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Ensayo

Cervantes, ¿autor del ´Quijote´?

Una delirante tesis de Francisco Calero, que atribuye la paternidad de la obra a Juan Luis Vives

´Don Quijote´ por el Ballet de Moscú, este verano en el Auditòrium.

Ensayo

Plantearse esta cuestión, después de cuatro siglos de crítica literaria atribuyendo la autoría del Quijote a Cervantes, parecería -valga la redundancia- una muy atrevida quijotada. Pues bien, el IV centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote nos sorprende con una lujosa publicación y en una editorial tradicionalmente aceptada por su rigor académico e intelectual con el título de El verdadero autor de los "Quijotes" de Cervantes y de Avellaneda (Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2015). Y ¿cuál es su tesis? En términos de un silogismo se podría formular así: Premisa mayor: El Quijote "encierra un compendio de la sabiduría recogida en las literaturas hebrea, griega, latina y árabe; premisa menor: Cervantes era "un lego, un iletrado, de escasos conocimientos que nunca pisó la universidad", "un hombre sin formación e inculto", "el escritor más inculto de los siglos de Oro"; conclusión: Cervantes no pudo ser el autor del Quijote. A las descalificaciones sobre la deficiente formación académica de Cervantes el autor añade un curriculum existencial poco propicio para la reflexión y para la creación de "la obra más importante de la literatura universal". Cervantes "llevó una vida ajetreada entre guerras, prisiones y recaudación de impuestos"; "no dispuso de recursos económicos ni de una vida tranquila, necesaria para el estudio y la escritura". "Y Cervantes gozando de la dignidad que tiene todo hombre, no pudo ser el autor del Quijote, porque no se lo permitió ni su formación ni el desarrollo de su vida". "Si el Quijote representa el compendio de la sabiduría universal y, si además está repleto de erudición, es claro que no lo pudo escribir un lego, un iletrado (es una "contraditio in terminis"), sino que lo tuvo que escribir el hombre más sabio y más erudito del mundo, que no fue otro que Luis Vives". Ya tenemos la auténtica paternidad de la obra más laureada de la literatura universal. De esta manera el ennoblecimiento de nuestra obra quedará así bien manifiesto: "pasará de tener un padre lego, (de escasos conocimientos) a tener como padre a la mayor lumbrera y una de las más grandes de la humanidad. El Quijote no puede seguir teniendo un padrastro . Ha de tener un padre digno de tal maravilla salida de la mente humana". Afirmaciones todas ellas textuales en esta publicación.

El autor amplía la nómina de obras de Luis Vives; además de haber escrito el Quijote y sus obras latinas leídas en la Europa renacentista, sobre pedagogía principalmente, Vives habría tenido tiempo para escribir otras obras literarias de nuestro Renacimiento de autoría muy discutida en la historia literaria. Las investigaciones del autor de este libro lo habrían aclarado, según él mismo, de manera diáfana. La simple enumeración de los títulos de sus trabajos resultan sorprendentes: Luis Vives autor del Diálogo de Mercurio y Carón, Juan Luis Vives, autor del Diálogo de las cosas acaecidas en Roma y del Diálogo de la Lengua, Juan Luis Vives autor del Lazarillo, Juan Luis Vives: Diálogo de la doctrina christiana. Ante la posible objeción de cómo un solo escritor haya podido escribir las obras más representativas del siglo XVI el autor afirmará: "se admite con toda naturalidad que Lope de Vega escribió casi mil. Distinta vara de medir, sin duda.[€] Sabemos que Erasmo escribió su Stultitiae laus en una semana y que Vives redactó su Meditationes in Septem psalmos poenitentiae en unas horas, según propio testimonio en la misma obra. Con esa velocidad en la escritura ¿cuántas pudo escribir en sus 28 años de actividad literaria? Si el cálculo lo hacemos, no por horas (aunque con toda seguridad muchas obras de su "corpus" las pudo perfectamente escribir en horas), sino en meses, llegamos al número de 336. Por tanto, entra dentro de lo lógico que Vives pudo escribir ese número de obras". De nuevo afirmaciones textuales de un razonamiento que nos deja estupefactos. Si Juan Luis Vives nació en 1493 y falleció en 1540 (antes de haber nacido Cervantes), ¿qué pudo ocurrir para que el Quijote no se publicara hasta 1605? Una tesis tan atrevida como delirante, que, de ser cierta, se deduciría que entidades que hoy se acogen a su patronazgo como el Instituto Cervantes, el Premio Cervantes y el Día del Libro (23 de abril, aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes) serían un homenaje a un impostor y un falsario.

Pretensión arriesgada

El autor de este libro, Francisco Calero, catedrático emérito de Filología Latina en la UNED, será, sin duda, un gran especialista en Luis Vives; su condición de valenciano añade a su investigación un plus de apasionamiento, un aspecto que está patente a lo largo del libro. Sin embargo, sus conclusiones son, a mi juicio, muy problemáticas para ser aceptadas. Pretender atribuir a Luis Vives no solo "los Quijotes de Cervantes", sino también toda una serie de obras del siglo XVI, anteriormente referidas, es muy arriesgado, por emplear un adjetivo de tono menor. Las llamadas concordancias entre las obras de Vives y el Quijote ("virtud, sabiduría y pedagogía€") son lugares comunes de la concepción del mundo (Weltanschauung) y de la cultura renacentista que aparecen en otras obras y otros autores. Por otra parte, los estudios de los grandes maestros de historia crítica (Américo Castro, Pfandl, Hauser, Martín de Riquer€), que el autor cita como avales para sus conclusiones, no ponen en duda la autoría de Miguel de Cervantes sobre el Quijote.

Por todo lo dicho, el autor puede considerarme entre los que "se llevarán las manos a la cabeza al proponer a Vives como autor del Q[uijote]". Admiro su pasión por su compatriota, evidentemente uno de los grandes del renacimiento europeo (esto no debe dudarse), y que le haya motivado y apasionado a lo largo de muchos años de su curriculum existencial y académico, pero me duele en el alma el que se haya erigido en denostador del autor más renombrado de nuestra literatura.

Ofender la memoria

Los calificativos que dedica a don Miguel hieren la sensibilidad de cualquier lector y resulta una ofensa para quienes durante cuarenta años nos hemos dedicado a ilusionar a nuestros alumnos con las obras de Cervantes. Esta actitud, a mi juicio, le descalifica. Sobre la cultura clásica en las obras de Cervantes, su erudición y su cultura renacentista hay numerosos trabajos, algunos de ellos realizados en la Universidad de Oviedo. No merece la pena la réplica dialéctica. Los cervantistas pueden/podemos dormir tranquilos. Después de leer este libro, la figura de Cervantes, aunque parezca una contradicción, queda aún más revalorizada en el canon literario. Ya está bien de tanta ofensa a la memoria de Cervantes, unas veces empeñándose en buscarle los restos mortales, y otras intentando usurparle la autoría.

La Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) a través de su "Collectio scriptorum mediaevalium et Renacestium" ha querido celebrar este IV Centenario de la publicación de la segunda parte del Quijote con esta obra que acabo de reseñar con un cierto pesar. Siempre he sentido una gran admiración por esta Biblioteca. Unos cuatrocientos ejemplares de la llamada "BAC normal" ennoblecen mi biblioteca, ahora en Salas. Entre ellos está el primer libro de la colección con la Biblia de Nacar-Colunga, publicada en 1941. Mi fidelidad a esta colección me obliga, por encima de las convicciones intelectuales, a que este libro forme parte de esta gran colección de la cultura cristiana.

FRANCISCO CALERO

El verdadero autor de los ´Quijotes´

de Cervantes y de Avellaneda

BAC, 712 PÁGINAS, 39 €

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