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Cine

¿Con o contra Franco se filmaba mejor?

Se cumplen cuatro décadas del fin del régimen franquista y regresa la tentación de que tiempos pasados, generaciones de cineastas, estirpes de actores fueron mejores. ¿Qué queda?

Escena de la película de Carlos Saura ´La prima Angélica´. ELIAS QUEREJETA

Los afectos al régimen añoran las películas de CIFESA, o las comedias de Landa, los Ozores o Paco Martínez Soria. Los demócratas sucumben al mito de que Bardem, Berlanga, o Buñuel en el exilio aguzaron el ingenio con el aliento de los censores en sus cogotes o la morriña por la tierra no olvidada.

En 1975 Alguien voló sobre el nido del cuco arrasó en los Oscars y Tiburón en las taquillas. Pasolini, muy poco antes de ser asesinado, estrenó Saló o los 120 días de Sodoma. Kubrick, Barry Lyndon; Woody Allen, La última noche de Boris Grushenko; Sidney Lumet, Tarde de perros; John Huston, El hombre que pudo reinar; Jim Sharman, The rocky horror picture show.

Del cine español sólo despuntan dos dramas muy duros, Pascual Duarte de Ricardo Franco (José Luis Gómez recibió el premio al mejor actor en Cannes) y Furtivos, de Borau. Ambas sufrieron los últimos coletazos de la censura franquista. Ambas mostraron una España oscura, amargada, asustada. Nada que ver con el cine que jaleaban las autoridades, con títulos que hablan por sí solos: Novios de la muerte, Yo soy fulana de tal, El adúltero o Tres suecas para tres Rodríguez.

¿Es ese el cine que alaba y añora el ministro actual? ¿El alegre divorciado o Estoy hecho un chaval, con Paco Martínez Soria, estrenadas poco después?

El cine de calidad no podía tirar cohetes ese año. Berlanga venía de estrenar Tamaño natural. Calabuch, El verdugo, Plácido, quedaban muy atrás. No remontó hasta tres años después con La escopeta nacional. Sin negarle mérito, había perdido sutileza, acidez; ganó el espíritu fallero de sus genes.

Bardem igual. Estrenó El poder del deseo, con guión de Rafael Azcona. Ambos irreconocibles y Marisol, en cabeza de reparto, desubicada. El que sí estaba en racha, hiperactivo y concienciado, era Carlos Saura. La caza es una de las películas rodadas durante el franquismo que mejor resisten el paso del tiempo, un Perros de paja, o La jauría humana a la española. La prima Angélica (1974, guión de Azcona) poco antes del deceso del dictador, se encadenó con Cría Cuervos (1976), Elisa vida mía (1977), y Mamá cumple cien años (1979). Todas grandes, originales o divertidas.

Jaime de Armiñán se metió al público en el bolsillo con Mi querida señorita (1972). De 1973 es El espíritu de la colmena de Víctor Erice, película mitificada con bastante motivo. Fernando Fernan Gómez imponía su presencia más como actor. Entre El extraño viaje (1964) y El viaje a ninguna parte (1986) no realizó ninguna obra destacada. Mario Camús, Vicente Aranda, Jaime Camino o Gonzalo Suarez no despegaron hasta iniciada la década de los 80.

Fuera de las fronteras Buñuel mantenía el genio, algo más libertino, igual de porfiado contra la burguesía: El discreto encanto de la burguesía (1972), El fantasma de la libertad (1974) o Ese oscuro objeto del deseo (1976).

Fueron años complicados, por la tensión e incertidumbre política. Comparar el cine de hace cuatro décadas con el de ahora, concluir si está mejor o peor es complejo porque hay demasiadas variables difíciles de cuantificar o acotar.

El proteccionismo cultural, como hacen los franceses, es delicado de gestionar por el riesgo de clientelismo y ombliguismo. Lo contrario, el mercado libre para que despunten los mejores también muestra muchos vicios. El oligopolio de las majors americanas arrancó precisamente a rebufo del Plan Marshall. Los años dorados de CIFESA y otras productoras aprovecharon una época en que el cine era el ocio hegemónico y mejor valorado. Ahora ocurre lo contrario. Algunas series tienen más prestigio que muchísimas películas. En España seguimos la tendencia de Estados Unidos, fidelidad a la cada vez menos pequeña pantalla y escapadas puntuales, sin mirar su banderita, a la menguante gran pantalla.

Gracias a la televisión los actores, aunque añoren épocas más prósperas, mantienen el tipo. Los relevos generacionales son fluidos. A nivel de directores y guionistas sí hay una crisis creativa. Recurrir a la nostalgia, pre o postfranquista, es inútil. El cine es lo que es en estos momentos. Hace medio siglo tuvimos la suerte de engendrar un trío de cineastas excepcionales, Buñuel, Bardem y Berlanga, con Rafael Azcona en la sombra. Sus obras casi completas y un puñado de otros creadores son un más que digno legado. El Cine de barrio para público y ministros ídem.

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