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Salman Rushdie

La globalización de los mitos y las leyendas

Su último volumen constituye una explicación fantástica del mundo, desde el tiempo presente a ´Las mil y una noches´ y la ciencia ficción

La globalización de los mitos y las leyendas

Llega a las librerías Dos años, ocho meses y veintiocho noches, la duodécima novela de Salman Rushdie, que se extiende por un mundo futuro propio de la ciencia ficción, el universo de los cuentos fantásticos, de genios y de hadas, y el mundo "real", invadido por la corrupción, la avaricia en todas sus manifestaciones y la falta de diálogo. Se trata, por tanto, de una historia del mundo, condensada en capítulos y actitudes que se repiten hasta convertirse en reescrituras unas de otras, de tal manera que se adaptan los sucesos y las personas más elementales al discurrir del tiempo, de los cambios de la naturaleza y de los avances en el conocimiento de la humanidad.

Así pues, en la novela están el mundo como lo conocemos y un más allá que se va perfilando a lo largo de la narración; en ambos hay fuerzas positivas y fuerzas oscuras y, en tiempos de fisuras, se da una interacción, con todas las combinaciones posibles, entre los dos ámbitos y entre sus facciones. Estas pugnas irresolubles dan lugar a explicaciones filosóficas, etnológicas, psicológicas y sociológicas desde una postura y sus contrarias, por lo que Rushdie necesitó una amplia galería de personajes para sustentar tantas historias. En el relato se implican oriente y occidente, el norte y el sur, dioses y diosas, personas sabias y quienes les atacan, y hay referencias artísticas y culturales del entorno mundial y de todos los tiempos.

Dos años, ocho meses y veintiocho noches discurre entre el siglo XII y un futuro apocalíptico. La secuencia histórica, como la conocemos, se rompe debido a una tormenta de dimensiones épicas que trastoca el mundo entero y marca el inicio de la "Era de la Extrañeza", el momento en que se abrieron las fisuras entre los mundos y la gente del más allá, incorpórea e inmortal, pasó a la tierra y ocasionó todo tipo de situaciones anómalas; unas veces suceden cambios aparentemente mágicos, otras veces los cambios se consideran milagros, hay también actuaciones dignas de superhéroes, y predomina el sentir de que estamos ante una eclosión de posibilidades que la humanidad fue gestando a través de los siglos.

La "Era de la Extrañeza" dura lo que indica el título tan críptico de la obra: dos años, ocho meses y veintiocho noches. Rushdie ya dejó patente su ingenio para imbricar fechas e historias en su afamada segunda novela Los hijos de la medianoche, publicada en 1981, premiada con galardones literarios tan importantes como el Man-Booker, otorgado cada mes de octubre a la mejor novela publicada en lengua inglesa; en 1993 y en 2008 Los hijos de la medianoche fue elegida por votación popular como el mejor Premio Man- Booker del último medio siglo. Ahora vuelve Rushdie a hacer cálculos con perspectiva literaria y nos sorprende con un título extraño, difícil de recordar, hasta que reparamos en que lo que nos molesta es la palabra "noches", aparentemente mal colocada, puesto que acostumbramos a medir el tiempo en días, pero que, después de adentrarnos unas páginas en la novela, nos remite al mundo mágico y universal de Las mil y una noches, que equivalen, efectivamente, al tiempo inscrito en el título. Cuando despejamos esta incógnita, entendemos ya que el autor está haciendo buen uso de su hibridismo cultural personal (India, Pakistán y Reino Unido), que le permite entender las líneas de desarrollo histórico del ser humano desde varios lugares del mapamundi, desde creencias diferentes y desde distintas lenguas.

Hay varios personajes destacados, que sirven de eje a una narración tan extensa en el tiempo y tan ambiciosa en sus intenciones. El generador terrenal es Ibn-Rushd, inspirador del apellido del autor y conocido en nuestro país como Averroes, quien reaparece, sin saberlo, en un personaje contemporáneo, Gerónimo, un jardinero afectado por la Gran Tormenta, que le hizo levitar un par de centímetros sobre el suelo, distancia que se va incrementando con el paso de los meses, con el consiguiente contratiempo para llevar a cabo incluso los actos más elementales del día a día. Del más allá viene Dunia, que se enamora de Ibn-Rushd y tiene con él una descendencia ingente que se esparce por la tierra y lleva el germen del filósofo y la "yinnia", término de difícil traducción, pues no es un hada, ni un genio de la lámpara, ni siquiera una mujer alienígena, puesto que sólo adquiere forma femenina al pasar a la dimensión terrenal. Dunia es la hacedora de la unión positiva entre ambos mundos, pues no sólo se enamora, primero de Ibn-Rushd y luego de su posible reencarnación, Gerónimo (cuyo nombre tiene, no se ha de olvidar, resonancias del bravo jefe indio), sino que lleva a éste al más allá y le convierte en el primero de los mortales en entender su doble naturaleza.

Tal cúmulo de personajes, que se entremezclan, se influyen entre sí, portan características inherentes a algunos nombres históricos a través de las épocas y glosan la vida con sus experiencias, no pueden sino convertir lo cotidiano en relatos, leyendas y magia. Se podría leer esta novela como la explicación fantástica del mundo. Si bien hay en ella suficientes discusiones sobre el tema para hacernos dudar de si su explicación no es una de las menos fantásticas de todas las que recibimos escritas en los grandes libros.

En el más allá hay una caja china llena de historias, que están esperando que alguien abra su continente para precipitarse en busca de audiencia, para desprenderse de su época y de su escenario, perder la particularidad de sus inicios y ganar "la pureza de las esencias, de ser ellas mismas sin más". Esta caja es también reminiscente de Pandora, por lo que su apertura desencadena sentimientos y acciones relevantes para la existencia de los protagonistas principales. A la caja se la define como una cebolla que va perdiendo sus capas a medida que las convierte en palabras, con lo que incorpora definitivamente a la novela la referencia a un entramado único y global, que, como la cebolla al abrirse, nos hace llorar. También encaja aquí la disquisición sobre el peligro de ser o manifestarse diferente, aún en un entorno amplio y variopinto; cuando se hace obvia la levitación de Gerónimo, la gente se sorprende primero, se asusta después, considera amenazante que él tenga algo que ellos no tienen y termina por hacer de él un chivo expiatorio, al igual que sucede con las raras características adquiridas por otras personas en la "Era de la Extrañeza".

La novela narra una relación demasiado caótica entre los mundos para que podamos siquiera pensar en una utopía, pero tampoco es una distopía, en tanto en cuanto termina en una nota moderadamente optimista sobre nuestro futuro, si bien lamenta que nos faltarán sueños y, por tanto, imaginación. En todo caso, si nos guiamos, como Salman Rushdie, por los números, podemos pensar que en 2828 aún estará aquí la tierra, sosteniendo nuestro peso y el peso del mundo.

SALMAN RUSHDIE

Dos años, ocho meses

y veintiocho noches

Traducción de Javier Calvo

SEIX BARRAL, 397 PÁGINAS, 21,50 €

Dos anys, vuit mesos, vint-i-vuit dies

Traducción de Marta Pera

PROA, 336 PÁGINAS, 21,50 €

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