Diario de Mallorca

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Memorias

A oídos de la vida

Williams y De Niro en ´Despertares´, sobre libro de Oliver Sacks.

Es evidente que la montaña es la vida, que las curvas representan las espatas, que la motocicleta es el deseo. Estoy seguro de que a Oliver Sacks le gustaría esta metáfora. Unas líneas más poéticas que científicas para introducir el libro donde el autor de Despertares, Un antropólogo en Marte, Con una sola pierna y de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, basados en casos de pacientes neurológicos a los que había tratado y transformados en historias cercanas al género del relato, hizo el último de sus viajes. Hacer caja de la vida como diario, como mapa de carretera, como cartas de amistad, de amor y de familia. Igual que una despedida de sí mismo. A mucha gente le gustaría cerrar los ojos sobre un papel blanco y contarse lo que ha sido, aquello que se dejó en una curva, y hacer las paces con los fantasmas que le acompañaron y con los que le esperaron en el horizonte de cada sendero, de todos los caminos. Escribirse a uno mismo la vida de lo que fue es un acto de amor y de coraje. Amor para salvarse de los errores y de las derrotas, y coraje para suturar las heridas más profundas, las sombras que ocultan en lo más profundo el dolor y el miedo, y ser capaz de perdonarse a uno mismo.

De todo esto hay en las hermosas y duras páginas de En movimiento. Una vida. Un relato existencial hilvanado a modo de novela biográfica con capacidad para conmover, especialmente en los momentos en los que el brillante neurólogo Oliver Sacks desnuda las esquinas del alma y cuenta con desgarro y sensibilidad su exploración del amor y del deseo sexual. Lo mismo que las destinadas a narrar sus adicciones a las drogas, la esquizofrenia de su hermano Michael, su pasión por la fuerza trabajada del cuerpo o cómo nacieron sus libros y fue construyéndose entre el científico y el escritor que siempre buscó para encontrar, que no tuvo miedo a las dudas ni a la renuncia. Tampoco a la decisión de liberarse de una vida huérfana de auténticos afectos.

Inteligencia creativa, ternura, valor, indagación y un lenguaje cercano, transparente. Las cinco monedas de la suerte en el bolsillo de un tipo que se enfrenta a la muerte. La mira a los ojos, bebe con ella, la escucha esperar junto al piano y asomarse a sus recuerdos. A ella no le importa que él escriba despacio, que haya decidido dedicar sus últimos días a montar en su BMW R60. Lo dije antes: ella va de paquete. Le susurra al oído como si fuese un viento que mueve de detrás hacia delante: la juventud, el primer viaje a Nueva York, un sueño a solas desde California y una avería determinante para encontrar nuevos compañeros on the road. Mac y Howard, un rudo camionero y su ayudante discapacitado. Y con ellos el descubrimiento de los relatos orales: la historia de John Henry, el negro que trabajaba en la construcción de ferrocarriles y que demostró que un humano podía vencer al último modelo de ingenio mecánico. Nunca dejó Oliver Sacks de escuchar la voz de hombres que cuentan de sí mismos y de otros. Harold Pinter, Robert De Niro, Robin Williams, los pacientes a los que ayudó a entender la fragilidad de las emociones, las complejas relaciones con la familia, la vulnerabilidad de las emociones, la necesidad de aprender de los errores y la importancia de disfrutar de los detalles.

La memoria, lo sabemos de sobra, es una vieja fabuladora. Le ganan las ficciones que teje con las sombras y con las palabras. Pero en este libro ha intentado ser honesta, sufridora en momentos para mostrar en otros su poder sanador. No ha ocultado su fragilidad, sus defectos y su corazón. Tal vez porque era un buen hombre el que la escuchaba como escribía. Igual que si fuese ella y no él la que ejercía su derecho a la despedida.

OLIVER SACKS

En movimiento

Traducción de Damià Alou

ANAGRAMA, 378 PÁGINAS, 21,90 €

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