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Salud

Género y drogas: Las adolescentes, un mundo diferente

La catedrática de Educación de la UIB y psicóloga Carmen Orte ha presentado su libro, un completo estudio, titulado ´Género, adolescencia y drogas´

Las adolescentes y los adolescentes están inmersos en un comportamiento evolutivo diferente. blogthinkbig.com

La tesis central del trabajo desarrollado por Carmen Orte, que ha contado con la coordinación de Rosario Pozo, educadora social y psicopedagoga, se sustenta en que la adolescencia femenina imprescindiblemente tiene que ser estudiada de forma diferenciada, que no puede subsumirse en la de la adoelscencia en general y mucho menos en la masculina. Dice la catedrática que a partir de la década de los 90 del pasado siglo, cuando dio inicio a sus investigaciones sobre las adicciones en la adolescencia, constató que la mujer, como sujeto diferenciado, no aparecía en las investigaciones, al tiempo que los estudios disponibles estaban "muy masculinizados". Opina que en la actualidad el tratamiento ha mejorado, aunque no el de la prevención, porque todavía no se ha asumido plenamente que las y los adolescentes son diferentes, por lo que es imprescindible abordar la cuestión separadamente.

Orte asegura que si no se hacen "políticas preventivas de género te estás equivocando". El libro, precisa, es el resultado de décadas de trabajo en prevención del consumo de drogas en las adolescentes; añade que "la dimensión de género no existe, puesto que los análisis que se hacen son de carácter genérico". El resultado es que las campañas de prevención que se llevan a cabo son mayoritariamente ineficaces, al no identificarse con ellas las adolescentes a las que van dirigidas. "El género sigue estando oculto y así no vamos a ninguna parte", enfatiza la catedrática de Educación de la UIB.

Sentadas las líneas básicas de la tesis que pretende sustentar, Carmen Orte afirma que el hecho de que a nivel social las adolescentes dispongan de un modelo de referencia plenamente masculino las hace muy vulnerables. El consumo de alcohol es definitorio: una adolescente que se embriaga es enormemente vulnerable, puede ser utilizada como objeto sexual, cosa que de hecho sucede, mientras que al revés no ocurre: "a este que va bebido le violo y después le robo", lo que sí acontece, reitera, en el caso de la adolescente, incluso vemos el efecto de "La Manada" (se sigue esperando la sentencia de la Audiencia Provincial de Pamplona), donde no solo se ha dado un caso de sumisión química.

Abuso sexual

Para Orte el abuso sexual está ligado al concepto machista al haberse supuestamente feminizado el consumo de drogas, especialmente el alcohol. "Lo que ocurre -dice- es que la adolescente se incorpora a un consumo masculinizado, en el que los varones pueden llegar a creerse que existe "barra libre" para hacer lo que les venga en gana. Todo ello conduce a Carmen Orte a asegurar que las adolescentes y los adolescentes están inmersos en un comportamiento evolutivo diferente, por lo que la adolescente, al rodearse de varones de mayor edad, entra en un espacio en el que es mucho más vulnerable y sensible al consumo.

¿A qué edad la adolesente corre mayor riesgo? Parece que en el tramo comprendido entre los 14 y los 16 años es cuando adquiere mayor peligrosidad, porque es la edad en la que interactúan con varones unos años mayores dándose los casos de más vulnerabilidad. Se da el caso de que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) en cuanto al consumo de alcohol entre los jóvenes, España ocupa la séptima posición por detrás de Dinamarca, Finlandia, Reino Unido, Estonia, República Checa y Eslovenia.

Numerosos estudios indican que los adolescentes que se asocian con amigos que usan drogas, incluyendo el consumo de alcohol, tienen más posibilidades de experimentar con ellas. Socializar con amigos que usan drogas y y que no están supervisados son factores de riesgo en la vida de un adolescente, lo que coincide con estudios que indican que en Estados Unidos, la vinculación con amigos o compañeros que usan drogas es uno de los indicadores más potentes del inicio y uso de sustancias en la adoslescencia. Además, el efecto de los amigos en el consumo de alcohol, especialmente en las chicas, está altamente documentado. En un estudio de adolescentes españolas, se señala que la práctica de consumir alcohol en chicas de 14 a los 17 años en el sur de España está altamente asociado a la interacción del grupo, lo que no solo constituye un problema para España, sino también un problema prevalente en Europa, Estados Unidos y Latinoamércia.

Por ello se considera "vital" que los padres conozcan y se relacionen con los amigos de sus hijos y con los padres de estos de "una forma estratégica y divertida" para poder llegar a ellos. La supervisión parental es esencial en esa etapa por parte del padre. El padre y la madre no solo han de entender la importancia del mundo de los amigos, sino también que se involucre en el mismo usando una serie de estrategias para conocer a los amigos de sus hijos y a sus padres. De esta manera, los padres adquieren las herramientas necesarias para proteger a los adolescentes de presiones como el acoso, el uso de drogas, el alcohol y las prácticas sexuales de riesgo.

En la mayoría de las culturas modernas, enfatiza Carmen Orte, la escuela tiene un rol significativo en la vida de los niños y los adolescentes. Las investigaciones en esta área indican que los adolescentes que carecen de interés en la escuela están en un mayor riesgo de usar drogas e involucrarse en conductas antisociales. Los adolescentes que abandonan la escuela antes de terminar la educación secundaria están aún en mayor riesgo de usar drogas y terminar involucrados en procesos judiciales por diversos incumplimientos de la ley. Las estadísticas son preocupantes.

Familia, papel esencial

La familia desempeña un rol primordial en el desarrollo del adolescente en todas sus facetas, incluyendo el uso de drogas. Por ello, se considera primordial que los padres se involucren en la vida de sus hijos e hijas y les den todo el apoyo necesario. Es primordial la comunicación efectiva entre adolescentes y padres, así como una fuerte conexión emocional entre los mismos. Son componentes básicos que actúan como factores de protección contra el uso de drogas, alcohol, tabaco y conductas sexuales de riesgo. El apoyo y control de los padres están fuertemente relacionados al uso de drogas en las adolescentes, todavía más que en los chicos.

Carmen Orte insiste en que el factor de referencia masculino es uno de los principales problemas que hay que solventar para conseguir instrumentos efectivos para ayudar a las adolescentes. Que socialmente el modelo de referencia sea esencialmente el masculino constituye un hándicap muy importante, porque, reitera, hace muy vulnerables a las adolescentes, las pone casi a la intemperie, sin los imprescindibles mecanismos de protección ante las agresiones de las que son objeto. "Hay que insistir en el hecho de que una adolescente bebida corre infinitamente más riesgo que un chico en sus mismas circunstancias", asegura, añadiendo que la masculinización opera en este campo con enorme potencia. La violencia o el acoso sexual constituyen los principales riesgos en el ocio nocturno. Parece que tanto hombres como mujeres poseen una escasa percepción de que ciertas acciones constituyen agresiones sexuales; además, el consumo de drogas y alcohol por parte de la víctima agrava su culpabilidad desresponsabilizando al agresor.

La catedrática es taxativa: "Hay que hacer ver a las adolescentes tanto el riesgo que corren al incorporarse a un modelo social masculinizado como que una agresión es siempre una agresión, sin que pueda hablarse de circunstancias atenuantes".

Resulta que el 30% de las familias no sabe cómo detectar el consumo de drogas y el 56% no considera el alcohol y el tabaco un factor de riesgo para sus hijos, lo que incrementa su vulnerabilidad. A pesar de que no se dispone de recetas claras a la hora de afrontar la prevención y reducción de daños, los programas basados en la evidencia, que buscan prevenir el inicio, reducir o retrasar el consumo de drogas, cuentan con una eficacia en la intervención demostrada y tratan de modificar factores de riesgo. Existe un cierto consenso a la hora de abordar la perspectiva de género en la prevención del consumo y otras conductas problemáticas, esencialmente en la adolescencia, mediante programas diseñados especialmente desde las perspectiva de género o la incorporación de componentes específicos. No obstante en la actulidad son pocos los que consiguen la reducción del consumo de alcohol y otras sustancias.

Perspectiva feminista

Existe un cierto consenso en afirmar que hay rupturas de género y nuevos consumos recreativos de alcohol y otras sustancias en las chicas adolescentes, además de conductas de riesgo asociadas como la violencia sexual y los posibles daños desde el punto de vista de la salud pública. Una perspectiva feminista y de género provocaría una nueva mirada sobre las drogodependencias, al tiempo que ayudaría a visibilizar las normas de género y las motivaciones para el uso y abuso de sustancias.

Para la reducción de riesgos y estrategias de resistencias en chicas adolescentes, es imprescindible tanto prestar atención a las estrategias de resistencia en el cunsumo de drogas desde una perspectiva de género y adaptación cultural, como adaptar las medidas necesarias en la aplicación de estrategias preventivas o de reducción de riesgo en los denominados contextos de ocio. Se trata de una cuestión decisiva para prevenir o invertir con éxito en las problemáticas tasas de consumo.

En cuanto a los resultados obtenidos en la prevención en el seno de la familia, hasta el momento se consideran limitados, puesto que muchos programas de prevención parecen adolecer de déficits de diseño, al considerar a su población homogénea y estar expuesta a los mismos factores de riesgo y protección asociados al uso y abuso dedrogas. Es decir, no hay diferenciación entre chicos y chicas.

Carmen Orte, a lo largo de su libro, y en línea con numerosos investigadores, insiste en que es imprescindible, para que la prevención tenga éxito, diferenciar el mundo de los adolescentes del de las adolescentes, puesto que entre ambos existen diferencias fundamentales. "Las chicas -precisa- maduran mucho antes que los chicos, no es lo mismo una adolescente de 14 años que un adolescente de la misma edad, y de no aplicarse métodos preventivos adecuados no se obtienen resultados medianamente positivos".

Por lo tanto, Género, adolescencia y drogas, señala que la perspectiva de género, en su diseño, ejecución y evaluación de programas, constituye un aspecto prioritario para avanzar en la efectividad de estrategias preventivas y constituye un criterio de calidad esencial exigible a cualquier programa destinado a prevenir el consumo de sustancias. Todo ello requiere un esfuerzo colectivo en investigación e implementación de programas preventivos por parte de todas las personas implicadas. En definitiva, como dice Gemma Albajes, de la Fundación SURT, el consumo recreativo de drogas ha adolecido históricamente de falta de perspectiva de género. También ha sido así en el abordaje de las drogodependencias, pero actualmente la prevención con perspectiva de género es la asignatura pendiente. Y añade: "Dado que el sistema patriarcal es camaleónio en sus manifestaciones, necesitamos entender cómo son los nuevos mandatos de género para chicas y adolescentes y cómo revierte en el consumo de drogas".

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