a la que pertenecen importantes historiadores profesionales y de la Academia que pueden encuadrarse en el marco de un paradigma neoaustracista de base progresista (Joaquim Nadal y Josep Fontana, entre otros). Frente a ellos, otros historiadores, como el autor de este libro y el catedrático y destacado modernista Carlos Martínez Shaw, mantienen, en cambio, una visión renovada del carácter positivo que tuvo para Cataluña el reformismo borbónico. Entre la visión nacionalista y deformada de la historiografía decimonónica y estos dos paradigmas encontrados actuales, hay que situar la visión revisionista de aquélla encabezada por historiadores de la talla de Jaume Vicens Vives y Pierre Vilar.

El balance de ese recorrido de tres siglos de la historiografía catalana en torno el siglo XVIII catalán es claro para el autor: la importancia de la visión austracista del siglo XVIII derivada de los planteamientos ideológicos del nacionalismo catalán. La prosperidad innegable del desarrollo de la economía y la sociedad en la Cataluña setecentista lo fue para ellos "a pesar" del régimen borbónico, que trituró, mantienen, la singularidad catalana y hasta incluso persiguió a los defensores del nacionalismo catalán. Esto es: más agravios después del Gran Agravio de la derrota austracista de 1714. Interpretación que Roberto Fernández considera sesgada y maniquea y cuyo fin no busca sino legitimar, tanto ayer como hoy, los planteamientos políticos del nacionalismo catalanista.

Dado lo expuesto, no es, pues, arbitrario ni está fuera del contexto del libro que el autor acompañe su análisis historiográfico con una reflexión sobre el frecuente uso y abuso de esa "Historia" que se subordina a los intereses e ideologías políticas como suele ocurrir con la historia nacional y nacionalista y en la que a menudo, y esto es lo grave y triste, colaboran la Academia y los historiadores profesionales. Porque el historiador no debe "fabricar" memoria nacionalista, sino ciencia y contribuir con ella, dada la inherente función social del conocimiento histórico, al derecho de los ciudadanos a tener al alcance de su conocimiento una historiografía no sesgada y elaborada con la mayor calidad científica posible como parte de su necesario bagaje cívico. Planteado esto por nuestro historiador no desde un positivismo cerril, sino desde la conciencia de que toda interpretación historiográfica tiene siempre su connotación ideológica, pero debe ser conscientemente imparcial y construirse con hechos y datos veraces, y planteamientos e interpretaciones no sesgadas congruentes con esos datos y hechos.

En fin, un libro más que aprovechable y de gran actualidad, merecedor, sin duda, del premio que ha recibido y cuyo contenido es fácil pensar que pueda ser objeto, en el contexto actual del secesionismo catalán, de instrumentalización política, como ya lo ha sido, por el propio ministro de Educación, Cultura y Deporte, el señor Méndez de Vigo.

ROBERTO FERNÁNDEZ DÍAZ

Cataluña y el absolutismo borbónico

CRÍTICA, 648 PÁGINAS, 29,90 €

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