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Ensayo

El hombre que amaba el agua

El hombre que amaba el agua

Hace años, al leer su relato sobre el vicepresidente que sucedió a Kennedy a la fuerza, intuí que Foster Wallace tenía algo que decir y que encontraría una manera original de decirlo. Lyndon revelaba una sensibilidad especial para fijar la mirada en detalles que otros no reparan. En esa historia que era en parte ficción, pero en la que latía un genuino interés ensayístico, despuntaban una lúdica obsesión por la lengua y una fascinación por desentrañar la naturaleza de las cosas, por convertir lo complejo en sencillo. Era la obra de alguien que se lo pasaba bien escribiendo.

Una vez confesó en una carta a Don DeLillo que no entendía por qué la facilidad y el placer que encontraba componiendo un ensayo confirmaban su intuición de que la novela era su deber como escritor. En esto se equivocaba, como en otras cosas. Y lo comprendió en una pieza especulativa, "La naturaleza de la diversión", en la que argumenta que lo más importante para un novelista es pasarlo bien, y donde deja entrever que la aparición del éxito y otros obstáculos pueden echar a perder ese don. Como le pasó a él. Llegó un momento en que dejó de disfrutar imaginando personajes, creando escenas, levantando un complicado andamiaje de símbolos y gestos que al final cobrara sentido. Llegó un momento en que cada página arrancada a la imaginación era una tarea de Sísifo, en que ya solo lo pasaba mal escribiendo. Quizá hubiera debido dejar de lado esa última novela, que se le atravesó, y dedicarse a algo que con los años había mejorado: su modo de reflexionar acerca de la "realidad", sus pompas y sus obras, de forma quizá no concisa ni sobria, es cierto, pero sí precisa y clara, clarividente. Es decir, cultivar su talento para sacar punta a los asuntos más variados en torno al sexo, el deporte, la política, la misma literatura, la filosofía, o la lengua inglesa. Tomemos por ejemplo su modesta hipótesis de que el Sida se convirtiese a la postre en "la salvación de la sexualidad en los años 90". Sí, era una idea brillante, pero eso era lo de menos. Lo que admiraba era la avalancha de imágenes, algunas extravagantes, que el bueno de David llegaba a acumular en esa pieza. Y su intuición de que, como en los lances de los caballeros con los dragones flamígeros, esa salvación vendría gracias al factor riesgo: "Cuanto más fieros son los dragones, más serio se vuelve el sexo; y cuanto más alto el precio de la elección, mayor el voltaje erótico que envuelve lo que la gente elige". Sí, lo pasábamos bien leyendo las prolijas torsiones mentales de DFW, nombre perfecto para un ensayista. Un buen día se embarcaba en un crucero de lujo y nos contaba cosas increíbles de la manera más alucinante. Otro se hincaba de rodillas en Wimbledon para recibir la "experiencia religiosa" de un milagroso golpe de Roger Federer. O nos convencía por agotamiento que una novela en apariencia anodina sobre Wittgenstein podía cambiarnos la vida. O nos contaba su amor por los escritos de un tal Borges y su indiferencia por el personaje. O metía las narices en un festival de langostas, cuando no en la salita de la señora Thompson para asistir en un silencio piadoso de colono al horror del 11S por la tele.

A veces podía parecer que le faltaba un tornillo, pero solo era un subterfugio para disimular su estricto clasicismo. Al final todo encajaba en sus derivas ensayísticas, todo encontraba su lugar. Incluso cuando hacía enervantes listas de vocablos inventados. Porque DFW estaba dotado para discernir la sencillez en el pozo de la profundidad, en la tradición de Emerson y Thoreau. Y pasarlo bien haciéndolo. Como en Esto es agua, su último libro póstumo (pues ya se editó antes su novela inacabada El rey pálido), discurso de graduación de una universidad americana donde discurre sobre la necesidad de reflexionar sobre la vida, de decidir el despertar. Hasta que un día dejó de amar el agua.

DAVID FOSTER WALLACE

En cuerpo y en lo otro

Traducción de J. Calvo Perales

RANDOM HOUSE,

304 PÁGINAS, 18,90 €/E-B., 11,99 €

DAVID FOSTER WALLACE

Esto es agua

Traducción de J. Calvo Perales

RANDOM HOUSE, 144 P., 9,90 €/E-B., 1,49 €

L´aigua és això

Traducción de F. Ràfols Gesa

PERISCOPI, 152 PÁGINAS, 9,90 €

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