Diario de Mallorca

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Narrativa

Mitografía personal

Las obsesiones se nutren de mitos propios y ajenos

Gabriel Bertotti. Món de llibres

Mitos cinéfilos, por ejemplo, que constituyen una hechura en blanco y negro de la posmodernidad. O la mitomanía particular de un hombre que ha dedicado miles y miles de horas a la lectura, en ocasiones de forma errática y caótica, empujado por la curiosidad insaciable de la pasión, y en otras de forma metódica, con disciplina cartesiana. En los mitos modernos hallamos el logos de la razón alentado por un universo interior, propio, que resuena como un acorde violento intentando despertar en la conciencia una pulsión -o tal vez un instinto- que creíamos dormido. Heidegger habló del relampaguear del pensamiento. El argentino Gabriel Bertotti escribe bajo el signo de ese fulgor.

Hablo de los mitos a sabiendas de que, en la literatura de Bertotti, se encuentra desperdigada su mitografía personal. En Los techos de agua (ed. Món de Llibres, 2015), el autor bahiense afincado en Mallorca nos ofrece una recopilación de cuentos que aspiran a dibujar el envés de la literatura de género, sin renegar de la estructura clásica del relato. Si en la reseña a su anterior antología, La vida ausente, nos referíamos al modelo propuesto por la mexicana Guadalupe Nettel, en este volumen la elegancia minimalista de la prosa da pie a un exuberante barroquismo visual, contenido por el rico tamiz de la cultura. Rico en referencias, cada relato homenajea una obsesión. Las partículas aforísticas, por otra parte, funcionan como giros de jazz que puntean la propuesta bertottiana. En el cuento "La montaña", que actúa a modo de un retrato de terror, leemos: "Lo bello era todo aquello que escapa a la uniformidad del vacío". Mientras que en "Cambio de estación" -un "fascinante homenaje a las river movies", en palabras del novelista Tomeu Matamalas- se nos ofrece una meditación casi metafísica sobre las sectas religiosas y el poder omnívoro del deseo, ya que "la senda de Dios puede iniciarse con un pezón mordido".

Quizás el punto más alto del libro lo encontremos en "Melancolía continental", puro noir, donde la literatura y el cine se entremezclan en una serie de fotografías perfectas. El relato arranca con una frase lapidaria que delimita el territorio del honor -"Ningún insulto debe quedar jamás impune"- y prosigue con la venganza de un muchacho matando al senador que asesinó a su padre. Pero este cuento es sobre todo un homenaje al gran maestro Dashiell Hammett que planea con su presencia todo por el relato, junto a los novelistas William Faulkner y Ernest Hemingway, el aroma del alcohol, las mujeres y la sordidez de las pensiones. Leer "Melancolía continental" es pensar en Bogart, mitificado desde la distancia de un mundo que sabemos más auténtico que el nuestro, más real, menos cobarde en definitiva. Esa cobardía que, nos recuerda Bertotti, "no se puede limpiar ni con un rollo entero de papel higiénico".

*GABRIEL BERTOTTI

Los techos de agua

MÓN DE?LLIBRES, 189 PÁGINAS, 17 €

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