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Un futuro incierto España en la senda de la quiebra institucional

Dos catedráticos, uno de Derecho Constitucional y otro de Historia Contemporánea, y un politólogo escudriñan la situación de España y sus posibles desenlaces

Un futuro incierto España en la senda de la quiebra institucional

Establecer comparaciones con otros momentos críticos de la reciente historia de España siempre es peliagudo, porque el mundo actual en nada se parece a los precedentes, pero los convulsos tiempos actuales en algo se asemejan a otros momentos de la casi siempre agitada sociedad española del pasado siglo. El catedrático de Historia Contemporánea de la UIB Sebastià Serra destaca que lo ocurrido en 1917, cuando la Restauración canovista, que casi medio siglo antes había entronizado en la Corona a Alfonso XII, tatarabuelo de Felipe VI,entró en crisis acabó por llevarse por delante, si bien trece años después y una dictadura, la del general Primo de Rivera de por medio, el entero sistema constitucional dando paso, en 1931, a la Segunda República. El paralelismo entre tal momento y el actual también lo atisba el catedrático de Derecho Constitucional Joan Oliver Araujo, que ve en riesgo los pilares del sistema político surgido de la Constitución de 1978, afirmando que se hace imperativo proceder a su profunda reforma para evitar un desenlace traumático. Igualmente, Antoni Canyelles, licenciado en Ciencias Políticas por la universidad Complutense y máster en Políticas Sociales por las universidades Autónoma y de Milán, da por hecho que nos hallamos ante un genuino colapso institucional.

Los tres analizan concienzudamente dónde estamos atreviéndose a escudriñar los posibles futuros que nos aguardan a la vuelta de la esquina. Serra afirma que todos los indicios apuntan hacia la eminencia de la citada crisis constitucional, añadiendo que lo único que hace atisbar un rayo de esperanza de que el desenlace no sea traumático radica en que la situación económica no es ahora negativa, al contrario de lo que aconteció en otras épocas. Manifiesta que es imperativo que los dirigentes políticos y sociales se sienten en una mesa, "sin vencedores y vencidos", remarca, para, al igual que sucedió con los Pactos de La Moncloa, establecer unos nuevos acuerdos que permitan seguir adelante. "Si Adolfo Suárez obtuvo en ellos un consenso superior al que se llegó para hacer la Constitución, también ha de poder llegarse hoy", opina.

El politólogo, que ha sido profesor en la universidad china de Hebei, precisa que "el sistema ha entrado en colapso por no atender las reformas urgentes". "Siguiendo al politólogo Huntington no es que necesitemos una nueva ola democrática -añade-, sino que más bien necesitamos una risaga que agite el sistema y lo conduzca a algo que se parezca a un nuevo proyecto constituyente con grandes acuerdos como los que se establecieron en 1978". "Si nada cambia acabaremos muy mal -advierte- y el colpaso será definitivo, no podrá revertirse, porque entraremos en un deterioro que se cronificará". El profesor de Ciencias Políticas, al que dar clases en China le ha posibilitado tener un campo de visión muy amplio, también dice que la Monarquía está en una fase de "desconexión social total", por lo que el debate sobre la forma deEstado, que se soslayó en 1978 por razones obvias,será inevitable que se plantee, aunque no sea por sí misma la solución que se anda buscando.

Morir de agotamiento

¿Qué apunta el catedrático de Derecho Constitucional? Joan Oliver Araujo, después de dejar sentado que sigue creryendo en la virtualidad del sistema institucional surgido con la Constitución de 1978, pero reclamando profundos cambios, dice que estamos ante un "momento de tránsito", recordando que "el drama de España es que ninguna de sus modernas constituciones, salvo alguna excepción, se han reformado siguiendo las normas establecidas para hacerlo". "De no ser capaces de hallar fórmulas de consenso, la Constitución de 1978 morirá por agotamiento", sentencia. El doctor en Derecho Constitucional dice que se hace preciso reformar algunas cuestiones relativas a las funciones del jefe del Estado, sucesión de la Corona, composición y funciones del Senado, investidura del presidente del Gobierno, sistema electoral, composición y funciones del Consejo General del Poder Judicial, modelo territorial, con especial atención a las comunidades autónomas con singularidades políticas...

Sorprende Oliver Araujo al asegurar que no es urgente proceder a la reforma constitucional argumentándolo en que, como afirma Ignacio de Loyola, el fundador de los Jesuitas, "en tiempos de tribulación, no hacer mudanza", porque, entre otras razones, se vive un tiempo en el que es imposible establecer los consensos obtenidos en 1978, con un 90 por ciento. de apoyo a la Constitución en Cataluña, y porque, además, ahora es inviable llevar a cabo una reforma constitucional, dado que en el Congreso de los Diputados "ni tan siquiera existe una triste mayoría simple para aprobar los Presupuestos Generales, con los que no hay ninguna posibilidad de obtener los dos tercios necesarios en las cámaras para proceder a la reforma". Oliver Araujo sintetiza: "la reforma constitucional según de qué y según cómo, sería conveniente, pero no es urgente y, sobre todo, no es posible".

El historiador, especialista en Historia Contemporánea, pone sobre la mesa los puntos comunes existentes entre la situación que se vivió en España en 1917 y la actual. Explica el profesor Serra que en 1917, la Restauración canovista (se la denomina la primera para diferenciarla de la segunda, la de 1978) estaba agotada, por lo que la conocida como "huelga general revolucionaria" de aquel año de hecho liquidó el turno de partidos bipartidista, de liberales y conservadores, al igual que hoy se ha terminado el de PP y PSOE, dando paso, en septiembre de 1923, a la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (padre del fundador del partido fascista Falange Española, José Antonio) y, en en abril de 1931, a la caída de la monarquía alfonsina y la proclamación de la Segunda República. "Ahora los síntomas de ruptura del sistema bipartidista son evidentes", apunta Serra, a lo que hay que sumar los inacabables casos de corrupción y a que "no se ha dado ni un paso para avanzar en las cuestiones de Cataluña y el País Vasco, sino que vamos en sentido contrario".

El futuro de la Monarquía

¿Está asentada la Monarquía? Serra responde que fue el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 la que le otorgó la legitimidad, más que lo dispuesto en la Constitución, pero que hoy la Corona ha entrado en una dinámica negativa, porque "no ilumina y, por otra parte, toma posiciones políticas concretas". Todo ello son síntomas, precisa, de que podemos estar en el camino de plantearnos la disyuntiva de elegir entre monarquía o república.

Oliver Araujo incide sobre la cuestión: "la monarquía es una institución de otra época, es el precio que se tuvo que pagar para poder hacer la Transición, y ahora se da la circunstancia de que teme someterse a un referéndum, aunque se beneficia del hecho de que PP, PSOE y Ciudadanos consideren que tienen entre manos asuntos más acuciantes, por lo que esa cuestión la han dejado aparcada, pero es evidente que llegará un momento en que se tendrá que plantear". Sobre lo ocurrido el día de Pascua en la Catedral de Palma, afirma que "hace mucho daño a la institución". En la conversación saldrá a relucir que lo de la Seo fue "una trifulca de verduleras".

Para el profesor, lo de Cataluña agudiza sobremanera la crisis constitucional, considerando una "vía errónea" su judicialización. Concluye afirmando que "al final entraremos en un proceso constituyente que sea capaz de pactar unas nuevas reglas de juego".

El politólogo Canyelles considera una anomalía, que observa con curiosidad, la existencia de cuatro bloques políticos de los que tres se presentan como oposición y a la vez son incapaces de constituir una alternativa, puesto que Ciudadanos se dedica básicamente a establecer pactos con el PP, al tiempo que la única estrategia de Podemos consiste en borrar al PSOE. "La paradoja estriba en que en un momento en el que hay más oferta política resulta que todo está bloqueado". ¿Hacia dónde vamos? A la pregunta responde que se aprecia la tendencia a desvincularse individualmente, a que no importe nada lo colectivo.

Fin de ciclo

Todo ello le lleva a afirmar que se está ante el fin de un ciclo político y también económico entendido "como sistema capitalista que está confirmando cada vez más y le cuesta cada vez más esconder su ineficacia en muchos aspectos como la distribución de la riqueza, la inclusión, reducir desigualdades, además de nada sostenible respecto al medio ambiente y sobreexplotación de los recursos naturales, al tiempo que se tambalea el estado del bienestar".

Con la demominada perspectiva histórica, "visto con calma", el politólogo afirma que sí hay similitudes con el fin de ciclo que hubo en España entre los años 1914-22: el final del turnismo, dio paso a la República y ahora, en 2016, con una participación electoral muy baja, se ha dado el fin del bipartidismo y el surgimiento de cuatro bloques.

Los tres, pues, coinciden en establecer un cierto paralelismo entre la situación española de hace justo un siglo y la actual; lo que no se atreven a dibujar es cuál sera el desenlace. Entonces, con la dictadura de por medio, se desembocó en la República, ahora es imposible vaticinar qué acontecerá teniendo presente el enconamiento del conflicto catalán y la mencionada defunción del sistema bipartidista establecido por la Ley Electoral vigente. Canyelles apunta que la última dinámica electoral "no ha resultado ser eficiente para avanzar en los cambios importantes que requiere el sistema". "La permanente y tan necesaria actualización en nuestras vidas también se debe aplicar al sistema político y social. Este sistema no pasaría una ITV favorable si existiese. Son ya demasiados los aspectos a renovar", concluye.

Joan Oliver Araujo, en referencia a la inexistencia del imprescindible consenso para abordar la reforma constitucional, recuerda que el único punto en el que están de acuerdo todos los partidos políticos es en el de la reforma del artículo 57.1 de la Constitución, en lo que se refiere a la supresión de la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión en la Corona de España. "Pero resulta que aquí quien no quiere ni oir hablar de la reforma, de no ir dentro de una reforma más amplia, es la propia Casa Real, temerosa de que el consiguiente referéndum pudiera convertirse en un plebiscito sobre la propia institución monárquica como sucedió con las elecciones municipales del 12 de abril de 1931", explica. En aquellas elecciones la denominada conjunción republicano-socialista triunfó ampliamente en casi todas las capitales españolas con lo que cayó la monarquía dando paso a la Segunda República, proclamada dos días más tarde.

Oliver Araujo dice que el material de estudio que se está elaborando para proceder a una reforma constitucional, que ahora es inservible, que "quedará arrinconado en las carpetas físicas o informáticas", podrá ser de gran utilidad "cuando haya mayorías parlamentarias más claras y cuando el odio partidario , en ocasiones, intelectualmente homicida, que hoy impregna la política española, deje paso a la búsqueda del bien común y del consenso político, rasgos que definieron el último proceso constituyente español".

A lo que Canyellas aduce que "si no se resuelven políticamente temas tabú, que ya lo fueron en el 78, corremos el riesgo de que la desafección política sea todavía mayor y, como he dicho, tienda a cronificarse irremediablemente".

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