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Tinta fresca

Haced buen arte

Haced buen arte

Situémonos en el acto de graduación de la promoción de 2012 de la Universidad de Arte de Filadelfia. Un 17 de mayo. Allí no invitan a cualquiera a hablar a los alumnos. Y Neil Gaiman reúne todas las condiciones para ser el perfecto orador que mantenga a la audiencia con los oídos bien abiertos. Novelista, guionista... y autor de unas historietas míticas: The sandman. Con sus palabras, Gaiman hizo durante 19 minutos un vibrante defensa de la nobleza del arte y cómo afrontarlo sin dejar nunca de lado los sueños. Se aferró al coraje, apeló a la entereza, coronó la creatividad, rogó: "Haced buen arte". Ese discurso, sencillamente memorable, llega ahora en una edición primorosa de Malpaso con un elegante diseño gráfico que encaja a la perfección con las palabras entusiastas y emocionantes de Gaiman.

¿Y de qué habla el autor? De su propia experiencia, por ejemplo: "Nunca imaginé que me vería dando consejos a un grupo de graduandos en un centro de estudios superiores. Yo nunca obtuve un título universitario. De hecho, ni siquiera pasé por una de esas venerables instituciones. Huí de la escuela tan pronto como pude, cuando se volvió asfixiante la perspectiva de cuatro años más sometido a una educación forzosa antes de convertirme en el escritor que quería ser". A los 15 años hizo una lista con todo lo que quería hacer: una novela para adultos, un relato para niños, un cómic y un episodio de Doctor Who, rodar una película y grabar un audiolibro.

Un punto de partida: "Cuando entras en el mundo del arte no tienes ni idea de lo que estás haciendo. Esto es excelente. Quienes saben lo que hacen conocen las reglas y pueden distinguir entre lo posible y lo imposible". Y esas normas "fueron dictadas por individuos que no intentaron rebasar los límites de lo posible".

Para ser un autor le ayudó imaginar que ese propósito era una montaña lejana: "Mi meta. Sabía que todo saldría bien mientras siguiera caminando hacia esa montaña, y cuando dudase podría detenerme para averiguar si me estaba acercando a la montaña o alejándome de ella". Atención: "Aprendí a escribir escribiendo. Procuraba hacer cualquier cosa que percibiese como una aventura y la dejaba cuando la percibía como un trabajo, lo cual significaba que no percibía la vida como trabajo". El primer problema de cualquier éxito es "la inamovible sensación de que uno está dando gato por liebre y que en cualquier momento te descubrirán. Es el síndrome del impostor, algo que mi esposa Amanda llama ´la brigada antifarsa´ (...) Un día miré al cielo y advertí que me había convertido en un profesional del correo electrónico y en un aficionado a la escritura. Entonces reduje la dosis de emails y noté con alivio que aumentaba el volumen de los textos". Un deseo: "Espero que cometáis errores. Si cometéis errores significa que al menos estáis haciendo algo. Y los errores mismos pueden ser útiles".

Todos poseéis algo único, dijo Gaiman a los alumnos: "La capacidad de crear arte. El salvavidas por excelencia que te saca de las duras y te lleva a las maduras". Cuando todo vaya mal, "haced buen arte". El mejor consejo se lo dio el gran Stephen King:

"Es genial. Deberías disfrutarlo". Pero no lo hizo...

NEIL GAIMAN

Errores infalibles para (y por) el arte

Traducción de Bernardo Domínguez

MALPASO, 80 PÁGINAS, 15,50 €

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