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Tinta fresca

El espejo del mal

El espejo del mal

Escalofríos. Los hay con frecuencia en Polaris. Estamos atrapados en el Oceáno Artico. Se hiela el año 1960. En el interior del "Eridanus", un barco de prospecciones anclado ante la isla de Jan Mayen. Tenemos poco tiempo. Un interrogatorio inundará las páginas de misterios, dudas, recuerdos amotinados y horrores. Al contrario de lo que suele ser habitual lo primero que se dibujó de la novela en la mente de Fernando Clemot fue el título. "El nombre de Polaris, aparte de la estrella, apareció en una lectura sobre expediciones polares. Era el barco de un aventurero americano, Charles Francis Hall, que trató de llegar al Polo Norte en 1871 y fracasó". Polaris, por lo tanto, "se empezó a escribir por el tejado".

Durante el viaje creativo surgieron obstáculos difíciles de sortear. Es lo normal tratándose de una novela que "tiene una estructura compleja de idas y venidas de memoria. Armonizarlo todo y que tuviera un clima único fue la parte más complicada de cerrar".

La coincidencia de muchas historias y muchas voces hace que al lector "le resulta grato ir avanzando a partir de las historias que se van desgranando, le van dando una imagen de la historia principal que puede forjar él mismo, sin grandes revelaciones o juicios. Las reflexiones de los protagonistas sobre el poder, el control, el miedo también pueden hacer reflexionar".

¿Y lo que más dudas llegó a generar en el autor? "Era una novela compleja y encontrar una voz narrativa sólida era la parte que podía hacerte dudar más. Eso no fue fácil pero creo que se resolvió bien". Conrad, Stevenson, Melville... ¿Disfrutarían con su novela? "Espero que pudieran disfrutar una pequeña parte de lo que disfruté yo con sus lecturas. Al triunvirato uniría también dos nombres: Poe (con sus Aventuras de Arthur Gordon Pym) y las novelas de Jules Verne, que tiene muchas ambientadas en el mar. Todos autores del siglo XIX, en ese tiempo el mar era sinónimo de aventura, misterio y libertad". ¿Qué se va a encontrar el lector? "Una novela intensa, que trata bien el lenguaje. Es una novela de aventuras y misterio que mira también hacia el interior, hacia los recovecos de la memoria y la sociedad, una novela moderna dentro de un formato clásico".

¿La crueldad siempre va asociada al poder? "La excepción es que no se asocien poder y crueldad. Desde las primeras sociedades el poder ejercía su autoridad de una forma implacable. Las sociedades han ido ajustando sus herramientas de poder y de control a la complejidad de las sociedades que han tenido que gobernar. En la novela se habla de la era atómica, del miedo a esta energía, a una fuerza que excedía al pensamiento científico de la época y que servía para ejercer un control riguroso".

Existía pánico "a la aparición de esta fuerza aniquiladora. Los americanos expusieron muy bien esta nueva herramienta de control antes de acabar la Segunda Guerra Mundial y las dos bombas atómicas eran una prueba empírica de su poder: ´Esto es lo que podemos hacer´, venían a decir. En nuestra época las herramientas de control se están asociando a los media y a la tecnología pero por so

FERNANDO CLEMOT

Polaris

SALTO DE PÁGINA, 192 P., 15,90 € fisticados no resultan menos obscenos. En los años sesenta ya se oteaba este nuevo horizonte de control y creo que se refleja en el texto".

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