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Paseo de ronda

Editoriales: no es el tamaño lo que importa

Imagen de la película ´Ocho apellidos catalanes´.

Esta semana pasada se ha celebrado la segunda Edicionària, un encuentro de las pequeñas editoriales de Balears, que organizan Elisenda Farré y Javier Vellé (Comerciants de Núvols) y cuyas actividades se han desarrollado en diversos escenarios significativos de Palma: Es Baluard, la Biblioteca Can Sales, la librería Literanta, la Escola Superior de Disseny, Ses Voltes y Can Danús (la sede de Comerciants, junto a la Plaça del Mercat). El miércoles me tocó compartir opiniones en Literanta, desde el punto de vista del periodismo cultural, con Irene Sala y Josep Maria Nadal Suau. Un debate como para no envidiar para nada a ésos que hacen los políticos.

Vale que es un espacio rosa. Pero que el programa de cotilleo de la única televisión pública española se desplegara para explicarnos (reiteradamente) que El Cordobés ha sido galardonado con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, mencionando, como de pasada, que también lo habían sido Alaska y Manuel Galiana, da un poco de pena. Pues sí. Y además Rafael Sánchez Ferlosio, y María Corral, y María Pagés, y José María Sicilia, y La Abadía€ En fin.

Otro de los galardonados este año ha sido el director de cine Emilio Martínez-Lázaro. Desde luego no por Ocho apellidos catalanes. La primera entrega, Ocho apellidos vascos, ciertamente no era Ciudadano Kane (por ejemplo: casi cualquier otra de Welles también me sirve), pero sí una comedia fresca, divertida, bastante bien facturada y que además se tomaba a coña algunas historias (del País Vasco) que antes nos habían dado unos cuantos disgustos. Perfecto, pues, seguir la broma con los catalanes, en este momento preciso. Pero la película a mí me parece que no funciona, pese a la incorporación de la mayúscula Rosa Maria Sardà, entre otros. Desdramatizar el apocalipsis soberanista representa uno de los contados encantos de la secuela.

Suscribo de cabo a rabo lo que publicó el jueves la jefa Pilar Garcés sobre la metedura de pata del alcalde de Palma en el encendido de las luces navideñas. Si quieren ser sociales, no se preocupen, que ya tenemos desigualdad en Mallorca sin necesidad de irse al Magreb. Ni lo del Sahara, ni lo de los palestinos, ni lo de la independencia catalana, son cuestiones de buenos y malos, ni de blanco y negro, con todos los matices correspondientes. Y sí, "la sutil línea que separa la solidaridad del adoctrinamiento se cruzó con desparpajo", como escribía Garcés. Imagínense ustedes que un ayuntamiento marroquí por ejemplo en algún festejo reclamara un referéndum de autodeterminación para Cataluña, y luego me lo cuentan.

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